Un desconocido bebé -
Capítulo 90
Capítulo 90:
«¿Qué sugieres que le haga, Rocco?» preguntó Sergio.
Rocco levantó la cabeza con gesto serio.
«Creo que debería ser expulsada. No merece formar parte de la familia Vincenzo, al menos no a tu lado», afirmó con firmeza.
Martina se dio la vuelta, con la incredulidad grabada en el rostro.
«¡Eso no es justo, Rocco!»
«Fueron tus acciones las que provocaron esto», replicó Rocco, con evidente frustración en la voz.
«¿Qué hice mal exactamente? ¿Luchar por alguien que te gusta es pecado? Soy tu hermana. No deberías haber pedido que me expulsaran». Gritó, sus lágrimas fluían libremente.
«Me agradecerás más tarde por hacer esto, Martina. Lo necesitas antes de perderte por completo. Te reservaré una cita con un psicólogo en China y te trasladarás allí», concluyó Rocco, quitándole las manos de encima.
«¡Empezad a hacer las maletas, ahora!» Mientras las palabras de Rocco flotaban en el aire, un pesado silencio llenó la habitación, la tensión palpable.
Sofía no podía creer el giro de los acontecimientos.
«¿Qué pensáis todos de este acontecimiento? ¿Creéis que Sergio podría acabar castigándome todavía?» Con la trama espesándose, las apuestas eran más altas que nunca.
…¿PODRÍA SER VERDAD?…
Habían pasado semanas desde el incidente con Martina.
Según Rocco, ahora estaba en China, trabajando en una editorial.
Sofía se sintió satisfecha de que Martina recibiera lo que merecía, pero quedó eclipsada por los cambios en el hogar.
Ahora, podía despertarse y entrenar durante horas con Rocco, que luego se marchaba para atender sus diversos asuntos de negocios.
Apenas veía a Sergio, aunque vivían bajo el mismo techo.
Cuando sus caminos se cruzaban, apenas la miraba.
Parecía que seguía enfadado por el incidente con Martina y, a pesar de los intentos de ella por explicarse, daba la sensación de que prefería callarse a escucharla.
No debería haberle hecho sentirse triste o desconsolada.
Ella siempre le había odiado, y siempre se habían detestado mutuamente, pero ahora todo se sentía vacío.
¿Qué puedo hacer para que me mire? reflexionó, anhelando su atención, aunque fuera a través de aquellos ojos fríos y penetrantes.
Sofía decidió no contemplar otras posibilidades.
Desde que conoció a Sergio, habían estado encerrados en un ciclo de hostilidad, pero ahora que él la ignoraba, el vacío la carcomía.
Sofía estaba sentada en su habitación, aplicándose loción en el cuerpo recién duchado.
No llevaba nada más que una pequeña toalla que la envolvía, y unos golpes en la puerta hicieron que su corazón se acelerara.
¿Quién será?
Se acercó con cautela a la puerta y, al abrirla, encontró a Rocco.
«Práctica», anunció, su voz carente de su entusiasmo habitual.
Desde la marcha de Martina, Sofía notó que Rocco parecía cada vez más malhumorado, su risa se desvanecía y su mirada a menudo era distante.
«Necesito ponerme algo de ropa. Entra», se ofreció Sofía, esperando que hablar con él les devolviera la amistad que una vez tuvieron.
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