Un desconocido bebé -
Capítulo 152
Capítulo 152:
Sofía había oído un alboroto fuera del despacho de Sergio.
Llevaba días de mal humor, negándose a contarle el motivo, y ella decidió respetar su silencio.
En ese momento, echó de menos al antiguo Sergio, aquel con el que había hecho el amor semanas atrás.
Decidida a traerlo de vuelta, se dirigió a su despacho.
Al llegar, encontró a dos de sus hombres montando guardia.
«Necesito verle», dijo Sofía, consciente de que todos recelaban de enfadarla.
«El capo no quiere recibir visitas. No quiere ver a nadie», le dijo uno de ellos.
Siendo quien era, Sofía pasó junto a los hombres y llamó a la puerta.
Intentaron tirar de ella, pero los miró con odio.
«Le diré que intentaste detenerme si me tocas», siseó Sofía, y luego abrió la puerta.
Una vez dentro, cerró la puerta tras de sí.
Sergio estaba sentado detrás de su escritorio, con la palma de la mano en la cara.
Parecía dormido, pero una mirada atenta reveló que estaba lejos de estarlo.
Sofía se acercó por detrás, le puso las manos en los hombros y empezó a masajearlos.
«Creí haberles dicho que no dejaran entrar a nadie. Ahora mismo estoy agotado, Sofía», dijo Sergio, bajando la voz.
«Les amenacé. Parece que ahora todos me temen», respondió Sofía con una sonrisa burlona.
«No te preguntaré por qué te sientes tan deprimida, ya que eres muy reservada con ciertas cosas, pero por favor, dame la oportunidad de hacerte sentir mejor», suplicó Sofía.
Sergio permaneció callado y Sofía continuó con el masaje, pasando de los hombros al cuello y luego al pecho.
«Creo que hay que quitarle esto», dijo señalando su camisa.
Sofía se puso delante de él y le quitó suavemente la camisa.
Reanudó el masaje, deslizando las manos por los hombros, el pecho y bajando hasta el abdomen.
Sergio le cogió la mano antes de que pudiera ir más lejos.
«No, no hagas eso, ahora no».
«¿No hacer qué? Sólo te estoy ayudando. ¿Quién quiere qué?» Sofía puso los ojos en blanco y continuó.
Le hizo inclinarse ligeramente para poder masajearle la espalda.
Apoyó lentamente la cabeza en el escritorio.
Tras acabar con su espalda, intentó masajearle de nuevo el pecho, pero lo encontró dormido.
Asombrada, Sofía sonrió y cogió una silla cercana, acercándola a él para sentarse y verle dormir.
Parecía tan hermoso e inocente mientras dormía.
Podría confundirte con un ángel, pensó Sofía mientras le observaba.
Debe ser estresante esta vida que lleva.
Por lo que Sofía había averiguado, Sergio se vio obligado a desempeñar ese papel.
No estaba destinado a ser el líder; lo era su hermano mayor, pero por desgracia había muerto y Sergio tuvo que tomar el relevo.
Sofía apoyó la cabeza en el escritorio, sin dejar de mirarle mientras ella misma se adormecía.
…
Al abrir los ojos, Sergio encontró a Sofía durmiendo y roncando ligeramente a su lado en su despacho.
Se incorporó sorprendido.
¿Cómo me he dormido? se preguntaba.
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