Un desconocido bebé -
Capítulo 25
Capítulo 25:
Bastardo, tú querías esto, ¿verdad? pensó, mirándole con odio.
Sofía notó que fruncía el ceño, lo que no hizo más que avivar su enfado.
Intentó escapar del agarre de Paulo, pero él fue más rápido, se colocó detrás de ella y le sujetó las manos mientras le ponía la pistola en la cabeza.
«No te hagas la lista, guapa. Voy a utilizarte como rehén», declaró Paulo, casi susurrándole al oído.
«Que te jodan», espetó Sofía irritada.
«Oh, mi belleza también sabe maldecir. Qué interesante. Disfrutaré aún más de ti cuando salgamos de aquí», volvió a susurrar Paulo.
«¿Capo?» Rocco llamó, y Sergio asintió una vez.
Rocco silbó, y los hombres de Vincenzo entraron corriendo en el edificio, apuntando con sus armas a los hombres de Paulo.
«Michael, ¿dónde estás?» gritó Paulo, dándose cuenta de que su plan se desmoronaba.
«Oh, enviaron a Michael a hacer un recado», sonrió Mario, poniéndose de pie.
«¿Cómo te atreves, Mario?» gruñó Paulo con rabia.
«Lo siento, tío, pero ya sabes para quién trabajo», hizo Mario un mohín con cara de tristeza fingida.
«Entonces, ¿vas a dejar esa tontería y firmar los papeles, o te ayudo a operarte el cráneo?». preguntó Sergio a Paulo, con tono amenazador.
«Jaja, no sabes nada, chaval. Yo llegué a este mundo antes que tú, y tengo más experiencia en este juego. Aunque consigas matarme, morirás poco después. Envenené la comida que tomasteis, tanto la bebida como las frutas», rió Paulo diabólicamente.
Sofía abrió mucho los ojos.
Lo sospechaba, pensó, mirando a Sergio y Mario, que se habían comido las frutas.
Mario puso cara de asco un momento antes de echarse a reír.
«Tío, sí que tienes experiencia en este juego, pero ¿crees que no lo sabíamos?». Mario se rió entre dientes.
«¿Y qué si lo sabías? Comiste y bebiste de él», respondió Paulo con orgullo.
«Oh no, te equivocas. En cuanto a la primera bebida que ofreciste, esa no estaba envenenada, ¿me equivoco?». preguntó Mario, levantándose de su asiento.
«¿Cómo lo sabes?» Paulo dudó, su voz pasó de segura a temblorosa.
«Es interesante. Sólo estabas probando a Sergio para ver si aceptaba la segunda comida envenenada. Sí, te alegró que comiéramos tu fruta, pero ¿por qué crees que parecemos tan fuertes y sanos?». Mario sonrió, exudando peligro.
¿Qué quieres decir? sondeó Paulo, sonando más débil.
«Por supuesto, el veneno ya debería estar funcionando porque tú y tus bellezas comisteis las porciones envenenadas. Oh, fue cambiado. En vez de comer nosotros la fruta envenenada, os la dimos a vosotras, y oh… Ya estáis sangrando por la nariz», se rió Mario.
Sofía se volvió para mirar a Paulo.
¿Está sangrando? ¿Han previsto todo esto?
De repente, Sergio se levantó.
«Acabemos con esto ya», refunfuñó Sergio, agarrando la pistola de Rocco.
Apuntó con la pistola a Sofía y a Paulo, que estaba detrás de ella.
Sofía abrió mucho los ojos.
«¿Vas a matar a tu belleza?» preguntó Paulo, apretando con más fuerza a Sofía mientras se apretaba contra ella.
¡Mierda! Espero que no vaya a disparar.
No disparará, ¿verdad? se preguntó Sofía, mientras se le ponía la piel de gallina y le flaqueaban las piernas.
Sintió como si fuera a caerse mientras miraba fijamente a Sergio y su pistola.
No va a disparar.
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