Un desconocido bebé -
Capítulo 71
Capítulo 71:
«Yo… quiero saber, es mi madre y mi hijo…»
«Están a salvo. Se fueron a Estados Unidos sobre las cinco de la mañana de ayer. Me los llevé y acabo de volver», explica Rocco.
Sofía jadeó, abrumada por el alivio.
La piel se le puso de gallina y se abrazó a sí misma con fuerza.
«¿Hiciste qué?» Preguntó, acercándose a la puerta.
«Pensé en compartir sus vídeos contigo. Incluso te he conseguido un teléfono para que te pongas en contacto con ellos», reveló Rocco.
«¿De verdad? ¿Dónde está?» Los ojos de Sofía brillaban de esperanza.
«No puedo entregar el teléfono todavía. Capo me ordenó que te consiguiera uno a mi regreso. Le cabreaste intentando matarle anoche mientras dormía, según he oído. No puedo darte lo que tengo hasta que te liberen».
«¿Cuándo me liberarán?» El corazón de Sofía se hundió.
«No lo sé. Honestamente no puedo hacer nada sobre tu situación. Él podría decidir mantenerte aquí para siempre por lo que hiciste. Incluso podría…» Rocco hizo una pausa.
Sofía negó con la cabeza, intentando comprender las implicaciones de sus palabras.
Sergio sólo la había puesto a prueba ocultándole la verdad.
Se había anticipado a sus acciones.
Enterró la cara en las palmas de las manos, con la frustración a flor de piel.
«Tu madre dijo que debías cuidarte ya que ella tampoco puede ayudar en la situación. Yo sólo puedo darte esa información», dijo Rocco amablemente.
Sofía asintió, reconociendo su preocupación.
«Gracias, Rocco. Te lo agradezco». La miró un momento antes de salir de la habitación.
…
«¿Qué? ¿Intentó matar a Sergio otra vez?» exclamó Martina.
Una criada acababa de susurrarle la noticia al oído, pero no podía comprender por qué Sofía seguía viva.
¿Por qué no había ordenado su muerte todavía? ¿Por qué la mantenía con vida? se preguntó Martina mientras se vestía y salía de su habitación.
Se dirigió al despacho de Sergio y llamó a la puerta.
«¿Quién está ahí?» preguntó Carlo desde dentro.
«Necesito ver a Capo», pidió Martina.
«Pasa, entonces. Está aquí», respondió Carlo, haciéndola pasar.
Martina tragó saliva nerviosa cuando entró en el despacho y cerró la puerta tras de sí.
«¿Qué pasa, cariño?» preguntó Carlo, con expresión curiosa.
Martina desvía la mirada hacia Sergio, que parece ensimismado.
«¿Capo?» Llamó tentativamente.
«¿Qué pasa?» Sergio gimió, su fastidio evidente.
«Me enteré de lo que pasó. Me disculpo por no estar allí».
«No te necesitábamos, no pasa nada», responde Sergio con desdén.
«¿Qué pasa con ella?» insistió Martina, alzando la voz.
«¿Quién? preguntó Carlo, extrañado.
«Sofía», dijo Martina.
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