Un destino difuso -
Capítulo 52
Capítulo 52:
Para este propósito se había vestido con ropa deportiva de color llamativo de fácil identificación, por lo que pronto fue localizado por la policía por la descripción que las víctimas habían dado de su agresor.
De esta manera se llevó a cabo la estrategia proyectada por el grupo de los Cruz, a fin de infiltrar a sus hombres, en la banda de los chinos; según lo que estaba planificado.
Estos hombres quedaron detenidos en la jefatura de policía hasta principios de la semana próxima, cuando por órdenes superiores serían trasladados a la penitenciaria de la capital.
Ese mismo fin de semana, se llevó a cabo la reunión en el barrio, entre la gente de la organización de los Cruz con la banda de los lobos.
La reunión se llevó a cabo en la trastienda del abasto del señor Leo; según estaba previsto, solo se reunieron los cabecillas de ambas organizaciones y la Chata como testigo principal y jefe de zona.
Carlos, uno de los de los Cruz, que fungió como delegado, empezó la reunión preguntando:
“El propósito de la reunión está más que definido. Necesitamos una respuesta clara y contundente, sobre la decisión que ustedes tomaron acerca de formar, o no, parte de nuestra organización. ¿Quién es el delegado?”
Un hombre apodado El chiche, levantó la voz y se identificó como el vocero del grupo.
“La banda de los lobos, hemos tomado la decisión de unirnos a ustedes, aceptando su reglamento y sujetándonos a sus normas. Solo queremos que se nos deje seguir conservando nuestro nombre original de los lobos, por ser el nombre con el que nacimos y el que nos ha mantenido unidos hasta ahora. Ese nombre es para nosotros como una bandera”.
Carlos, entorno los ojos y con expresión seria, respondió:
“Nosotros no tenemos la potestad de aceptar esa, ni ninguna otra concesión que ustedes quieran plantear”, explicó.
“De hecho, la orden es que si ustedes deciden aceptar la oferta de integración a nuestra organización, sea de forma integra, sin ninguna otra condición. Nosotros no podemos aceptar que haya otro nombre bajo el cual estén arropados hombres que pertenezcan a nuestro grupo, porque esto a la larga traería celos o divisiones que no convienen”, dijo.
“La propuesta es que una vez se haga la fusión, empezaremos a trabajar las dos zonas con todos los barrios que las forman, bajo una sola autoridad y una sola dirección”, continuó.
“En cambio, ustedes recibirán todos los beneficios con que cuenta cada miembro de los que formamos la organización y además tendrán un beneficio extra”, comentó.
“Se les dará un dos por ciento de la ganancia sobre las ventas en la zona que ustedes dominaban. Esto lo hacen los jefes como un gesto de buena voluntad, y para que se sientan incentivados”, dijo.
“Por otra parte, de inmediato entran a un plan de entrenamiento, que contempla defensa personal y manejo de armas, entre otras muchas disciplinas. Piénsenlo, tomen su decisión y, la última palabra, la tienen ustedes”.
Los tres hombres pidieron unos minutos para hacer una llamada y consultar con el resto de los integrantes.
“Si, Carlos, estamos de acuerdo, les gustó el estímulo del dos por ciento extra de ganancias sobre ventas. A partir de este momento, somos una sola organización”.
“De acuerdo, entonces vamos a firmar el convenio que enviaron los jefes, que ya tenemos redactado y listo, para que todo quede formalmente constituido”.
Acto seguido, cada uno de los presentes firmaron conformes, quedando constancia legal del trato realizado.
“Queremos aclararles, aunque ustedes ya lo deben de saber, que la señorita aquí presente es la encargada de toda la zona. Es a través de ella que los jefes, bajan las órdenes y los comunicados. Ella también sirve de intermediario para cualquier cosa que ustedes necesiten”.
Una vez terminado el protocolo, estrecharon sus manos en señal de alianza.
“Bien, muchachos, a partir del lunes, tendrán noticias sobre las directrices a seguir. Como ya les dije esta respetable señora, a la que llamamos la Chata, por cariño, será la encargada de pasarles cualquier información al respecto”, dijo Carlos.
La Familia Cruz, en pleno, por su parte, partieron a primera hora del sábado, rumbo a lo alto de la cordillera, en busca de ese lugar paradisiaco donde está ubicado ese pequeño y hermoso pueblito de los nevados, escondido entre montañas, donde se respiraba aire puro, paz y una tranquilidad incomparable.
“¿Qué te parece el lugar Fabiana?”
“¡Estoy fascinada, Alejandro, este lugar parece sacado de un cuento!, es la primera vez que vengo aquí, pero quede prendada de este lugar. ¡En verdad me encanta!”
“Sí, nosotros hemos venido en atrás oportunidades, ¡Es un poco lejos, pero vale la pena! Me pone muy contento haberte traído aquí”
Martín y Amalia, tomados de las manos, también estaban enajenados, contemplando los alrededores de ese pueblito de ensueño.
“Fue una buena decisión, mi amor, me trae recuerdos, de niña, cuando papá traía a toda la familia. Corríamos mis hermanos y yo, como locos, por todas las callejuelas, metiéndonos en cada rincón, y cuando no nos estaban viendo les alabamos la cola a los burros y salíamos corriendo antes que nos dieran una patada”.
“¡Uf, en este lugar no pasa el tiempo!, sigue bello como siempre. Esta gente lo cuida con esmero”.
“Pero claro, Uriel”, respondió su mujer.
“Si esta es su única fuente de ingreso, además está dedicado únicamente al desarrollo del turismo de montaña. ¡Esto es una maravilla!”
Una vez llegaron, les asignaron una cabaña por cada pareja.
Acto seguido se dispusieron a dejar su equipaje, para luego salir a disfrutar del exquisito menú y posterior paseo en burro o a lomo de mula; por los desfiladeros de las montañas y el perímetro del pueblo, de calles empedradas al puro estilo colonial.
Visitaron las lagunas de criaderos de truchas, los paisajes vestidos de frailejones; las nubes que casi se dejaban tocar con los dedos, la atmosfera helada y húmeda en medio de un ambiente completamente gris.
Regresaron el domingo en la noche, cansados pero satisfechos.
En definitiva, el paseo fue una experiencia inolvidable.
A comienzos de semana Odín se comunicó con los Cruz, para informarles que los hombres que tenían la misión de infiltrarse ya habían cumplido su cometido.
Así, para hacer de su conocimiento, que tuvo un contratiempo con la gestión del traslado, porque las personas claves que podían ayudarle, estaban de comisión, hasta mediados de semana.
Por lo tanto, era imprescindible hacer que los subalternos demoraran el proceso, encajonando los papeles por unos días, mientras llegaban las autoridades con las que podían tranzar cualquier trato.
“¡Aló Uriel!, ¿Cómo están, qué tal el paseo?”
“¡Hola Odín! ¿Cómo está usted?, en el paseo nos fue muy bien, disfrutamos cada momento. Es un excelente lugar para pasar un fin de semana; a la próxima oportunidad nos acompañas, te aseguro que la vas a pasar bien”.
“Bueno… quería decirte que los muchachos son unos expertos para realizar su trabajo, lo hicieron de una forma limpia, fueron al grano y ya está”.
“Tienen que ser trasladados de mañana a pasado mañana, pero la gente con la que siempre trato los negocios está de comisión. Tuve que negociar con unos subalternos para que me retrasaran el papeleo hasta que llegue la gente que conozco”.
“Sí, los muchachos están bien adiestrados, yo les mantengo una buena rutina de entrenamiento y siempre me han quedado bien con las misiones que se les ha delegado; son gente confiable; por eso no dudé en soltarles este encargo. Estoy seguro de que lo harán mejor de lo que esperamos”
“Tengamos paciencia, hay que darle tiempo al tiempo. Esto son trabajos que no se pueden apurar. Dejemos que los acontecimientos sucedan de forma natural”.
“Estamos en contacto permanente Uriel. Hasta pronto..”.
“Hasta pronto amigo. Y mil gracias por tu interés”.
Mientras tanto, en el apartamento de los suegros de Fabiana, Valeria, aprovechando que su marido no se encontraba en casa; hurgaba entre sus documentos para ver si encontraba algo que la orientara en dirección de la madre de Fabiana.
Pensó en investigar por su cuenta antes de aventurarse a preguntarle a su marido porque no sabía con certeza cuáles habían sido los tratos entre él y Odín con respecto a Fabiana; dado que Uriel no era amigo de informarle asuntos relacionados con sus negocios.
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