Capítulo 82:

Ahora que se había suspendido el rodaje de anuncios, Sara fue a charlar con el personal por el aburrimiento.

Como compañera, la guapa y gentil dama pronto se hizo popular entre todos.

Mientras hablaban, oyeron que un director de iluminación se quejaba: «Nunca había visto a alguien tan malo actuando. Ni siquiera un novato lo haría tan mal».

«Es la primera vez que veo tantas repeticiones en mi carrera. Es un nuevo récord. No entiendo por qué los anunciantes la contrataron para ser su patrocinadora de sus productos.»

«Me dolían las manos de levantar el tablero de iluminación y el director parece estar muy enfadado».

Todo el mundo se quejaba de Rorey, pero Sara no hizo ningún comentario.

En general, Rorey había sido reconocida como una pésima actriz, así que el resultado era comprensible.

En cuanto a por qué los publicistas habían acudido a ella, debía de ser porque Rorey había llamado mucho la atención últimamente. Y consiguió el trabajo con la ayuda de David.

Sara curvó los labios.

Todo lo que Rorey sabía era actuar en contra de su hermanastra menor, pero había ignorado la verdad de que la industria del entretenimiento no era tan fácil.

Sin dotes de actriz, por muy capaz que fuera su familia, no podría conseguir nada.

Sara no pudo evitar regodearse ante ese pensamiento. No sentía la menor simpatía por la mala reputación de Rorey.

«Sara»

Stacie se acercó por detrás y la llamó condescendientemente.

«¿Qué?»

Sara alzó las cejas y preguntó con frialdad.

Stacie no tardó en acercarse a ella y entregarle un abanico. «La empresa quiere que te esfuerces en actuar como si te llevaras bien con Rorey. Ahora que Rorey está descansando y hace tanto calor, ve y abanícala. Fotografiaré esta escena para publicarla en Internet más tarde».

Sara guardó silencio.

Sara estaba sorprendida por lo que había dicho el agente. Pero luego miró a Stacie con una mirada sarcástica y sonrió: «¿Quieres que la abanique?».

«Sí. Como todo es actuación, tienes que actuar como si fuera real. Si no, ¿Cómo va a creer la gente?».

Stacie habló con una mirada justiciera, tratando a Sara como su subordinada.

Sara entrecerró sus hermosos ojos. «Stacie Hudson, ni siquiera ha oscurecido aún, ¿Y ya empiezas a soñar? ¿Crees que seré tan estúpida como para aceptar ser su sirvienta? O bueno, en los tiempos en que estamos sería más bien… criada»

«Sara, ¿Estás intentando desobedecer las órdenes de la compañía?»

Pareciendo haber esperado la negativa de Sara, se mofó de ella y la obligó en nombre de la compañía.

Sara resopló ante eso: «Deja de usar a la empresa como excusa. Esto no es TEG. Puedo cooperar si quieres fingir nuestra relación. Sin embargo, no trates de gastar semejantes bromas. No estoy aquí para servir a Rorey».

«Sara, tú…»

Stacie no esperaba que Sara fuera tan terca. Con el rostro ensombrecido, la agente quiso regañarla. Pero antes de que pudiera terminar su discurso, se encontró con los ojos burlones de Sara.

«¿Qué? ¿Me vas a dar una lección?».

Ella curvó los labios irónicamente y dijo: «Bueno, ¿Qué te parece esto? ¿Le pides a Rorey que me abanique en su lugar? Así, además, podrás hacer fotos y subirlas a Internet para contarle a la gente lo unidas que estamos.»

«¡No va a pasar!», soltó la agente.

La mirada de Sara se volvió fría ante eso.

«Siendo así, ¿Por qué tienes la desvergüenza de pedírmelo? Vuelve y dile a Rorey que, si va más lejos, esté preparada para cuando renuncie».

Sara tenía una postura inflexible. Sabía muy bien que Rorey había hecho todo lo posible por humillarla desde el principio.

¿Acaso esa mujer suponía que se tragaría sus bravuconadas?

Al ver que Sara era dura, Stacie reprimió su arrogancia de inmediato. Luego, apretó los dientes y se marchó abatida.

Tras marcharse, Sara retiró la mirada, desinteresada en prestarles atención.

A Rorey le impacientaba que Stacie llevara tanto tiempo marchándose. Sin embargo, sus ojos se ensombrecieron cuando vio que la agente regresaba sola.

«¿Dónde está Sara?»

Molesta, la agente dudó antes de relatar lo que Sara acababa de decir.

Tras escuchar la explicación de Stacie, Rorey se puso furiosa.

Se levantó de su asiento y espetó: «¡Esa z%rra!».

De pie detrás de ella, Stacie preguntó con cautela: «Rorey, ¿Qué debemos hacer ahora? Esa mujer no se mueve ni por la fuerza ni por la negociación. Sencillamente, no podemos hacerle nada».

Rorey no respondió. Pero su rostro estaba distorsionado por la ira. Apretó los dientes y miró a lo lejos la espalda de Sara, con ojos maliciosos.

Rorey sabía que Sara no era fácil de tratar, pero lo que más le molestaba era el hombre que la apoyaba.

Había planeado humillar a Sara y darle una lección durante este viaje, pero fuera de sus expectativas, ella misma era la humillada.

Rorey ardía en odio y celos.

¿Por qué esa z%rra siempre tenía una vida mejor que la suya?

Hombres, estatus, e incluso la propiedad de la Familia Tang… tenía que admirar a Sara e incluso estar siempre a su merced.

¡Ella tenía bastante de tal sentimiento!

«¿Rorey?»

Notando la mirada complicada en el rostro de Rorey, Stacie y Gracie comenzaron a preocuparse.

Rorey respiró hondo y reprimió la ira.

«No importa. Hay muchas oportunidades de arreglarla. Ve a buscarla para hacerle una foto. Déjala ir esta vez», dijo fríamente.

«De acuerdo».

Stacie asintió y llamó a Sara.

Sara vino esta vez, pero de manera distante.

Se paró frente a ellas y dijo impaciente: «Deprisa».

Rorey y Stacie se pusieron rígidas por un breve instante, y luego Rorey respiró hondo mientras un atisbo de supresión brillaba en sus ojos. Asintió a Stacie.

Stacie le dijo fríamente a Sara: «Ponte al lado de Rorey».

Sara curvó los labios y siguió sus palabras, poniéndose hombro con hombro con Rorey.

Las dos permanecían juntas, una indiferente y la otra reprimiendo su ira, con un aspecto nada armonioso.

Al cabo de un rato, Sara se mofó: «Rorey, todos estamos muy ocupados. Si sigues poniendo ese rostro, será mejor que no hagamos fotos».

Rorey respiró hondo, miró a Sara a el rostro y finalmente forzó una sonrisa.

Sin embargo, esa sonrisa no era amistosa. En su lugar, había hostilidad en ella.

«Sara, no seas complaciente. ¿Crees que no puedo darte una lección?»

«Huh, intenta lo que puedas. Siempre estoy esperando».

Ridiculizó Sara a su hermanastra menor, sin mostrar temor alguno.

Las mejillas de Rorey se crisparon ferozmente.

Lanzó a Sara una mirada hosca y resopló: «Ya veremos».

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