Una madre de alquiler -
Capítulo 95
Capítulo 95:
Llevaron a Lucy a ballet y se quedaron mirando la clase. En un momento, la niña jaló a Amanda al medio del salón para enseñarle los pasos. Anthony estaba sonriendo mientras las veía bailar juntas, pero se detuvo ni bien notó que el padre de otro niño estaba mirando a su prometida. A fin de cuentas, ella estaba usando un vestido que a veces se levantaba cuando daba un giro.
“Ya está, amor. ¿Nos vamos a casa?” dijo Anthony, interrumpiendo el baile.
“Todavía quedan veinte minutos, amor”.
“Es suficiente por hoy” insistió él con tono serio.
“Cariño, ¿Qué pasa?” Ella se preocupó por su actitud.
“Nada”.
“Algo te molesta, estás impaciente”.
“Es ese maldito vestido que se te levanta y llama la atención de ese tipo. Nos vamos”.
“Bueno, dejaré de bailar para que pare. Tranquilo” dijo ella.
“¿Entonces explica por qué no deja de mirarte? Parece a propósito”.
“Amor, no tienes por qué estar celoso. Ni siquiera vi a ese hombre”.
“Pero ahora sí”.
“Olvídalo. Deja que Lucy termine la clase y nos vamos”.
Ella lo llevó al banco y se quedaron sentados observando bailar a la niña. Sin embargo, el hombre seguía mirando a Amanda, por lo que ella se vio obligada a calmar a Anthony. Cuando la clase terminó, volvieron a casa. Lucy fue a darse una ducha con su madre, mientras que su padre organizó lo que faltaba para el viaje. Como ya era tarde, a la pequeña le entró el sueño, así que Amanda la dejó recostarse un rato en la cama antes de que se fueran a lo de sus abuelos. Luego, la joven bajó a la sala y se encontró con su prometido, que estaba arreglado.
“¡Qué hombre tan elegante!” lo elogió.
“Te ves hermosa, ¿Pero ese atuendo no tiene muchos cortes? ¿Dónde está tu ropa interior?” dijo rozando el vestido en la parte de la cadera. Ella no pudo evitar reírse y revolear los ojos.
“El tirante es delgado, no se ve a través de la tela”.
“Ah, tenías un as bajo la manga”.
“Y tú estás celoso” acusó con una sonrisa, aunque su novio la ignoró.
“Solo queda que los guardias de seguridad se ocupen de las maletas y nos vamos, ¿De acuerdo?”
“Está bien, mi amor” dijo mientras se acercaba a él, entrelazando los brazos alrededor de su cuello. Anthony la miró serio y ella le besó los labios. Él le respondió, pasándole las manos por la espalda y bajando hasta su trasero”. ¿Cuánto tiempo tendré que esperarte? ¿Por qué el momento adecuado no llega más rápido?”
“Llegará pronto, lo prometo”.
“¿Cuándo?”
“Cuando nos casemos. Quiero esperar hasta la boda porque te quiero en cuerpo y alma para hacerte mía por completo”. Le sonrió y la miró con ojos intensos.
“No sabía que este hombre era tan romántico”. Ella le devolvió la sonrisa.
“Yo tampoco, pero tú haces que todo cambie para mejor”.
“Te amo”.
“Es tan bueno escuchar eso”.
“Me aseguraré de recordártelo cada minuto del día”.
“Te amo, hermosa”.
Volvieron a besarse hasta que se quedaron sin aire. Luego, la seguridad avisó que todo estaba listo, así que Anthony fue a recoger a su hija para subirla al coche y se dirigieron a la casa de sus padres. Amanda estaba un poco nerviosa porque iban a dar la noticia del casamiento, pero intentó calmarse antes de que llegaran.
Una vez allí, la joven despertó a Lucy, que se puso feliz de estar por fin en lo de sus abuelos. Apenas su novio tocó el timbre, Sabrina abrió la puerta con una sonrisa, le dio un abrazo a Amanda y le hizo un elogio atrás de otro”.
“Cuando Anthony me llamó estaba tan feliz. Es bueno verte, querida”.
“También me alegro de verla”.
“¿Solo vino tu nuera o qué?” comentó Anthony.
“Hola, hijo mío. Qué celoso eres” rio la señora y lo saludó. “¿Dónde está la princesa de la abuela?”
“¡Aquí estoy!” exclamó Lucy, dándole un abrazo.
“Bueno, pasen y pónganse cómodos.
Al entrar a la sala, saludaron a Geoffrey, quien estaba acompañado de Lesly y Dylan. Entretanto los guardias de seguridad llevaban las maletas adentro, la familia se sentó a charlar en el sofá”.
“Mamá, quiero agua”.
“Vamos a la cocina a buscar un poco” dijo Amanda.
“No hace falta, querida. Pediré que la traigan”.
“No se preocupe, iremos nosotras” insistió la chica. Se dirigieron a la cocina, donde Amanda le pidió un vaso de agua a una criada que estaba allí cocinando.
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