Un desconocido bebé -
Capítulo 98
Capítulo 98:
Sofía le miró fijamente, con los ojos desorbitados.
Correcto, ella es consciente de lo que está pasando.
Pensó, pero ella podría olvidarlo una vez que vuelva en sí.
Al intentar levantarse, se dio cuenta de que los brazos de Sofía le rodeaban con fuerza, impidiéndole moverse.
«Debes de estar de broma», murmuró, mirándola incrédulo.
Sofía soltó una risita, encontrando diversión en su frustración, lo que no hizo más que desconcertarle aún más.
¿De verdad se estaba riendo de él?
«Te ves gracioso», dijo Sofía, su risa resonando en la habitación.
A Sergio le dio un vuelco el corazón al oírlo.
Estaba acostumbrado a verla enfadada, feroz y combativa, no a esta versión despreocupada y risueña de ella que tenía debajo.
Con un movimiento enérgico, Sergio se apartó de Sofía y se dirigió a la puerta.
La cerró y entregó las llaves a Priscilla, que esperaba en el salón.
«Despeja la mesa», le indicó Sergio mientras se dirigía a su habitación.
Una vez dentro, se quitó la ropa y se metió en la ducha, esperando que el agua fría le calmara.
Necesitaba despejarse, ya que los pensamientos de la risa de Sofía y la forma en que le miraba no dejaban de repetirse en su mente.
Sacudió la cabeza repetidamente, pero las imágenes no se desvanecían.
Después de decidir que la ducha no ayudaba, se pasó a la bañera, cerrando los ojos mientras se sumergía en el agua semicaliente.
Cuando por fin abrió los ojos, se dio cuenta de que se había quedado demasiado tiempo en la bañera.
Salió, se secó y se puso unos pantalones cortos antes de tumbarse en la cama.
Su reunión estaba prevista para mañana; tenía que estar preparado para enfrentarse a los tres jefes de Nueva York.
Comprendió lo seria que sería esta reunión, así que decidió dormir y abordar la situación por la mañana.
Sergio se despertó con un sonido crepitante, conteniendo la respiración mientras esperaba a que volviera.
Después llamaron a la puerta y él se dirigió lentamente hacia ella, apoyando la oreja en ella.
«Abre la puerta», oyó, reconociendo inmediatamente la voz.
«¿Sofía?» Volvió a llamar.
«Sergio, abre la puerta», respondió ella con urgencia.
Abrió la puerta y vio a Sofía de pie, con una camisa blanca y nada más.
«¿Qué…?» Empezó a preguntar, pero Sofía le interrumpió.
«Sólo por esta noche… ¿Puedes…?» Ella se detuvo, mirando hacia abajo antes de encontrar su mirada de nuevo.
«¿Podemos olvidarnos de todo, sólo por esta noche…?»
«Sofía, tú…» Empezó a decir, pero Sofía le dio de repente un picotazo en la mejilla, peligrosamente cerca de sus labios.
Sergio se quedó helado, con el corazón acelerado mientras su mente se llenaba de pensamientos contradictorios.
«I…» Sofía empezó, pero Sergio la interrumpió esta vez.
«Tú te lo buscaste», murmuró mientras la levantaba del suelo.
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