Una madre de alquiler
Capítulo 212

Capítulo 212:

Amanda pasó el día en el hospital y ayudó al médico a hacerles pruebas a los pacientes, radiografías, exámenes; ayudó en todo lo que fuera necesario.

En el horario del almuerzo, fue al comedor y se sentó en una mesa a esperar. Aprovechó para llamar a Anthony y conversaron un rato. Cuando finalizó la llamada, un enfermero se sentó a la mesa, junto con otra mujer.

“¿Podemos?” preguntó la mujer.

“Por supuesto”.

“Te queremos conocer” saludó él.

“Soy Andrew, ella es Ane. También somos enfermeros, trabajamos en urgencias”.

“Encantada de conocerlos. Como ven, soy Amanda”.

“¿Te gusta trabajar aquí?” preguntó Ane.

“Sí. ¿Ustedes trabajan aquí hace mucho tiempo?”

“Hace un año. También nos conocimos aquí, quedamos en el mismo sector”.

“Hicimos otros amigos, pero Andrew y yo somos los más cercanos”.

“Genial. Es bueno hacer amigos”.

“¿Quieres pasar el rato con nosotros esta noche?” invitó Ane.

“Nos podemos conocer mejor”.

“No puedo, estoy casada y tengo una hija; necesito compensar mi ausencia de casa”.

“Ni siquiera pareces casada y madre” observó Andrew.

“Eres muy joven, pareces de dieciocho”.

“No digas tonterías Andrew. Bueno, vamos a conocernos aquí mismo, Amanda; por lo poco que te he visto, pareces simpática. Será bueno ser tu amiga”.

“Lo mismo digo”.

Terminó de almorzar, miró la hora y se levantó.

“Lo siento, tengo que irme ahora”.

“Está bien, nos vemos luego”

“Hasta luego”.

Amanda tomó el plato y lo dejó en una mesa indicada, luego regresó a trabajar al despacho del Doctor Brown. Por la tarde meriendo con Ane y Andrew y, al final del día, Anthony la recogió. Fue a la salida a encontrarse con él, y desde una distancia oyó que Andrew la llamaba.

“Perdona, olvidaste el teléfono en la mesa de café, se me olvidó dártelo porque tenía mucho trabajo”.

“Gracias”.

“¿Te vas?”

“¿Hay algún problema?” preguntó Anthony.

“No, solo olvidé mi teléfono. Hasta mañana, Andrew”.

“Nos vemos”.

Ella agarró a Anthony del brazo y fueron al estacionamiento. Anthony se apoyó contra el auto y la miró con mala cara.

“No me digas que estás a punto de regañarme”.

“¿Quién es ese tipo? El primer día ya hiciste amigos. ¿Puedo saber por qué se quedó con tu teléfono?”

“Lo conocí en el almuerzo con otra enfermera, tomamos un café esta tarde y dejé el celular en la mesa; él solo lo guardó y me lo devolvió, eso es todo”.

“¿Estás segura?”

“¿Sospechas de mí?”

“No, simplemente no me gusta la idea de que te hagas amiga de ese, no confío en él”.

“Celoso mío, te extrañé, ¿Sabes?” Lo abrazo. No te preocupes, solo quiero a un hombre, estoy amarrada a él para siempre”.

“Yo también te extrañé, te extraño mucho. ¿No quieres renunciar y quedarte en casa?”

“¿Dónde está el hombre que me apoyaba?”

“Extraña a su esposa. ¿Cómo estuvo el día?”

“Muy apresurado y muy bueno”.

“Bueno, yo lo pasé acostado pensando en ti”.

“Tonto, ¿Lucy estaba molesta porque no la recogí?”

“Solo preguntó; está creciendo y entiende más las cosas, no está molesta”.

“Bien, vámonos a casa, estoy cansada”.

Se subieron al auto y se fueron, Amanda estaba muy feliz de haber terminado el día y de estar haciendo lo que tanto amaba.

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