Una mamá psicóloga
Capítulo 64

Capítulo 64:

POV Jeremías

“Vete a ver a tus hijos, cuida de ellos hasta que…”

“¿Hasta qué, ¿Qué?”, gruñe.

“Hasta que termines con esta estupidez, en lugar de ocuparte de mantener a tu familia a flote”, me acusa.

“Tanto que te llenas la boca diciendo que lo amas, pero estás gastando el tiempo calumniándome en lugar de ocuparte de que tu madre no consiga quedarse con ellos como te…”

“¡Mi madre no se quedará con nadie!”, grito.

“Y tú deberías ser más inteligente, crees que estar aquí gritándome, no empeora las cosas, tío”, lo miro.

“Me estás haciendo creer que realmente tú has estado haciendo cosas como de las que te acusan”.

“¿Quién me acusó?”, dice.

“Algún envidioso, imbécil, que cree que puede obtener mi lugar”, se pone en pie.

“Eres como tu hermano, estúpido e idealista”, me señala.

“Terco como él y con esas ínfulas de querer solucionarlo todo”, niega.

“Te estoy advirtiendo Jeremías, vas a arrepentirte de esto, lo harás justo como debe estar haciendo ahora tu hermano en su tumba”.

“¿¡Que estás diciendo!?”, grito poniéndome en pie.

Mi tío pasa una mano por su cabeza antes de estirar una mano en mi dirección, pidiéndome calma.

Sus ojos se mueven rápidamente hasta mi rostro.

“Estoy diciendo que tu hermano también pensó más en lo que quería que en su familia”, repite.

“Tú no lo quisiste escuchar, no lo quisiste ver”, me recuerda.

“No quisiste hablar con él, pero la noche en que murió lo hizo justamente por terco, le dije que se quedara, tu madre le dijo el trabajo podía esperar, pero él… él siempre pensaba que podía resolverlo todo”, niega.

“No hagas lo mismo, no dejes a esos niños solos Jeremías”.

No me gusta lo que está diciendo.

No entiendo por qué, pero no soy capaz de creer una sola de las cosas que acaba de decir o al menos no por las razones que está dando.

La noche en que mi hermano murió todo fue tan complicado.

Mi madre estaba destrozada.

Sabía que habían discutido.

Odiaba saber que quizás si hubiese respondido.

Él seguiría vivo, pero después de la llamada de hoy.

Después de ver a mi tío actuando de esta manera.

Estoy aún más dudoso de qué tipo de persona es.

“No voy a cambiar de opinión, no me interesa lo que tengas que decir o si crees que estoy haciendo o no lo correcto tío”, señalo la puerta.

“Sigues suspendido hasta que la investigación termine”.

“Te vas a arrepentir, Jeremías”, me dice.

“No sabes cuanto te vas a arrepentir de esto”, golpea mi mesa.

“Puedes pretender saberlo todo, pero no tienes ni la menor idea, Laurent se dejó envolver una vez más por sus sentimientos, pero esa mujer que escogiste para casarte es la muestra absoluta de que tú realmente solo tomas malas decisiones”.

Mi tío se marcha, toda la incertidumbre que sigue quemando dentro de mí se hace ahora más tangente y realmente no quiero pensar.

Al menos no en lo que dijeron sobre la muerte de mi hermano.

Fue lo bastante doloroso saber que murió, como para ahora escuchar que mi hermano pudo no haber muerto por accidente.

¡Cielos eso no puede ser!

Mi tío no puede estar involucrado en eso.

Puedo aceptar que robe o que haga algo ilegal, podría incluso llegar a un acuerdo o solucionarlo con solo sacarlo de la compañía, pero sí el tubo.

Algo que ver con la muerte de Darwin, si realmente él…

Mi móvil suena.

Miro el número en la pantalla y descubro que es la madre de Lizbeth.

Frunzo el ceño antes de contestar la llamada con preocupación.

“¿Sucede alguna cosa?”

“Mi hija no contesta”, dice.

“Yo, sé que es una tontería, pero llamé a su casa y tampoco contestaba”

Mi suegra suena angustiada.

“Liz siempre contesta mi llamada, pero no sé por qué no lo hace ahora y…”

“Iré por ella”, le digo.

“No te preocupes, cuida de mis hijos por hoy, quizás, Lizbeth solo está ocupada”.

“No lo sé, ella siempre contesta, ella siempre…”

“Puedes calmarte”, le pido.

“Sé que Lizbeth está bien”

Salgo de mi oficina un momento después de terminar la llamada, trato de llamar a mi esposa, pero ella no contesta, así que me preocupo todavía más.

Conduzco rápidamente hacia mi casa, atravieso la ciudad en un instante, pero estoy por llegar a la última de las carreteras que conducen hacia la casa cuando veo el auto de Lizbeth en medio del camino.

Bajo de mi auto en pánico.

Corro a ver si alguien está dentro con el horror calando fuerte dentro de mí, pero gracias a cielos no hay nadie dentro.

Rodeo el coche cuando veo a mi mujer de rodillas junto al auto.

“¡Lizbeth!”, corro hasta ella.

“¡Lizbeth!, ¿Qué sucedió?”

Mi mujer no contesta.

Ni siquiera me mira y cuando intento acercarme se encoge sobre sí misma.

Puedo ver algo de sangre en sus rodillas.

Maldigo acercándome incluso si no quiere que lo haga.

“Soy yo Liz”, le repite.

“Dime que pasó, dime qué fue lo que … lo que sucedió”.

“Jeremías…”, murmura ella mirándome por un segundo.

“Tengo miedo”, susurra.

“Tengo mucho miedo”

Mi esposa pierde la conciencia después de eso, maldigo mientras la tomo en mis brazos para impedir que su cuerpo laxo caiga hacia atrás y corro para llevarla a mi auto.

El miedo de que hubiese tenido un accidente disminuye.

Pero necesito saber qué es lo que realmente está pasando.

Dejo a Lizbeth en el asiento contiguo al mío, coloco el cinturón de seguridad y odio verla temblar en lo que parece una pesadilla.

Quiero despertarla, pero no creo que sea lo mejor.

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