Capítulo 160:

«¿En serio?» La voz de Joelle temblaba de emoción, la idea de volver al escenario y tocar de nuevo el violín despertaba un torrente de esperanza, aunque tan débil como las posibilidades de que Austin, paralizado, despertara. Se le llenaron los ojos de lágrimas al asimilar el contenido de la carta.

Rafael le dio dos pañuelos con una sonrisa amable. «No te emociones demasiado todavía. Les he informado de tu embarazo. Tendrás que esperar a que nazca el bebé para empezar el tratamiento. Sólo un poco más».

Espera. Llevaba tanto tiempo esperando. ¿Qué eran unos meses más?

«Rafael, muchas gracias. No sé cómo agradecértelo nunca».

Rafael la miró fijamente, con expresión ilegible. «En realidad, sí lo sabes».

Joelle sintió que su jovialidad anterior decaía bajo su mirada, consciente de la sugerencia tácita en sus palabras, pero no estaba segura de cómo responder. Al notar su incomodidad, Rafael cambió de tema con mucho tacto.

«Hoy ha sido un día positivo, ¿verdad? ¿Qué tal si lo celebramos con una cena?» Joelle asintió con un movimiento de cabeza.

Volvieron a Highlands Bay. Aún era de noche y no había llegado la hora punta. Joelle decidió preparar la cena y llevó a Rafael a comprar los ingredientes a un supermercado cercano.

En la caja, la cajera les dirigió varias miradas curiosas.

Rafael, incómodo con la atención, se dirigió a la cajera. «¿Hay algún problema?»

«¡Oh, no, no!» Tartamudeó la cajera, con las mejillas coloreadas. «Sólo pensé que hacían una pareja perfecta».

Sorprendida, Joelle miró a Rafael, su rostro se calentó. «Nosotros…»

«Gracias», intervino Rafael con suavidad, evitando que Joelle pasara más vergüenza. Reservaba su cordialidad para quienes conocía bien. Con los extraños, su comportamiento se mantenía cortésmente distante.

Mientras salían del supermercado, Joelle sintió la necesidad de disculparse, aunque no estaba del todo segura de por qué. «Lo siento, Rafael.»

«¿Para qué?»

Joelle luchaba contra la idea de ser vista como una pareja sin fundamento.

«Joelle». Rafael hizo una pausa, encontrándose con sus ojos con una suave sonrisa. «¿Perdón por qué? ¿Realmente te molesta que otros puedan verme como tu novio?»

Joelle levantó rápidamente la vista, con un deje de angustia en la voz. «No, no es eso. Es que no quiero causarte problemas».

«No es ninguna molestia», le aseguró Rafael con seriedad, suavizando su tono. «¿Te das cuenta de lo feliz que soy?».

Joelle se mordió el labio, sintiendo cada día más el peso de su situación a medida que su embarazo avanzaba, recordándole sus lazos con Adrian.

«Rafael, no sé cómo responder. Estoy embarazada de Adrian. Vosotros dos sois amigos íntimos, y aquí estoy, ya casada una vez y ahora esperando un hijo. No quiero traerle ningún escándalo o problema».

Rafael se situó un paso por debajo de ella, igualando sus miradas. «No tengo miedo de nada de eso. ¿Y tú?» Sintiéndose acorralada pero sincera, Joelle confesó: «Te mereces a alguien mejor, alguien íntegro y sin compromisos».

«Joelle.» Las manos de Rafael agarraron suavemente sus hombros. «He considerado todo esto. Para mí, tú eres más importante que cualquier complicación potencial. Me alegro de que te importe, pero ¿significa esto que sientes lo mismo por estar conmigo?»

Joelle abrió la boca para responder, pero Rafael la cortó. «No apresures tu respuesta. Sé que has pasado por mucho. Podemos tomarnos nuestro tiempo».

Joelle se quedó sin palabras, silenciada por su comprensión.

Por primera vez, Joelle sintió que Rafael también era un hombre fuerte. Pero su fuerza era diferente de la de Adrian, ya que Rafael utilizó la forma más suave para enamorarla. Tuvo que admitir que quería estar con Rafael. Aunque el pensamiento sólo pasó fugazmente y fue rápidamente negado por ella misma, su corazón latía más rápido. «Está bien, tomémonos nuestro tiempo», aceptó, sintiendo que su corazón traicionaba su momentánea determinación.

Al llegar a Highlands Bay, Joelle estaba a punto de abrir la puerta de su casa cuando se abrió la de Adrian. Pensó que era Leah quien salía a recibirla, pero en realidad era Adrian. Nunca había vuelto tan temprano.

Los dos hombres se chocaban así, lo que provocaba a Joelle dolor de cabeza.

«Adrián, ¿te has recuperado de tu lesión?». Rafael le saludó.

La herida en la comisura de los labios de Adrian fue causada por la pelea con Rafael en la calle la última vez. Ahora no era evidente.

Adrian percibió el saludo como un desafío y su expresión se volvió gélida. «¿Por qué estáis juntos?», preguntó, con tono cortante.

A Joelle la pregunta le pareció casi divertida; al fin y al cabo, ella ya no era suya.

La mirada de Adrián se posó en las bolsas de la compra que Rafael tenía en sus manos, las cebollas verdes asomando, señalando sus planes para la cena. Su disgusto era palpable.

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