Una madre de alquiler -
Capítulo 91
Capítulo 91:
Al día siguiente, Anthony se despertó y miró a su prometida, que seguía durmiendo. Se levantó con una sonrisa, se lavó la cara y bajó a la sala.
“Buenos días” lo saludó Esther.
“Buenos días. ¿Puedes preparar a Lucy para ir a la escuela?”
“Sí, cómo no. ¿Amanda está bien?”
“Sí, solo quiero dejarla descansar un poco más. Llegamos tarde ayer”.
“Claro, entiendo”.
La señora subió a la habitación de la niña, y él volvió a la suya. Amanda todavía estaba durmiendo, así que trató de hacer el menor ruido posible mientras se cambiaba la ropa. Se puso una sudadera y regresó a la sala justo cuando Esther bajaba las escaleras con Lucy para llevarla a la mesa.
“Buenos días, hija. La saludó con un abrazo”.
“¿Dónde está mamá?”
“Mamá todavía está durmiendo. Hoy papá te llevará a clases, ¿De acuerdo?”
“¿Mamá me recogerá?”
“Sí”.
Luego de desayunar, Anthony la acompañó a la escuela y volvió a casa. Preparó una bandeja con comida y una taza de café, y la llevó al dormitorio. Amanda estaba en la misma posición de cuando él se había ido, lo que le sacó una sonrisa. Apoyó la bandeja al pie de la cama y se acercó a la joven dormilona.
“Buenos días, mi amor. ¿Vamos a despertar?” dijo, dándole un beso en la frente. Ella remoloneó un poco y suspiró. El día está hermoso”.
“Buenos días”. Abrió los ojos con lentitud.
“Buenos días, mi bella durmiente”.
“¿Qué hora es, amor?”
“Nueve menos veinte”.
“¡Cielos! Lucy tiene que ir a la escuela” exclamó, levantándose rápido.
“Tranquila, ya la llevé”.
“¿En serio?” Lo miró confundida.
“Sí. Me levanté antes y te dejé dormir un poco más. Ella está en la escuela”.
“¿Por qué hiciste eso?”
“Para que descansaras”. Él sonrió.
“Bueno, gracias”. Le devolvió la sonrisa y, al sentarse en la cama, notó la bandeja”. Qué rico, huele a café recién hecho”.
“La bella durmiente tiene que desayunar, ¿No? Esther me ayudó a preparar todo”.
“Gracias”.
“Buen provecho” dijo él antes de dar media vuelta”.
“¿No vas a comer?” preguntó ella.
“Ya desayuné. Come tranquila; iré a hacer una llamada, ¿Está bien?”
“Está bien”.
El joven salió al balcón de la habitación con el teléfono en mano. Amanda empezó a beber un poco de café y lo escuchó decir que no iban a ir a la empresa ese día ni el siguiente, lo que le generó curiosidad, pero decidió esperar para preguntarle al respecto. Para su sorpresa, el desayuno estaba tan delicioso que terminó comiendo más de lo habitual. Volvió a mirar el anillo en su dedo y sonrió como una tonta, pues todavía no podía creer que estaba comprometida.
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