Capítulo 216:

Tras finalizar el contrato de compra, Adrián se marchó con aire triunfal.

Joelle se desplomó en su silla, abrumada por una mezcla de alivio y agotamiento. Le molestaba tener que depender de su ex marido en los momentos difíciles. La idea de que pudiera intentar quitarle a su hijo la atormentaba; era como si hubiera descubierto su vulnerabilidad.

«Joelle, tu teléfono sonó antes. Contesté por ti. Era Rafael llamando.»

Joelle y Adrian habían mantenido su matrimonio en secreto. Ahora comprendía que si un hombre decidía ocultar su relación, tal vez su compromiso no era tan profundo como debería. En cambio, su relación con Rafael era conocida por todos, a diferencia de su matrimonio secreto.

«De acuerdo».

Después de arreglarse el pelo y mirar la hora, Joelle supo que era hora de volver a casa.

Rafael captó rápidamente su buen humor. «¿Has conseguido resolverlo todo?»

Con un movimiento de cabeza, Joelle dijo: «Sí, finalmente, ¡todo está arreglado!» Pasó junto a Rafael, sin darse cuenta de su aparente enfado.

«¿Has conocido a alguien más hoy?»

Joelle se encogió de hombros ante su pregunta. «No.»

«¿Estás seguro?»

«Sí.»

Joelle consideró la posibilidad de revelar a Rafael su encuentro con Adrian, pero temió que pudiera interpretarlo demasiado. Al final, prefirió guardárselo para sí misma. Ahora se centraba únicamente en cuidar bien de su familia.

Tras una pausa, Rafael dijo: «Tengo que ocuparme de algo esta noche. Me vuelvo a casa de mis padres».

«¿Qué?» La cara de Joelle cayó. «Mi hermano vuelve del extranjero esta noche».

Rafael guardó silencio y se marchó sin decir nada más.

Aquella tarde, los niños corrieron alegremente hacia Shawn. «¡Tío Shawn!»

«¡Aurora, Ryland!»

Había traído regalos para los dos niños, llenando la casa de más energía de lo habitual.

Mientras Joelle estaba preocupada en la cocina, hizo una pausa para gritarle a Shawn: «Shawn, ¿podrías llamar a Kathy y pedirle que venga?».

Una sutil sonrisa cruzó el rostro de Shawn. «¿Es realmente necesario?»

Sostenida en brazos de alguien, Aurora gritó: «¡Quiero que venga Kathy también!».

Sin otra opción, Shawn llamó a Katherine a regañadientes.

«¿Hola? Shawn, ¿qué pasa?»

«Acabo de llegar a casa. Joelle espera que nos acompañes a cenar».

«Lo siento, esta noche no puedo. Bobby y yo vamos a ver una película». Al oír el nombre de Bobby, Shawn experimentó una punzada incómoda y prefirió abreviar la conversación.

«De acuerdo entonces, disfruta de tu noche de cine».

Ajena a su estado de ánimo, Katherine respondió: «Vale, saluda a los niños de mi parte».

Shawn terminó la llamada y se instaló en la sala de estar, con un estado de ánimo sombrío. Albergaba un vacío persistente desde que su relación en línea con Katherine había terminado hacía años. Shawn, enterrado bajo las exigencias del trabajo y la familia, rara vez encontraba tiempo para su vida personal. Conectar profundamente con alguien era algo inesperado, especialmente con Katherine.

Desde su separación hace tres años, Shawn volvió a su rutinario estilo de vida, que ahora carecía de su anterior chispa de alegría.

«¿Shawn?» La voz de Joelle le sacó de sus pensamientos.

«¿Dónde está Rafael?»

«Volvió a casa de sus padres».

Haciendo una pausa, Shawn la miró. «Ustedes dos no tuvieron una discusión, ¿verdad?»

«No». La sonrisa de Joelle era brillante. «¡Lo estamos haciendo muy bien!»

Aliviado, Shawn finalmente tomó asiento. «Rafael te cuida bien, pero asegúrate de estar atento a sus sentimientos también».

«Entendido», respondió Joelle con indiferencia, pero se tomó sus palabras muy a pecho.

Después de la cena, mientras los niños se dormían a su lado, se sintió obligada a ver cómo estaba Rafael. Estaba decidida a no limitarse a recibir el afecto de Rafael sin reciprocidad. Cuidar de Rafael era crucial para la salud de su relación.

Al conectar el teléfono, oyó una voz. «¿Hola?» No era la voz de Rafael. Aunque era la voz de un hombre, Joelle no pudo reconocer quién era.

«Hola, estoy tratando de comunicarme con Rafael.»

¿»Rafael»? ¿Te refieres al dueño de este teléfono? Ha bebido demasiado y está fuera vomitando. Le diré que te llame cuando esté aquí».

¿Rafael bebió demasiado? Joelle estaba desconcertada. ¿No había dicho Rafael que tenía problemas familiares? Por eso se apresuró a volver a casa de sus padres.

«¿Podrías decirme dónde estás ahora mismo?»

«Flex Club».

¿Rafael estaba bebiendo? A Joelle nunca se le pasó por la cabeza que Rafael pudiera engañarla. Su último matrimonio se había desmoronado bajo tensiones similares.

«Por favor, cuida de él, y no te molestes en volver a llamar.»

Tras finalizar la llamada, Joelle se sentó en la cama, sumida en sus pensamientos durante un largo rato. La idea de haber sido engañada le resultaba insoportable. Se esforzaba por comprender por qué Rafael, siempre tan amable, se inventaba semejante historia. Al principio enfurecida, su ira se suavizó al especular que Rafael podía tener sus razones.

De repente, decidió echarse hacia atrás y llamó a la puerta de Shawn. «Shawn, ¿puedes vigilar a los niños un rato? Tengo que ir a buscar a Rafael».

Sin siquiera cambiarse de ropa, se dirigió directamente al Flex Club. Aunque la noche estaba envuelta en niebla, su determinación era inquebrantable. Se dio cuenta de su error. Había sido ella quien había mentido a Rafael al principio.

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