Un desconocido bebé -
Capítulo 52
Capítulo 52:
«Eres toda una dama. ¿Tu principal preocupación es el placer cuando estás bajo ataque?»
«Sin duda debo tenerte antes de matarte. Es la misión de mi vida, por si no lo sabías», sonrió Rico, disfrutando claramente del momento.
De repente, escucharon disparos cerca de la puerta, congelándolos a ambos por un momento.
Al ver esto, Sofía hizo un movimiento para coger su pistola de donde Rico la había colocado, pero él le pisó la mano.
Dejó escapar un grito ahogado.
«No, me equivoqué. Eres listo y rápido, pero yo te entrené. Eso aún no ha cambiado», refunfuñó Rico.
La agarró y la hizo relajarse contra la pared.
«Hmm», tarareó mientras la miraba fijamente.
Luego se inclinó hacia ella, acercó sus labios a los de ella y la besó mientras se desabrochaba los pantalones con la mano libre.
Con la pistola apuntándole a la cabeza, Rico intentó separar las piernas de Sofía, pero ella las mantenía cerradas.
Él gimió de frustración y volvió a intentarlo, pero ella se negó.
En respuesta, la golpeó con la culata de la pistola, haciéndole sangrar la nariz.
«Lo volveré a hacer si sigues forcejeando», advirtió Rico mientras intentaba separarle las piernas una vez más, pero Sofía se mantuvo firme.
«¡Perra!» Siseó, agarrándola y obligándola a ponerse de pie.
«¡No puedo soportar esto!» Sofía gimió, empujando contra él, pero él no cedió.
Amartilló la pistola y se la puso en la frente.
«En cuanto se mueva mi dedo, serás un cadáver, así que no hagas que se mueva», le advirtió, obligándola a incorporarse de nuevo.
Cuando intentó acercarse a ella, Sofía gritó.
Se niega a que se aproveche de ella; prefiere morir antes.
Haciendo caso omiso de la pistola que le apuntaba a la cabeza, le dio un rodillazo en el pecho, y él retrocedió tambaleándose, sorprendido, pues no esperaba un movimiento así por parte de ella dado su estado actual.
Aprovechando la oportunidad, Sofía intentó recuperar sus pantalones.
Ambos cayeron al suelo en el forcejeo.
Intentó coger la pistola, pero Rico no se lo permitió.
Ella le dio dos puñetazos, pero él contraatacó dándole una patada en el estómago.
«¡Carlo!» Sofía gritó de dolor.
«¡Cállate, zorra!» gritó Rico, intentando taparle la boca con la palma de la mano, pero ella le mordió con fuerza, casi desgarrándole la carne.
«Sigues siendo fuerte», gruñó Rico, dándole una bofetada en la cara.
Él se levantó y volvió a apuntarle con la pistola, pero Sofía sacó rápidamente la navaja que había cogido a escondidas de su bolsillo y se la lanzó.
Esquivó el cuchillo, pero le dejó un rasguño en la cara.
Al ver que estaba distraído, Sofía se abalanzó sobre sus piernas, empujándolo al suelo.
El arma se le resbaló de la mano y rodó.
Ella se subió encima de él, lanzándole una lluvia de golpes, pero Rico la volteó rápidamente, ganando la ventaja.
Justo cuando estaba a punto de agotarse, la soltó y fue a por su pistola.
«Supongo que entonces te mataré y me follaré tu cadáver», sonrió Rico mientras se ajustaba los pantalones, de pie sobre ella con una mirada victoriosa.
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