Un matrimonio relámpago -
Capítulo 306
Capítulo 306:
Después de un día de trabajo, Sara y sus compañeros salieron del edificio de oficinas.
Ya era otoño en Benín.
Como el cielo oscurecía muy temprano, las farolas se encendían pronto.
Las luces eran preciosas cuando se ponían en fila.
Tras despedirse de sus compañeros, Sara se dirigió a la parada de autobús.
De repente, un coche se detuvo a su lado.
Sara se giró sorprendida.
La ventanilla se bajó lentamente, revelando el apuesto rostro de Maddox.
Sara no pudo evitar reírse.
«Hola, Maddox».
«Sara, deja que te lleve a casa».
«No hace falta. Tomaré el autobús».
Sara lo rechazó y continuó: «¿No vas a venir a Yayoi? Date prisa y déjame en paz».
Maddox frunció el ceño.
«Sara, ¿No has conducido hoy tu coche?».
Sara respondió: «No. Mañana es fin de semana. Quiero agarrar el autobús y disfrutar del paisaje de la calle. Hace mucho que no lo hago».
Durante ese tiempo, había estado preocupada por demasiadas cosas, y cada nervio de su cuerpo había estado tenso. Ahora se quería relajar. Quería ir más despacio.
Tomar un autobús era una buena opción.
«Sara, deja que te lleve a casa. Será muy tarde si vas a casa en autobús. Mi hermano y yo estaremos preocupados».
Maddox salió del coche y se acercó para ayudarla a abrir la puerta con actitud decidida.
Sara suspiró: «Sólo son veinte minutos en coche hasta Villa Lennox. Llegaré pronto a casa».
Nada más terminar Sara echó a correr.
Al verla huir, Maddox no pudo evitar reírse.
Pensaba que Sara era más madura que Juliet y Yayoi.
Para su sorpresa, Sara podía ser tan infantil.
Como Sara no quería que la enviara a casa, Maddox se dio por vencido y cerró la puerta del coche.
Luego subió al coche y se marchó.
Después de correr un rato, Sara aminoró la marcha.
Se detuvo y miró hacia atrás, descubriendo que el coche de Maddox había desaparecido.
Tras lanzar un suspiro de alivio, Sara siguió caminando hacia la parada de autobús.
El andén estaba lleno de gente.
Sara se apretujó hacia el frente y estiró el cuello para comprobar si el autobús había llegado.
No consiguió ver el autobús. En cambio, vio un sedán rojo que se acercaba y se detenía a su lado.
Sara pensó que el conductor quería recoger a alguien en el andén, así que retrocedió. Sin embargo, al bajar la ventanilla del coche, salió una voz familiar.
«Sara».
Al oír esto, Sara se apresuró a mirar dentro del vagón.
Un rastro de sorpresa apareció en su bello rostro.
Era Lina.
«Señorita Lina, usted…»
Lina aparcó el coche a su lado. Debía de querer algo.
Como era de esperar, la débil voz de Lina volvió a sonar.
«¿Le viene bien cenar conmigo?».
Temiendo que Sara lo entendiera mal, Lina añadió: «Cenemos juntos como amigos».
Sara alzó las cejas con incredulidad.
¡Lina la trataba como a una amiga!
Aquello fue una agradable sorpresa para Sara.
Sara abrió la puerta del coche y se sentó dentro.
Cuando Sara se puso el cinturón de seguridad, sonrió a Lina: «Será una pena si declino la invitación de mi amiga».
Lina contestó con una sonrisa.
No dijo nada y directamente arrancó el coche, que se incorporó al tráfico.
«Sí, volveré después de cenar. Yo…»
Sara estaba en la entrada del restaurante, hablando por teléfono.
De vez en cuando miraba hacia atrás.
Lina estaba hablando con el camarero.
Entonces el camarero asintió y se fue.
«Sí, te llamaré para que me recojas en cuanto termine».
Después de charlar un rato, Sara colgó y entró.
«¿Estabas hablando con tu novio?»
Después de que Sara se sentara frente a Lina, ésta le preguntó con una sonrisa.
«No, es mi marido».
Sara agarró la tetera y sirvió un vaso de agua para ella y Lina.
Sara no se dio cuenta de lo sorprendida que estaba Lina por su respuesta casual.
¿Sara se ha casado?
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