Una madre de alquiler
Capítulo 174

Capítulo 174:

A Lucy le dio sueño, así que le pidió a Amanda que se fueran a dormir.

Ella le dijo que se despidiera de Ruby, entonces la niña le dio un abrazo. Subieron juntas al dormitorio y Amanda se quedó con ella esperando a que se durmiera, luego bajó a la sala y vio que Ruby seguía ahí.

“Lucy ya se durmió” le dijo.

“Bien. ¿Escuchaste, Ruby?” agregó Sabrina. Ya te puedes ir”.

“Claro, lo siento”. Se levantó y fue hacia la puerta.

“Gracias por ayudarme, Amanda”.

“Lo hice por Lucy” respondió la chica.

“Gracias de todos modos” insistió antes de irse y cerrar la puerta.

Amanda se quedó un poco temblorosa, así que Cindy le tomó las manos y le sonrió.

“No puedo creerlo, eres perfecta” dijo sorprendida.

“¿Tú crees?”

“Admiro tu fortaleza. Yo no hubiera hecho ni el uno por ciento de lo que hiciste”.

“Pero me duele” reveló ella.

“Lo sé, duele, pero pasará. Ella es tu hija, tú eres su madre, la única. Te ama y estará siempre a tu lado”.

“Gracias”.

“No llores, mi amor. Te prometo que pasará, siempre tendrás su amor. Ella está contigo, nada cambiará” dijo Anthony.

“Está bien, lo siento”.

“No te disculpes. Sé que ha sido difícil, pero todo va a estar bien, ¿De acuerdo?”

“Bueno”.

“Quiero que vayas a la habitación y hagas tu maleta” indicó él.

“¿Cómo?”

“Vamos a hacer un viaje”.

“¿Cómo que un viaje? ¿Estás loco? Se acerca nuestra boda”.

“Lo sé, prometo que habrá tiempo”.

“¿Adónde vamos? ¿Lucy también va?”

“No, se va a quedar. Iremos a Suecia”.

“¿Qué?” exclamó la chica.

“Así es, vamos a Suecia” afirmó Anthony.

“No. No voy a volver. No puedo”. Subió corriendo a la habitación.

Sabrina estaba confundida. Cindy miró a Anthony sin entender, pero él subió tras Amanda sin dar explicaciones y la encontró en la cama llorando.

“Amor”.

“No, no me hables. ¿Cómo te atreves a querer que vaya a Suecia?”

“Oye, cálmate y escúchame”.

“No, no quiero excusas”.

“Cariño, ¿Recuerdas que dije que te iba a ayudar a demostrarles a tus padres que no mentiste?”

“Eso es imposible”.

“No lo es. Vamos a Suecia y demostremos juntos la verdad”.

“¿Podremos probarlo?”

“Sí” aseguró él.

“Cielos, Cielos. ¿Hablas en serio?” Amanda no podía creerlo”.

“Sí, pero tengo que decirte algo que no te gustará. Tuve que hacer algo desagradable para conseguir pruebas”.

“¿Qué?”

“¿Quieres saberlo?”

“Sí, habla más alto”.

“Conocí a tu hermana en ese viaje que hice, te juro que no sabía quién era y no sabía que estaría allí”.

“¿Ella estaba ahí? ¿Qué pasó? Ustedes”. No pudo terminar.

“La conocí en la empresa, que hacía negocios con la empresa de tu padre, así que ella fue a presentar los proyectos con los que trabajan. En fin, la conocí, pero no quise tener nada que ver con ella, es bastante atrevida y hace babear a todos”.

“No quiero escuchar eso”.

“El día que fui a la conferencia, después de terminar, fuimos a un restaurante a cenar. Fuimos todos, y ella bebió demasiado, así que, como estábamos en el mismo hotel, la llevé a su habitación”.

“Maldición, no quiero saber más. Sabía que también me ibas a dejar, sabía que ibas a cambiarme. Ella siempre fue mejor que yo, más bonita, con un cuerpo más hermoso, más simpática”.

“Para, te juro que no pasó nada”.

“La llevaste a la habitación, acabas de decirlo”.

“La llevé, sí, pero ya había pensado en todo. Tengo mensajes que lo prueban si quieres verlos. Antes de ir a la habitación, hablé con un tipo que trabaja en el hotel, le pagué para que borrara las cintas de seguridad y para que dejara una píldora en su cuarto” detalló el hombre.

“Cuando llegamos, ella quería tener se%o, pero la engañé y le dije que primero bebiera un poco de agua y nos conociéramos. Le di la píldora con el agua y, cuando hizo efecto, grabé la conversación que tuvimos mientras ella se iba quedando dormida. Me confesó lo que te hizo”.

“¿Confesó?”

“Sí, está todo grabado. Tienes pruebas de que no mentiste, mi amor. Tus padres sabrán la verdad”.

“Ay, Cielos, y yo juzgándote” se lamentó la chica.

“Ya me lo esperaba, no te preocupes. Perdón por hacer esto a tus espaldas, no quería decírtelo por teléfono para no ponerte nerviosa y preocuparte. Sabía que te ibas a alterar”.

“Lo siento, debí haber confiado en ti”.

“Está bien, pero nunca repitas que te voy a cambiar, ni por ella ni por nadie. Es linda, sí, pero no te llega ni a los talones. Ni en carácter ni en belleza”.

“Muchas gracias por ayudarme”.

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