Un destino difuso
Capítulo 13

Capítulo 13:

Ese recinto había sido testigo de su dolor, de su frustración, de su ira y de sus abundantes lágrimas.

Ahí había desahogado su impotencia y ahí también se había fortalecido dándose ánimo y empoderándose para poder sobrevivir a su tragedia.

Los dos o tres días que estuviera Alejandro fuera los iba a aprovechar para desentumecerse, caminar y respirar el aire libre sin ninguna aparente amenaza.

Salió de la tina como nueva.

Se vistió con un short de color blanco, una camisa vaquera de cuadros azules y zapatos deportivos.

Trenzó sus cabellos y salió rumbo a la cocina.

“Buenas tardes, Julia, ¿Cómo está todo por aquí?”

“¡Hola mi niña! ¿Cómo estás?, extrañé no verte por aquí temprano como todos los días..”.

“Ah, Julita, es que aproveché a descansar bien y pasar un tiempo a solas conmigo misma. Tenía que hacer una catarsis y organizar mis pensamientos”.

“¡Qué bien!, si es bueno reflexionar, retener lo agradable y desechar lo negativo”.

“Ya el almuerzo está listo, hace rato. Hoy estamos casi solas, Amalia salió en su auto esta mañana, no dijo a donde iba, por lo tanto, no la espero para almorzar. Tú me dirás dónde te sirvo”

“Bueno Juli, donde a mí me gusta sentarme desde que llegué a esta casa. En la mesita de la derecha, ahí afuera, es encantador, corre una brisa muy agradable y el verdor del prado me transmite tranquilidad. Sí, disfruto estar ahí”

“Ok, mi niña siéntate que ya te atiendo”

“¿Tú ya almorzaste Julia?”

“No, aún no..”.

“Siéntate conmigo y me acompañas, para no comer sola..”.

“No me parece adecuado, Fabiana”

“Ay, porfa… di que sí, anda compláceme..”.

“Bueno, niña, solo porque no hay nadie por ahí”

Una vez hubo atendido a Fabiana, se sirvió su propio plato y fue a sentarse al lado de la chica.

“Qué tranquilidad se respira hoy”, dijo Fabiana.

“¡Ojalá fuera siempre así!, esto sería un paraíso”.

“Este lugar es muy tranquilo, no hay polución ni ruidos molestos porque estamos retirados de la ciudad; yo llevo viviendo aquí ya varios años y nunca me aburro, este es mi mundo, contestó Julia.

“Creí entender que trabajaste desde muy joven para los padres de Alejandro… cuéntame..”.

“Ah, sí… es cierto, tengo muchos años trabajando para esta familia; yo ayudé a la Señora Valeria con la crianza de sus dos hijos mayores: Alejandro y Martín. Cuando compraron esta propiedad, construyeron la casa y fue entonces que los muchachos se decidieron a independizarse de sus padres y venir a establecerse aquí. Pero no quisieron venirse solos, sino que me trajeron con ellos para tener a alguien conocido y de confianza que les sirviera..”.

Julia pensó por un momento.

“En principio me pegó el cambio un poquito, pero luego me adapté y aquí estamos”

“Qué bueno, Julia. Sí, supongo que con el pasar del tiempo se adapta la persona a los cambios, por la fuerza de la costumbre. A mí me ha costado: te cuento que todavía no me siento realmente parte de la familia. ¡Mmm!… Esperaré que me depara el futuro”.

“Ten paciencia, mi niña, poco a poco se anda lejos. Como dicen por ahí: Un día a la vez”.

“Y… ¿La Señora Valeria solo tuvo dos hijos?”

“No, ellos son los mayores. Estando los muchachos ya grandes, ella volvió a salir embarazada y tuvo una niña; pero por desgracia la niña murió en un accidente cuando tenía nueve años; esto afectó mucho a los señores. La Señora Valeria tuvo que tener un tiempo de terapia para poder recuperarse de ese duro golpe”.

“Hay que tristeza, Julia. Perder un hijo debe ser muy traumático. ¡Pobre mujer!”

“Si, a los muchachos también les afectó mucho, es por eso que no se habla de ese asunto aquí en casa, y a raíz de ese problema se suscitaron muchos cambios en la vida de esta familia, incluida la mudanza para este lugar, los continuos viajes de los señores y la restricción en la asistencia a las fiestas y reuniones sociales. El estado de ánimo se tornó más sombrío en este hogar”.

“Si Julia no es para menos… Alejandro nunca ha tocado ese tema conmigo, debe ser doloroso para él..”.

Y aprovechando la oportunidad, Fabiana se atrevió a preguntar lo que hacía tanto tiempo quería saber.

“Y perdona que te pregunte, pero tengo gran curiosidad… ¿Cuál es su línea de trabajo? ¿Qué hace esta gente? Bueno… pregunto por qué noto mucho movimiento, entran autos, salen autos, se dirigen hacia las caballerizas; hay reuniones privadas, a veces la oficina de Alejandro esta full de personas en largas reuniones y así como eso muchos detalles que me inquietan… no tengo confianza para preguntarle a Alejandro porque no sé cómo reaccionara”.

“Pues mira Fabiana… a veces es mejor no preguntar, porque nos arriesgamos a que la respuesta que nos den no sea la que se esperaba. El tener conocimiento de algunas cosas nos quita la paz y nos pone muchas veces en peligros que podríamos evitar”

Tomó un respiro y continúo.

“Lo único que puedo decirte es que ellos mueven muchos negocios dedicados a diferentes rublos; tienen negocios dedicados al servicio y atención al público, sé que tienen algunas peluquerías y barberías, tienen uno o dos gimnasios, joyerías. Sé que tienen tiendas de venta de telas y hacen muchos negocios de compra y venta de productos de diferentes ramas; tienen sociedades con otras familias”

Y agregó:

“En fin es lo poco que he podido oír. Como te puedes imaginar, yo nunca pregunto; por algo he durado aquí trabajando tantos años. En este medio la discreción y el silencio son una religión”

Y sabiendo Julia que Fabiana no se conformaría con esa respuesta, se le adelantó.

“Te aconsejo con todo respeto, Fabiana, que te quedes al margen para tu tranquilidad”.

“Si, Julia, gracias por tu consejo. Trataré de seguirlo… vamos a ver que me depara el destino… me gustó mucho conversar contigo, fue edificante”

“Ahora nos vemos, voy a dar un paseo, ya que el día está maravilloso, así aprovecho y conozco un poco más la hacienda”

Pero antes de irse recordó…

“Juli… ¿Los perros estarán amarrados?”

“¡Ah! ¡Sí, claro! El encargado siempre los mantiene amarrados de día. A menos que todo el mundo haya salido o solo queden en Casa los vigilantes. ¿Les tienes mucho miedo?”

“¡Ay sí, Julia!, ¿Te parece poco la bienvenida que me dieron, la primera noche cuando llegué? ¡Susto, quería volar de aquí!”

“¡Ay, sí! Fue un pequeño descuido del vigilante, a lo mejor no sabía que tú venías en el auto..”.

“Chao julia, nos vemos más tarde”

“Ok, mi niña, diviértete”

Fabiana se ató nuevamente el cabello, se colocó la gorra que tenía sujeta a la presilla de su short y se enfiló hacia las caballerizas.

Fue una larga caminata, siempre estaban retiradas de la casa como unos cuatro kilómetros… Pero esa oportunidad no podía dejarla pasar…

La pobre Fabiana no tenía la más remota idea de lo que le esperaba…

‘Uf, qué bueno’, Pensó Fabiana.

‘Me hacía falta caminar’

“Es bueno estirar las piernas de vez en cuando, he estado ya mucho tiempo encerrada… me daba miedo venir hasta acá por la advertencia de Alejandro. Pero… bueno… Alejandro no estaba y esperaba que estuviera bastante lejos y ¡Ojalá se le olvidara el camino a casa por un rato largo!”

Admiró la estructura física del lugar, le pareció muy bonito y bien distribuido; visto desde fuera era muy hermoso.

Constaba de dos secciones en forma de galpón.

Un área destinada y acondicionada en divisiones para guardar los caballos y la otra área parecía que fuera para almacenamiento de forraje y herramientas.

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