Una mamá psicóloga -
Capítulo 34
Capítulo 34:
POV: Lizbeth
“Supongo que estabas con tus padres, ¿Verdad?”
“Si… yo…”
Odio que mi voz tiemble.
“Fui a ver a mi padre por un rato, ¿Por qué aún no estás dormido?”
“Estaba esperándote”
Me responde haciendo que necesite sujetarme de la puerta.
“Quería asegurarme de que llegaras bien a casa”.
Mi esposo se pone en pie.
El aroma para su colonia de afeitar reafirma lo que su cabello medio húmedo me sugiere y cuando su bata de dormir se abre completamente dejándome ver su increíble torso debo mirar al techo.
Odio que mi corazón comience a desbocarse.
Me molesta que desee mirar un poco más debajo de su cuerpo.
Jeremías deja su vaso vacío junto al sofá, camina hasta donde estoy y mis ojos se encuentran con los suyos.
“Se supone que somos adultos”, me recuerda.
“No quiero que las cosas entre los dos se pongan incómodas, así que solo actúa normal”, explica él.
¿Normal?
¿Como puedo actuar normal cuando hace unas horas sus manos estaban en mi cintura, cuando sus labios estaban devorando los míos?
¿Como podría estar calmada si él esta semidesnudo a unos pasos de mí mirándome fijamente de esa manera?
“Te dije que… necesitaba procesar nuestro…”
Trato de encontrar la palabra seria.
“Accidente, no tenías que esperarme para decir esto”.
“Quería esperarte”, confiesa él.
“Además de que no podía dormir sabiendo que estabas fuera pensando alguna cosa que…”
“No estaba fuera pensando”, le miento.
“Así que deja de preocuparte, solo vamos a la cama”
El alza los ojos mientras yo hablo rápidamente.
“Yo a mi cama y tú a la tuya, no los dos, en la misma cama o…”
Chasqueo la lengua.
“No sé qué demonios estoy diciéndote…”
Paso junto a él para entrar a mi habitación.
Pero mi estúpida pierna tropieza con la alfombra y el mundo gira ante mis ojos.
Cierro los ojos esperando el golpe, pero ese dolor nunca llega.
En cambio, el fuerte brazo de alguien está sujetándome de la cintura.
Abro los ojos un segundo después.
El rostro de mi marido entra en mi campo de visión mientras soy colocada una vez más sobre el suelo.
Siento ese hormigueo en mi cuerpo una segunda vez.
Mis dedos notan el calor que desprende el fornido pecho de mi esposo y cuando me doy cuenta de que tengo mis manos en ese lugar lo empujo lejos de mí para correr hacia la puerta de mi habitación.
¿¡Qué está sucediendo conmigo!?
POV Jeremías
Regreso al sofá donde he pasado las últimas horas y miro fijamente a la puerta cerrada por la que escapó mi esposa
Bebo un trago de mi copa intentando ignorar la sensación de mi pecho, llevo inconscientemente mis dedos a los labios.
Toco el lugar donde ella me besó e intento mantener la calma que quema dentro de mí.
Camino hacia la mesa donde aún está la botella de ginebra a medio beber y sirvo otro trago para mí.
Después de unos minutos de seguir dándole vueltas a lo que sucedido en el parque de atracciones con mi mujer.
Sigo sin obtener ninguna respuesta o mejor dicho, no aceptar ninguna de las ideas que mim mente proyecta al recordarlo.
Regreso mi solitaria habitación e intento convencerme de que solo estoy conmocionado por lo que sucedió.
Ella estaba asustada, la subí a la rueda de la fortuna porque quería divertirme y sé que debí apartarla, pero como le dije antes somos adultos.
Tenemos un trato aquí y lo único en lo que debo enfocarme ahora es en mis hijos, en sus necesidades.
Esa es la única razón por la que ella está bajo mi techo.
Me dejo caer en la cama antes de beber de un sorbo, el resto de mí vaso de licor.
Apago la luz deseando que las cosas solo desaparezcan de mi mente y me digo a mí mismo que debo ser un adulto aquí, que he estado bien sin una mujer después de estos cuatro años y que definitivamente esa mujer loca sería la última mujer a la que debería desear.
La mañana llega demasiado deprisa, tomo una ducha y afeito la barba incipiente del día anterior.
Apenas son las seis de la mañana cuando bajo al comedor.
El desagradable sabor del alcohol sigue en mi boca.
La empleada del servicio me saluda colocando rápidamente el desayuno frente a mí.
Me digo a mí mismo que solo necesito irme temprano para evitar a Lizbeth.
En unos días el evento desafortunado de ayer se olvidará, esta extraña sensación desaparecerá de mi pecho y todo volverá a la normalidad.
Muerdo una de las tostadas con prisas.
Me apresuro para ejecutar mi nuevo plan, pero los pasos apresurados hacia el comedor me dicen que no lo he conseguido incluso antes de que ella entre en dicha habitación.
Hoy luce menos arreglada que ayer, lleva su pijama de color rojo brillante y el cabello desinflado.
Sus ojos se encuentran con los míos justo antes de que entre por completo en el comedor y puedo notar el nerviosismo en ella.
“Buenos días…”
“Buenos días”
Trato de evitar mover mi mirada hacia abajo por su cuerpo.
“¿No era tu día libre hoy?”
Ella camina incómoda hacia una de las sillas en la mesa.
La empleada sirve el desayuno también para ella y solo después de un extraño silencio, ella responde a mi pregunta con una voz extrañamente temblorosa.
“Sí, pero estoy acostumbrada a dormir poco”, suspira.
“¿Por qué te levantaste tan temprano?”
“No pude dormir bien anoche”, confieso.
“Y pensé en irme temprano para darte tiempo a… olvidar nuestro error”.
Ella no responde.
Mira hacia otro lugar que no sea mi rostro y comprendo que no quiere hablar más del tema así que simplemente trato de hacer que esta incómoda situación sea más soportable.
Al menos hasta que todos terminemos nuestro desayuno.
“¿Qué tenías pensado hacer hoy?”
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