Una mamá psicóloga
Capítulo 93

Capítulo 93:

POV Beatriz

El camino hasta la casa es bastante silencioso.

No hay mucho que decir, pero yo no puedo dejar de notar lo atractivo que es el hombre a mi lado.

La mandíbula definida, los ojos azules y esa cabellera plateada natural que corta lo suficiente como para hacerlo lucir como un completo seductor.

¿Cómo puede un hombre como él no tener a alguien?

¿Por qué necesita mentir sobre una relación?

¿Acaso es g%y?

Ese pensamiento me hace llevar una mano a mis labios, no soy prejuiciosa como mis padres, pero sin duda alguna un chico guapo como él es un completo desperdicio.

Me digo a mí misma que ese no es mi asunto y continúo pensando en el hecho de que no solo hay un bebé sino dos dentro de mi.

Una vez llegamos a casa, la puerta del auto es abierta para mí, incluso antes de que quite el cinturón de seguridad.

Lucas me pide acompañarlo hasta otra de las plazas en el garaje y nos detenemos frente a un auto blanco.

“Este es el auto de mi hermana”, me dice.

“Las llaves están colgadas tras la puerta, así que encárgate de usarlo”, saca su cartera.

“Usa también esta tarjeta y ten este dinero, mañana puedes ir al cajero y hacer una extracción”.

Él coloca dichas cosas en mi mano, pero intento devolverlas al instante.

Sin embargo, él solo sujeta ambas cosas con sus manos sobre las mías.

“No te permitiré rechazarlo, créeme Lulu está feliz de que alguien use su auto”, sonríe.

“Y el dinero es un pago extra por nuestro trato”.

“No voy a pedirle dinero, yo…”

“Quiero ayudarte, sé que no vas a pedir nada, pero yo voy a dártelo, esto que vas a hacer por mí es mucho más importante de lo que crees”

POV Lucas

Después de dejar a la chica embarazada que ha aceptado hacerse pasar por mi novia frente al departamento de mi hermana, miro la hora.

Conduzco en silencio hacia la carretera que aleja a la ciudad de las montañas más cercanas.

Mi auto se mueve de prisa hasta donde la carretera comienza a hacerse rugosa y cuando llego al punto donde simplemente ya no hay carretera me detengo.

Bajo del coche cerrando la puerta con prisas.

Camino hacia la verja de madera cerrada que se interpone en el camino y después de abrir dicha puerta solo dejo el auto a unos metros de esta.

Respiro hondo antes de quitarme la corbata, la lanzo al interior del auto desde la ventanilla antes de desabotonar mi camisa y caminar directamente por el sendero que lleva hacia la única casa por los alrededores.

El camino es demasiado largo, demasiado empinado y sobre todo demasiado molesto.

Comprendo que mi hermana quiera soledad, pero esto es simplemente espantoso para conseguir y ella ni siquiera tiene un auto.

Después de una ardua caminata de veinte minutos, llego al fin a la cima de la montaña.

La meseta plana donde rodeado de un bonito jardín y árboles está la casa de campo que papá le regaló a mi hermana después de que terminará su universidad.

Escucho un ladrido venir de la casa.

Sonrío antes de cuidarme de no pisar ninguna de las flores que hay aquí.

Los ladridos se hacen más fuertes cuando golpeo su puerta.

Escucho los pasos apresurados de alguien venir hasta esta y lo primero que veo es esa bendita escopeta de casa que siempre me recibe antes que el perro o su dueña.

“Soy yo, Lulu”, respiro.

“¿Un día vas a dispararme?”

“¡Lucas!”

Mi hermana deja el rifle a un lado y se lanza en mis brazos.

Luego me besa con fuerza en la mejilla.

Cargo a mi hermana con cariño mientras su perro odioso sigue ladrándome.

Después de abrazar a la segunda persona que más adoro en esta vida, la dejo una vez más sobre su suelo de madera.

Welly me gruñe.

Miro al delgado perro hijo de aquel que nuestro abuelo nos regaló cuando éramos pequeños.

Este no me quiere, no le agrado y la verdad tampoco me gusta mucho él, aunque su trabajo de cuidar a mi hermana lo hace perfectamente, así que por eso lo acepto.

“Welly, ve a la cocina”

Le indica mi hermana antes de mirarme.

“¿Qué haces aquí a esta hora?”

Suspiro, paso junto a Lucia para sentarme en su rústico sofá e intento ignorar el montón de libros y revistas de arte que abarrotan la mesa de café.

Lucia se sienta a mi lado.

Me doy cuenta de que está más delgada que la última vez, pero lo último que necesito ahora es discutir con mi hermana sobre si está comiendo bien o no.

“¿Quieres comer algo?”

“Realmente no”, le digo.

“En realidad quiero hablarte de algo Lulu, pero necesito que tengas tu mente completamente abierta”.

“¿Tienes un novio?”

“¿Qué?”, niego.

“Demonios, no, ¿Por qué todos piensan lo mismo? No soy g%y”.

“Entonces, ¿Que es esa basura de abrir la mente?”.

“No hables feo”, le regaño.

“Ahora escúchame hasta el final”.

Esto será difícil…

“La chica que te hable”, le digo.

“La que ayudé porque estaba en la calle…”, suspiro.

“Le propuse un trato”

Tomo la mano de mi hermana.

“Le pedí que se hiciera pasar por mi novia frente a mamá por un tiempo para evitar que siga pensando cosas que no son y quizás para que sean un poco feliz”.

“¿¡Qué estás diciendo Lucas!?”, grita.

“¿Vas a mentirle a mamá?, ¿Por qué? Porque no solo le dices que no quieres una relación, ¿Por qué sigues pensando que todo terminará como nuestros padres o que no quieres que te abandonen otra vez?”.

“Yo no…”

“Por favor Lucas, soy yo, sé que sigues teniendo pesadillas, te entiendo por qué mírame”,

Ella señala a su alrededor.

“Vivo en medio de la nada y todo lo que hago es pintar porque no soy capaz de decirle una palabra a alguien que no conozco”.

“No es lo mismo, yo tengo mi vida, Lucía y mamá me pone de los nervios con cada palabra suya con respecto a si tengo no pareja me agobia”, niego.

“Tampoco quiero que me intenten psicoanalizar todo el tiempo, así que creo que esto es una buena opción, pero quería mantenerte al tanto porque sé que no puedo mentirte, Lu”.

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