Un destino difuso -
Capítulo 72
Capítulo 72:
Los Cruz estaban aprehensivos y preocupados. Porque nada más difícil que luchar contra un fantasma; habían sido atacados, pero se veían imposibilitados de responder adecuadamente, al no conocer la identidad y el poder de alcance, de su contrincante. Y este detalle los ponía en desventaja.
Ya de regreso camino a la Joyería, padre e hijos, comentaban los acontecimientos recientes, que eran por demás de imperante interés.
“Me tranquiliza tener la certeza de que no fuimos traicionados por Ramón; de haber sido así, me hubiera llenado de ira que me hubiera visto el rostro de tonto”.
“Así es papá, porque si vamos al caso, ese negocio fue atípico; fuimos sorprendidos por la pericia de Ramón. A todas luces pudimos haber sido timados”
“No necesariamente, cada negocio tiene sus propias características y el de esta semana fue rápido y efectivo, así de sencillo”.
“Tienes razón, Martín”
“En lo referente al atentado, en suma, salimos bien librados; porque el ataque fue frontal y con toda saña; la herida del brazo no me deja ninguna secuela, cosa que me alegra y me tranquiliza mucho, dijo.
“La sorpresa del ataque casi nos deja fuera de combate, menos mal que andamos en calma, pero listos para el ataque y para la defensa de ser necesario. De otra manera nos sacan de circulación”, continuó.
“Y lo mejor es que no se les dio chance de tomar ventaja, porque ellos no solo venían por nosotros; también por las gemas. Tenemos que estar de ahora en deseo en máxima alerta”.
“De eso quería hablarte papá, estoy cansado de este estilo de vida. Tenía miedo de sincerarme contigo sobre este particular, porque sé Muy bien que ha sido tu manera de vivir y has invertido muchos años y esfuerzo en levantar este imperio”.
“Pero no podemos negar que vivimos al filo de la navaja. Siempre con una amenaza sobre nuestras cabezas y a decir verdad, antes no me importaba; hacía lo que me daba la gana, porque me sentía invencible, capaz de comerme el mundo, si se me oponía”, dijo como si estuviera reflexionando al respecto.
“Pero ahora mi vida es… otra cosa… siento un deseo inmenso de dejar todo esto atrás, pasar la página, y comenzar de nuevo”
Bajó la voz como pensando.
“Desde pequeño, oí a mi mamá quejarse por el peligro constante en que vivíamos, pero también me acostumbre a que tú hacías caso omiso de sus quejas y seguías adelante sumergiéndonos a nosotros, tus hijos, en tu mundo”
Uriel lo miró sorprendido por las palabras que escuchaba de su hijo.
“Pero ese es el punto, papá. Yo no quiero hacer lo mismo con mi hijo. Quiero brindarle un mundo sano, sin violencia; que él pueda decidir qué es lo mejor para su vida, sin ninguna atadura”.
“Pues fíjate que, me parecen muy románticos tus sueños, Alejandro… pero no te niego la razón. En otro momento te hubiera refutado con fuerza esta posición; pero sí, no puedo negarte, que yo también he pensado, muchas veces, dejar este negocio y alejarme de aquí”, dijo.
“Ha habido momentos de desencanto y de profundo hastío, en los que he querido olvidarme de todo; pero luego recapacito y veo que son muchos años de lucha para tirarlos por la borda. Y más que eso, en realidad, eran los compromisos los que me superaban, y simplemente me he visto obligado a seguir adelante”, suspiro.
“Pero hoy en día, no te niego el derecho a decidir sobre tu vida; los hijos de ustedes son una nueva generación, que no tienen por qué arrastrar nuestros errores”, continuó.
“Admito que ya estoy viejo, y los años y las experiencias no pasan en balde. He empezado a pensar diferente, ya no soy tan egoísta, como lo fui de joven; la verdad es que me siento cansado… y como, estamos ahora de confesiones, pues, se me da el momento de decirles que mí deseo, también es retirarme”
Era algo que había estado meditando.
“Es hora de disfrutar mis últimos años viajando, sin preocupaciones. Además, su mamá, merece una vejez tranquila, ese derecho se lo ha ganado a pulso”, expresó.
“Y, por otra parte… me da tranquilidad decirles, que ya no están obligados a seguirme; son libres de manejar sus vidas como quieran”
“Estoy sorprendido, papá, perdona… pero me cuesta creer que estás hablando de esa manera. Pero te confieso que me trae mucha tranquilidad, oírte hablar así”, confesó.
“Celebro la valentía de Alejandro, de poner las cartas sobre la mesa, porque, esa es una inquietud que ha estado rondando mi cabeza desde hace tiempo; Amalia y yo hemos pensado en independizamos y paulatinamente retirarnos de este estilo de vida”, continuó.
“Nunca lo manifesté por temor a la censura de ustedes. Pero estoy de acuerdo con ir limpiando nuestro nombre”.
“No se trata de dejar de seguirte papá, la propuesta es que todos como familia empecemos a limpiarnos el lodo. La idea no es jamás, dejarte solo. Martín y yo no somos unos tontos idealistas; estamos conscientes que lo que tú has construido no se levantó en dos días”, dijo Alejandro.
“Martín lo ha dicho muy bien, empezaremos a hacer cambios en forma paulatina; un paso a la vez”
“Yo lo veo difícil, hijos, tenemos negocios, conexiones, compromisos, deudas que no se pagan con dinero, amigos y enemigos; con los cuales no es fácil romper de buenas a primeras”, les dijo.
“Para empezar a retirarnos tenemos que ser extremadamente pacientes y cautelosos”.
“Desde luego, papá, tiene que ser pequeños movimientos que solo nosotros tres conozcamos, y que los hagamos sin levantar la más mínima sospecha de que queremos retiramos de negocios turbios”.
“Ya llegamos, dejemos esta conversación para otro momento”.
“Está bien papá, te agradezco la actitud positiva, que has tomado con mi comentario y con la inquietud que tenemos Martín y yo; debemos reunirnos a valorar todos los frentes y a decidir cómo vamos a empezar a desenredar este nudo”.
“Yo también te doy las gracias, papá, por lo pronto debemos descubrir a nuestro enemigo número uno, porque este nos quiere muertos”.
“Claro, Martín, primero lo primero”
Ya dentro del edificio donde estaban las instalaciones de la joyería.
“¿Qué vamos a hacer el resto de la tarde, papá?”
“Vamos a comenzar a clasificar las piedras, seleccionarlas por tamaño, color, calidad, hay que registrarlas en los libros y decidir qué se va a hacer con cada una de ellas, para que el tallador empiece su trabajo”.
“Hmm… está bien papá, pero no hemos comido nada desde el desayuno, mandemos a traer algo a domicilio, yo tengo hambre ya”.
“Tienes razón, ya se me había olvidado hasta comer. Ordena tú mismo Martín”.
Mientras todo esto sucedía, esa mañana Fabiana aprovechó la oportunidad que le dio la hora del desayuno, para pedirle a Amalia que le concertara una cita con su obstetra de confianza.
“Si querida, con mucho gusto. Yo lo había pensado y estuve a punto de comentarte, pero tú sabes, soy prudente y esperé a ver que decidían ustedes”.
Fabiana se quedó un momento pensativo y se animó a preguntar:
“¿Cómo te trata tu médico, te inspira confianza?”
“Es una mujer… la doctora Mariela Dávila, es una persona amable y me inspira confianza porque lleva muchos años en su profesión; de hecho es jefe de la asociación de médicos ginecólogos y obstetras y ha sido reelegida en varias oportunidades por su conocimiento y desempeño”.
“¡Ay qué bueno, Amalia! Me tranquiliza mucho saber que tiene experiencia, también me agrada que sea mujer, así voy con más confianza. ¡Apártame una cita lo más cerca posible!”
“Déjame llamar a su secretaria y le preguntamos de una vez para cuando te puede agendar”.
“¿Aló, Con el consultorio de la doctora Dávila?”
“Sí, buenos días… ¡A la orden!”
“Señorita, necesitamos una cita por primera vez, con la doctora Dávila, le agradecería, nos diera la oportunidad lo más pronto posible”
“Hmm… un momento verifico que turno me queda libre… ¡Ah sí! Para la próxima semana, día miércoles a las nueve de la mañana, ¿Le parece bien?”
Amalia consultó con la mirada a Fabiana, para responder; esta última confirmó con ligero movimiento de cabeza.
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