Una mamá psicóloga -
Capítulo 20
Capítulo 20:
POV: Lizbeth
“¡Hola mami!”
Desvío mi atención hacia los niños.
Camino hasta ellos para darles unos pequeños besos a ambos en las mejillas.
Me siento en el puesto vacío a la derecha de mi molesto esposo y suspiro sirviendo algo de café.
Lucía se inclina sobre la mesa y coloca uno de sus guaffles en mi plato, su hermano se sube a la silla para alcanzar la jalea y la vierte mientras le doy un pequeño pellizco en la mejilla.
“Gracias cariño”.
Mi esposo carraspea, antes de tomar la tostada en su plato con enfado.
Me divierte que se enfade con esta dulce acción de los niños.
Debo admitir que disfruto picar una porción del dulce desayuno que los pequeños prepararon para mí y estoy a punto de comer un segundo trozo cuando mi esposo se pone en pie.
“Debemos irnos al hospital”, mira a Lucas.
“Hoy tienes una cita”.
El ambiente de la mesa cambia al instante.
El niño antes sonriente se cruza de brazos para hacer un puchero.
Limpio con una servilleta mi boca antes de girarme en dirección al pequeño chico ahora infeliz sentado a mi lado.
“¿Qué sucede cariño?”
Trato de hacerlo sonreír.
“¿No quieres ir a la consulta?”
El niño asiente.
“Pero prometiste ser bueno”, le recuerdo.
“Además, nos iremos juntos al hospital y si te portas bien haremos lo que quieras, ¿Vale?”
“¿Podemos ir al parque de atracciones con Lucia?”, me cuestiona.
“¿Papá irá también?”
Miro al hombre con rostro inexpresivo a unos metros de nosotros.
Él da un rápido asentimiento de cabeza y vuelvo a mirar al chico aún dudoso del trato que estoy proponiendo.
“¡Claro que lo haremos!”, confirmo.
“Ahora, vas a ser bueno e irás, ¿Verdad?”
“Si”, afirma.
Sonrío antes de despeinarlo ligeramente.
Me pongo en pie para tomar en brazos a la pequeña Lucia y beso a la dulce niña en su mejilla.
“¿Tú también vas a portarte bien?”
La pequeña asiente.
“Si necesitas algo dile a tu nueva niñera que me llame, ¿Vale?”
La pequeña me besa en la mejilla.
Luego la dejo sobre el suelo antes de ponerme en pie tomando la bolsa que colgué antes de sentarme a desayunar y cuando mi marido carraspea tomando a su hijo en brazos no tengo más remedio que seguirlo.
Me digo que este es un nuevo comienzo.
POV Jeremías
“Le agradecería que dejara de ponerse ese perfume que lleva”, gruño, sin dejar de mirar a la carretera.
Odio sentirme tan tentadoramente embriagado por su esencia.
La mujer sentada a mi lado en el asiento del copiloto simplemente resopla.
Miro por el retrovisor al niño enfurruñado en el asiento trasero y supongo que esto no va a ser tan fácil como esperaba, pero no puedo pretender correr sin antes caminar.
“¿De verdad llevará a los niños al parque de atracciones cuando termine su turno en el hospital hoy?”
“Por supuesto, le hice una promesa”, me responde sin mirarme.
“Pero creo que usted está también incluido en ese plan Señor Mark”.
“No tengo tiempo hoy”, soy sincero.
“Necesito ir a algunos lugares hoy”
Miro a la avenida plegada de coche frente a los dos.
“El chofer irá por Lucas a la consulta cuando termine y después vendrá por usted a las seis, ¿Le parece bien?”
“No, puedo tomar el autobús”.
“Mire… Lizbeth, no puede ir hasta mi casa en autobús, no cuando un auto está esperando por usted”
La miro rápidamente.
“¿A las seis le parece bien?”
“Si”
Ella mira por la ventanilla.
“Oh, por favor deténgase aquí”
“¿Aquí?”
Estaciono el auto junto a la acera y veo a mi esposa bajar del auto.
La cuestiono mientras la observo soltar su cinturón de seguridad.
“¿Qué hace aún falta una cuadra para llegar al hospital?”
“Señor, acordamos mantener esto en secreto, así que es bastante absurdo que legue con el jefe”
Ella me mira.
“Además, no quiero cuchicheos sobre como la nueva pasante llego con el director en mi primer día”.
“No creo que nadie preste tanta atención a quien baja o no de mi auto en el estacionamiento”.
“Da igual, lo veré en unos minutos en el área de psicología”, responde antes de salir completamente del coche.
La observo abrir la puerta trasera rápidamente y besar la cabeza de Lucas con rapidez.
“Pórtate bien, tesoro”, le guiña.
“Recuerda que estaré cerca en el hospital, ¿Ok?”
Mi hijo asiente.
La mujer que es mi esposa cierra la puerta y comienza a caminar con prisas hacia el hospital que se observa una cuadra más allá de donde estamos y chasqueo mi lengua cuando me doy cuenta de que me he quedado mirándola.
Prendo el auto con prisas, conduzco hacia el estacionamiento, pasando deliberadamente con prisas junto a Lizbeth e intento alegrar el humor de mi hijo cuando detengo el coche en mi sitio en el parking del hospital.
“Venga campeón, pórtate bien como le prometiste a Li…”, me corrijo.
“Mamá y recuerda que no puedes decirle a nadie que ella es mamá, ¿Vale?”
“Papá, no quiero ir con ese señor”, es lo único que dice.
“¿Por favor?”
Suspiro.
Luego salgo del auto para rodearlo y desato el cinturón de seguridad de Lucas antes de ponerlo de pie en el silencioso estacionamiento.
Me acuclillo frente a él tratando de hablar con calma.
“Lucas, te he enseñado a que los niños buenos cumplen sus promesas”, le recuerdo.
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