Capítulo 182:

Así pues, Katherine no era la que estaba embarazada, sino Joelle. Al aclarar este hecho, Shawn empezó a notar sorprendentes similitudes entre su amor en línea, Keyla, y Katherine. La amiga de Keyla, que recientemente había tenido una niña, podría ser en realidad Joelle.

Abrumado por las implicaciones, Shawn borró apresuradamente el texto que estaba redactando.

«Sr. Watson, ¿qué le pasa? Parece alterado», le preguntó su ayudante con preocupación.

«No es asunto tuyo. Cállate», espetó Shawn con brusquedad.

«Entendido.»

Al llegar al hospital y ver a su sobrina, Shawn se acercó a Joelle con una pregunta cautelosa. «Joelle, ¿has estado usando el nombre de Katherine en tus visitas al hospital durante el embarazo?».

«¿Cómo te has enterado?» La respuesta de Joelle estuvo teñida de sorpresa.

El sudor humedecía la espalda de Shawn mientras luchaba con las implicaciones de su descubrimiento. Aún no podía relacionar de forma concluyente a Keyla con Katherine, y necesitaba desesperadamente más pruebas. Habían pasado cinco horas desde la última vez que interactuó con Keyla en línea. Su vacilación no se debía a una falta de interés, sino más bien a una profunda vergüenza ante la idea de que Keyla pudiera ser Katherine.

Shawn revisó el registro de chats recientes y vio el mensaje juguetón de Keyla de dos días antes: «Soy un bollo de crema. Quiero que me rellenes con tu crema». Su respuesta fue igual de coqueta: «Vale, te daré toda mi crema». Sus cariños diarios de «cariño» ponían de manifiesto la profundidad de su conexión virtual, una profundidad que Shawn nunca había experimentado en Internet.

Sintiendo una mezcla de ansiedad y urgencia, Shawn hizo una atrevida petición. «Cariño, ¿puedes enviarme un selfie tuyo?». Después de darle a enviar, Shawn se acomodó en el sofá.

Poco después, apareció la respuesta de Keyla, burlona pero cariñosa: «Cariño, yo también quiero ver tus músculos». Shawn respiró hondo y sintió una oleada inesperada de emoción. Sus sentimientos por ella habían crecido más de lo que había previsto. Le contestó, intentando añadir una capa de sinceridad a su flirteo. «Pero esta vez no escondas la mitad de la cara detrás del pelo. Déjame verte toda, ¿vale?»

En el otro lado, Katherine se detuvo, considerando su próximo movimiento. Se había acercado cada vez más a Frankie. Su foto anterior había sido cuidadosamente editada para mostrar sólo la mitad de su rostro. Decidió ser más directa y se preparó para enviar una foto auténtica, sin alterar.

Cuando el teléfono de Shawn emitió por fin un pitido con la imagen entrante, la lentitud de la red no hizo sino aumentar su suspense. A medida que la imagen se volvía nítida y revelaba el rostro completo y despejado de Katherine, la sorpresa de Shawn era palpable. En un acto reflejo de incredulidad, tiró el teléfono a un lado y se paseó por la habitación aturdido.

¿Cómo podía ser ella? Con innumerables chicas llamadas Keyla en el mundo, ¿por qué la suya tenía que ser ella? La idea de enamorarse de la mejor amiga de su hermana, a la que cariñosamente llamaba «cariño», enloquecía a Shawn. ¿Cómo podría mantener la compostura con Katherine?

Sus pensamientos eran tumultuosos y se preguntaba cómo podría volver a enfrentarse a ella sin perder la dignidad. Buscando la normalidad, Shawn cogió el teléfono y, para calmar los nervios, se bebió un vaso de vino. Luego tecleó una pregunta. «¿Estás seguro de que eres tú? Parece diferente de tu última foto».

La respuesta de Keyla fue inmediata. «Sí, definitivamente soy yo. La última fue editada. Si sigues insegura, hagamos una videollamada para aclarar tus dudas».

Al contemplar la foto de Katherine sin filtrar, el asombro inicial de Shawn se convirtió en reacia admiración. Bajo su pulido exterior habitual, su belleza natural era innegable, amable y seductora. Sin embargo, se dio cuenta de que le escocía. Siempre la había visto casi como una hermana, no como una posible pareja romántica.

Y ahora, se reprendía a sí mismo por haber cruzado líneas que no debía, incluso preguntándole en broma sobre tocar sus músculos. Mientras bebía otro trago de vino, le asaltó un pensamiento inquietante. Si Katherine era realmente Keyla, ¿no le estaba siendo infiel? Había admitido abiertamente que mantenía una relación con Bobby.

Las capas de engaño le hicieron sentirse no sólo secundario, sino traicionado: un tonto en un triángulo amoroso de farsa. Impulsado por el vino y el orgullo herido, Shawn decidió que era hora de poner fin a la farsa. Con una mezcla de rabia y resolución, escribió un mensaje concluyente. «Lo siento. Después de pensarlo, me he dado cuenta de que no somos el uno para el otro. Es mejor que nos separemos».

La respuesta de Katherine fue un simple signo de interrogación. Frankie contestó: «En realidad, estoy casado. Nuestras conversaciones eran sólo una forma de pasar el tiempo».

Dolido por su supuesta traición, Shawn inventó esta mentira para herirla a su vez. La confusión de Keyla aumentó. Frankie sugirió: «Deberíamos cesar toda comunicación».

Keyla replicó: «Eres libre de poner fin a las cosas si lo deseas. ¿Pero tienes que hacerlo justo después de que te envíe mi selfie? ¿No soy lo que esperabas? Además, dices que estás casado. ¿Para qué engañarme entonces?».

Frankie, manteniendo la treta, preguntó despectivamente: «¿Fue para ti algo más que una charla casual?».

Keyla, tratando de recuperar algo de control, planteó una pregunta desafiante. «Antes de separarnos, ¿podría sacarte unas fotos de los abdominales?».

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