Una madre de alquiler -
Capítulo 56
Capítulo 56:
“Hola, nena” dijo.
“Hola, Peter.
“Qué bueno que viniste, me alegré cuando supe que te iba a volver a ver”.
“Sí, Cindy me llamó para invitarme”.
“Amiga, vamos a buscar nuestras cosas al coche” intervino Cindy.
“Sí, vamos. Discúlpame, Peter. Ella se retiró y el chico se quedó frustrado. Anthony también se levantó para acompañarlas y abrir el maletero. Mientras Cindy tomaba las cosas, él llevó a Amanda hacia el otro lado.
“Yo no tuve la culpa del escándalo que hizo Mary” explicó.
“Está bien, no estoy molesta”.
“¿De verdad?”
“Sí, me lo esperaba. Tengo que confiar en ti, así que estoy tratando de tener la mente abierta”.
“Gracias, princesa. No dejes que Peter se te acerque. Ya me está volviendo loco la forma en que te mira” advirtió él.
“No es mi culpa. Trataré de evitarlo, ¿De acuerdo?”
“Está bien, sé que no es tu culpa, está abusado” reconoció.
“Vamos a buscar las cosas. Cindy ya había bajado casi todo, faltaban unas pocas bolsas”.
“Ya tomé tu maleta” le dijo a Amanda.
“¡Gracias! Oye, intenta salvarme de Peter, no quiero que me siga” le suplicó ella.
“Sí, me di cuenta, por eso te llamé. Tranquila, te ayudaré”.
“Está bien”.
“Sean cuidadosos, Anthony. Sabes que cuando bebe dice cosas sin pensar y si los ve juntos se enfadará” advirtió Cindy.
“Lo sé, pero no me importa”.
“Ignóralo Amanda. Quédate con las chicas o con Anthony y pronto se rendirá”.
“De acuerdo. ¿Y tú qué harás con Ken?”
“Viste lo suave que es, ¿No?”
“¡Son imposibles!” bufó Amanda.
“Ya se van a reconciliar. Ja, ja”.
“Ni lo pienses, Anthony” aseguró la joven.
“Parece que este enojo va a durar mucho tiempo”.
“Están los dos locos” bromeó su amiga. Me alegro de que nos quedáramos en la última habitación.
“Seremos vecinas” comentó Cindy. Mientras las dos se reían, apareció Ken. Cindy se puso seria, así que él se acercó y la abrazo.
“Dime si no eres una princesa enojada”.
“Ya quisieras que fuera una princesita” bromeó Amanda.
“Justo estaba diciendo que necesita cariño, Ken” dijo Anthony.
“No mientas, miserable” chistó Cindy.
“¡Qué traviesa! No te preocupes, cariño, lo guardaremos para después” respondió Ken.
“¡Cierra la boca!”
“Es difícil hacerme callar”.
“¡Estoy tan enojada!” bufó irritada, y él se rio de ella.
Amanda y Anthony los siguieron hacia adentro con las maletas”.
“¿Cuál es nuestro cuarto?” preguntó ella.
“Ese” señaló Cindy.
“De acuerdo”. La joven dejó las cosas sobre la cama al entrar. Anthony la siguió, cerró la puerta y se le acercó.
“Qué linda eres” dijo mientras le daba besos.
“¿Qué te pasa?”
“Quería besarte” afirmó él.
“Bajemos ya”. Ella lo detuvo.
“Después de que me des un beso”. La joven obedeció, entonces él la apoyó contra la puerta y le recorrió el cuerpo con las manos para hacer el beso más intenso. Cuando se les acabó el aire, se detuvieron. “Linda”.
“Vamos abajo” insistió ella.
Cuando abrieron la puerta, se encontraron a Cindy y a Ken a los besos en el pasillo. La parejita se detuvo y todos bajaron a reunirse con los demás. Las chicas se sentaron por un lado y los chicos por otro, y cada grupo conversó de temas distintos.
“Qué bueno que viniste, Amanda. Me sentí tan mal después de ese día en el club, perdón por lo que pasó” dijo Cindy, apenada.
“¿Aún te acuerdas de eso? Quedó en el pasado, no te preocupes” afirmó Amanda.
“¿Qué están bebiendo?” preguntó Cindy.
“Caipiriña”.
“Me prepararé una también. ¿Tú quieres, Amanda?”
“Sí, gracias”.
Cindy preparó dos vasos de caipiriña. Los hombres estaban conversando y comiendo bocadillos, pero cuando Anthony vio a Amanda bebiendo de lejos, no le gustó nada.
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