Un desconocido bebé -
Capítulo 50
Capítulo 50:
«Oh, ya veo lo que está pasando aquí. La familia Vincenzo te mantuvo con vida y te envió aquí para matarnos», dijo Mico.
«Vamos, cariño. Únete a nuestro bando; entendemos que te obligó. Ayúdanos a matarlos y será como si nada de esto hubiera pasado», ofreció Mico.
Sofía se burló para sus adentros.
Mico fue una de las personas a las que acudió en busca de ayuda.
Había necesitado a alguien con quien hablar, con la esperanza de que Rico confiara la misión a otra persona, ya que intuía que podía ser peligrosa.
Pero Mico la había instado a ir en su lugar, alegando que era mejor no conocer el rostro y los detalles de su víctima.
Estaban todos juntos en esto.
«Sofía, escucha a Mico. Ven aquí, te he echado de menos», le tendió la mano Tracy.
«¿Ah, sí? Mi gata Mia por fin ha parido, ¿verdad?». preguntó Sofía.
«¿Sí?» replicó Tracy, sorprendida.
«Sólo te estoy haciendo una pregunta. Has dicho que me has estado buscando. Seguro que fuiste a mi casa a buscarme, ¿no? Seguro que has visto a mi gato», espetó Sofía.
«No, no. Fui a tu casa, pero tu gata no ha parido, así que no debes preocuparte mucho», contestó Tracy.
se burló Sofía.
«No tengo un gato, Tracy. Tengo un cachorro. Eso es todo por tu gran amistad y tus mentiras», refunfuñó Sofía, estabilizando la postura.
«¿Ya están listos? Te he dado tiempo suficiente para saludarles», preguntó Carlo.
«Sí, estoy listo. Terminemos lo que vinimos a hacer». Sofía respondió.
Los miembros de la Triple X también se prepararon y se disparó la primera bala.
Todo el mundo se puso a cubierto mientras las balas volaban por la habitación, y algunos ya yacían muertos en el suelo.
Sofía vio a Rico entrar en una habitación y le siguió.
Él la había arrastrado a este infierno, y no había forma de que ella lo dejara escapar.
Al entrar en la habitación, no lo encontró dentro.
De repente, sintió una presencia detrás de ella y supo que él estaba allí.
No, no puedo girar.
Podría dispararme si lo hago.
Pensó, quedándose quieta y esperando a que él hiciera un movimiento.
«Veo que no has olvidado mis enseñanzas», murmuró Rico.
«¿Qué enseñanzas, bastardo? ¿Te refieres a la traición o a enviarme a la tumba prematuramente, aun sabiendo que tengo una madre y un hijo esperándome?». espetó Sofía, con la ira hirviendo en su interior.
«Tranquilo, mi amor», susurró Rico.
Sintió que él se acercaba, empujándola contra él.
«Hueles bien, todavía muy dulce», respiró, besándole el lóbulo de la oreja y el cuello.
Pero Sofía sabía que él la apuntaba con su arma, dispuesto a matarla si se volvía para contraatacar.
Sofía dejó que le besara el cuello y le mordisqueara el hombro, sintiendo cómo la mano de él se deslizaba hasta apretarle el pecho.
«Me encanta que aún recuerdes todo lo que te enseñé. Sigues siendo tan gentil y feroz. Vuelve con nosotros y serás perdonada. No podemos perder a un miembro excelente e intrépido como tú a manos de ellos», gimió Rico, mientras su mano recorría el cuerpo de ella.
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