Capítulo 203:

Por el rabillo del ojo, Joelle vio a Rafael de pie en la puerta.

«¡Papá!» Aurora gritó, tratando de alcanzarlo.

Rafael se acercó con una sonrisa, aunque Joelle se dio cuenta de que era forzada. Su propia sonrisa tampoco parecía genuina.

Aquella noche, una vez dormidos los niños, Rafael entró por voluntad propia en la habitación de Joelle. «Joelle, creo que debemos decirle la verdad a Aurora: que no soy su padre biológico».

Joelle sintió que su corazón se aceleraba, su ansiedad era evidente. «¿Es esto lo que has estado queriendo discutir últimamente?» Rafael no estaba seguro de sus propios sentimientos. Tenía la esperanza de que a su regreso al país, la vida con Joelle se estabilizaría. Sin embargo, había estado luchando con una inseguridad persistente todos los días desde su regreso. La culpa le pesaba cada vez que Aurora le llamaba «papá».

«Joelle, no soy el verdadero padre de Aurora. Si no se lo decimos, alguien más podría hacerlo, y eso sería mucho peor. Además, no podemos negarle a Adrian su derecho a ver a su hija».

«¡Eso no va a pasar!» Joelle se levantó bruscamente, agitada. Su hija era su mundo. No podía dejar que Adrian se llevara a Aurora.

«¡Adrian no quiere cuidar de Aurora; sólo quiere quitármela!»

«Joelle, por favor, intenta calmarte».

«¡Estoy tranquila, de verdad!» Joelle respiró hondo, las lágrimas empezaban a formarse. «No has oído lo que me dijo. Dijo que quería obtener la custodia de Aurora».

Rafael se sorprendió, centrándose en un nuevo detalle, preguntando: «¿Te reuniste con él a solas?».

Joelle se apresuró a aclarar: «No fue intencionado. Me perdí y me topé con él por pura casualidad».

«¿De qué hablaron?»

Al recordar el humillante encuentro anterior, Joelle tuvo dificultades para articular sus pensamientos. Rafael no pudo contener su frustración. «Esto es lo que me preocupaba. Joelle, no has cortado completamente los lazos con Adrian».

«¡Rafael!» exclamó Joelle, extendiendo la mano para agarrar su muñeca. Habían disfrutado de tres años de felicidad juntos. ¿Por qué todos los días desde su regreso se habían convertido en disputas?

«¡Escúchame, Rafael!» Luchando por ordenar sus pensamientos, Joelle recordó el consejo de Katherine sobre luchar por el amor de uno. Si no se mantenía firme ahora, corría el riesgo de perder a Rafael. «Adrian ya no ocupa un lugar en mi corazón. Tú eres el padre de Aurora a mis ojos. Has estado con ella en todo durante los últimos tres años. Eres mejor padre para ella de lo que Adrian podría ser jamás. Rafael, quiero que mantengamos nuestra familia como está. ¿No es maravilloso tener nuestra propia familia?»

Se acercó y le abrazó por detrás. En ese abrazo, comprendió plenamente la profundidad de las preocupaciones y temores de Rafael. Entendiendo su perspectiva, ¿cómo podía ella, como madre de Aurora, no compartir su miedo a la posible interferencia de Adrián?

«Rafael».

Rafael le cogió la mano. «Joelle, ¿estás conmigo sólo para mantener unida a nuestra familia, no porque sientas algo por mí?».

Joelle tembló y retrocedió un paso involuntariamente. Rafael la miró, con voz firme. «Tus sentimientos por mí nunca serán iguales a los que sentiste por Adrián, ¿verdad?». Su actitud serena la afectó profundamente, y negó repetidamente con la cabeza. «¡No, lo has entendido todo mal!».

«Olvídalo. Estoy satisfecho con lo que tenemos ahora». Rafael le pasó los dedos por el pelo, acunándole la nuca. Joelle se sintió sofocada.

«Con tenerte a mi lado es suficiente, Joelle. No hay nada malo en que sigamos siendo una familia así». Terminó con una sonrisa pesarosa, cerró los ojos y la besó con decisión contenida. Joelle hizo todo lo posible por corresponderle, comprendiendo los sacrificios necesarios para mantener un entorno familiar estable para sus hijos.

Sus sentimientos por Rafael eran complejos y difíciles de definir. Sin embargo, eso no impedía que siguieran juntos. Al fin y al cabo, el matrimonio a menudo implica sacrificios y compromisos. Si el amor fuera la única razón para casarse, los matrimonios sin amor no serían tan comunes.

Empezó a desabrochar la camisa de Rafael y él la levantó. Justo cuando iba a acostar a Joelle en la cama, los interrumpió un golpe.

«Mami, quiero dormir contigo», gritó Aurora.

Joelle y Rafael recuperaron rápidamente la compostura.

«Deberías empezar a dormir sola, Aurora». Joelle nunca se había sentido tan culpable en su vida. El ligero temblor en su voz fue notado por Rafael.

Compartieron una mirada incómoda, rascándose la cabeza.

Desde fuera, Aurora volvió a protestar: «¿Entonces por qué papá puede dormir contigo? ¡He oído la voz de papá! Quiero dormir con los dos».

Esto cogió a Rafael con la guardia baja, incluso más que a Joelle. Con Aurora cerca, las ganas de continuar se habían desvanecido. Esa noche, por primera vez, Joelle y Rafael compartieron su cama no sólo entre ellos, sino también con Aurora y Ryland.

Mientras se dormía, Joelle seguía creyendo que ésta era la vida que realmente deseaba.

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