Una mamá psicóloga
Capítulo 103

Capítulo 103:

POV Lucas

Pienso en sus palabras pensando que realmente me gustaría estar ahí para ella.

También necesito hacerla entender que estar a punto de ser madre no la hace menos atractiva o despreciable, al contrario, dudo que un hombre que la vea caminar no sienta que debe tenerla en su vida.

Dudo que alguien con la capacidad de ver las buenas cosas quiera dejarla escapar de su…

“¿Estoy pensando demasiado?”, musito haciendo que la mujer junto a mí en la mesa me mire con extrañeza.

Le hago un gesto de desinterés para que sepa que no necesita prestarme atención y después de desayunar acordamos vernos alrededor de las dos de la tarde para visitar a mi amigo en su tienda de repostería.

La verdad pude conseguir otro lugar, pero este está cerca del hospital y quiero poder ayudarla si algo sucede o simplemente ir por ella para llevarla a comer.

Sigue estando delgada, aunque sus mejillas sí que se han rellenado un poco.

“Si sientes algún malestar me dices”, le pido tomando uno de los dulces de la nevera antes de caminar hasta la puerta del departamento.

“Y no comas mucho de esto”

Le muestro el caramelo antes de colocarlo en su mano.

“Nos vemos para el almuerzo, puedes ir hasta mi consulta y entrar sin ningún tipo de problemas”.

“Sí, gracias por todo Lucas, de verdad que…”

“Dije que no me dieras las gracias, realmente soy yo quien debería darte las gracias y…”

La chica frente a mí se pone de puntillas.

Sus labios rozan ligeramente los míos haciendo que mi voz simplemente deje de fluir y una vez más estas ganas de traerla hasta mí para besarla son más fuertes que yo.

“Si vas a darme un beso de despedida”, digo arrastrándola ligeramente hasta mí con mis manos.

“Hazlo de esta forma”.

Mi boca baja ala de ella, muerdo ligeramente su labio inferior y después de una dulce caricia con mis labios me aparto.

La mujer frente a mí no dice una sola palabra, sus ojos están fijos en mí y ese rubor que crece lentamente en sus mejillas me hace sonreír.

Sé que debería irme, pero no puedo moverme.

“Doctor, no creo que debamos hacer esto”, murmura después de un momento.

“Besarnos es un poco…”

“Estamos practicando”, me justifico.

“Estábamos demasiado incómodos frente a mi madre y solo quiero que podamos hacer esto con más naturalidad”.

“Oh, comprendo”

Noto esa extraña emoción en su voz mientras sonríe.

“Entonces creo que si deberíamos hacerlo, quiero que las cosas salgan bien”.

“Estupendo…”

“Sí, genial…”

Murmura ella después y me quedo mirándola sin saber que más hacer, pero seguro que no quiero marcharme.

Después de unos minutos de silencio, ella peina un poco su cabello antes de carraspear.

“Vas a llegar tarde…”

“Tienes razón, creo que debería irme…”

“Sí, deberías irte…”

Ambos decimos lo mismo, pero ninguno se mueve y suspiro listo para marcharme cuando ella se acerca una vez más para darme un beso, solo que esta vez sus labios rozan los míos.

Mis manos se mueven por sí solas.

Rodeo su cintura con mis mansos y esta vez mi lengua toca sus labios.

Ella tarda unos segundos en permitirlo, pero después de esa ligera duda todo deja de existir.

Su aromo, sabor, la suavidad de su cuerpo, todo esto me tienta a un punto que no hago más que profundidad el beso y solo la dejo ir porque mi móvil comienza vibrar.

No digo anda antes de marcharme esta vez, ella me sonríe mirándome hasta que tomo el elevador y es lo último que veo antes de que las puertas de dicho elevador se cierren.

POV Beatriz

Llevo una mano a mi pecho mientras regreso a la cocina después de despedir a Lucas, me digo que debería calmarme, pero mi corazón late desbocado y mi rostro se siente en llamas solo porque él me besó.

Sé que dijo que solo debíamos practicar y realmente me estoy aferrando a eso para justificar que quiera besarlo, pero estoy a punto de desmayarse en pena ahora mismo.

El gato de Lucas se acerca a mis pies, hace un ronroneo coqueto para que lo alce en mis brazos y supongo que debo distraerme para evitar pensar en la forma en que nos besamos.

Mi madre me habría recriminado por ello.

Cielos si siguiera con ella ahora mismo estaría rezando hasta quedar desmayada por hacer algo como eso con un hombre que no es mi marido, pero la verdad estoy segura de que cielos no me castigará por ello.

Lucas es encantador, su familia lo es aún más y aunque esto es solo un acuerdo que durará hasta que mis bebés llegan a este mundo.

Estoy más que feliz de estar con él, de besarlo y de sentir todas estas cosas que nunca antes pensé se podrían sentir.

Camino con el gato hasta el sofá.

Lo dejo sobre mi regazo mientras prendo la tele pensando en que lo que sentía por el padre de mis hijos definitivamente no era amor.

Realmente ni siquiera puedo decir que era.

Nunca nadie me trató como él.

Ningún chico se atrevió a decirme absolutamente nada debido a mi padre y estudiar en un colegio de monjas para chicas tampoco me ayudó a que conociera mucho del mundo.

Pero lo aprendí de la peor manera y también vi que mis padres estaban cegados.

Me pone triste pensar que siguen prefiriendo el honor y su religión a mí, me duele que mi madre ni siquiera le interese saber si estoy bien o viviendo bajo un puente.

Pienso en la madre de Lucas y debo admitir que un poco de envidia se mueve por mis sentimientos porque esa mujer realmente quiere a su hijo.

La curiosidad de saber qué le sucedió a Lucas también sigue presente en mi cabeza, sé que dijo que su tío abuelo asesinó a sus padres, pero a qué punto pudo eso ser tan terrible como para que prefiera engañar a su madre actual.

Pienso detenidamente en el tiempo que llevamos viviendo juntos, pero no hay mucho que decir.

Las madrugadas son calmadas, él luce siempre feliz y no lo he visto beber ninguna pastilla o algo que me indique que realmente está mal. Suspiro diciendo que no debería estar tan preocupada por eso y después de dejar el gato sobre el sofá camino hasta mi cuarto abro el armario demasiado grande para la poco ropa que tengo y miro detenidamente que debería colocarse.

Termino eligiendo uno de los vestidos color crema que mi madre me regaño.

Me siento aún más triste cuando veo esa prenda sobre mi cuerpo, me maquillo sutilmente antes de caminar de regreso a la sal de estar para organizar un poco antes de que llegue la hora de marcharme.

Salgo del departamento a las doce menos diez, subo al auto que no he tenido la oportunidad realmente de usar y me siento un poco nerviosa, pero me recuerdo que debo dejar de tener miedo.

Tomo el rosario en mi cuello y lo coloco sobre el retrovisor antes de prender el auto pidiéndole a cielos que no olvidara todo lo que he aprendido.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar