Un año para separarme -
Capítulo 94
Capítulo 94:
Hugo no sabía si había quedado dormido en la oficina o si todo esto en realidad estaba sucediendo. Se había quedado paralizado y sus extremidades se negaban a moverse, sintió que habían pasado horas hasta que Sara sonrió y volvió a hablar.
“Sé que muchos de ustedes escucharon rumores sobre nuestra separación y hubo especulaciones de que mi esposo buscaba a alguien más, hoy vine a aclarar esos rumores y debo decir que no son ciertos, es verdad que mi esposo y yo estuvimos distanciados, pero solo fue debido al trabajo, yo estaba fundando una empresa nueva y tenía que concentrarme.
Debido a eso nos tomamos un tiempo, pero eso se terminó no pienso permitir que el trabajo me separe más de él, quiero estar a su lado a partir de hoy nuevamente hasta el día que de mi último aliento”.
Sara bajó del estrado y caminó hasta donde estaba Hugo, que continuaba sin poder moverse.
“Porque eres el hombre de mi vida y no te quiero perder, te amo Hugo”.
Sara se inclinó y en punticas de pie le beso los labios al mismo tiempo que la noche se iluminaba con fuegos artificiales y apareció un mensaje en el cielo.
TE AMO HUGO.
El público rompió en aplausos y felicitaciones y Hugo seguía tieso como estatua, Sara se disculpó y dijo que regresaría luego, tomó a Hugo por la mano y lo arrastró hasta la primera habitación con puerta que vio.
Cuando por fin estuvieron solos Hugo habló.
“Algo de lo que dijiste fue cierto o este es otro de tus juegos. Dime si en realidad hiciste esto porque sientes algo por mí o fue una simple estrategia de marketing para tu empresa”.
“Te amo Hugo, lo hago desde hace mucho tiempo, tal vez me llevó un tiempo darme cuenta lo que sentía por ti, pero te extrañe muchísimo estos dos años sin ti”.
Un nudo se formó en el estómago de Hugo mientras que Sara en lugar de mariposas sentía un panal de abejas, se había pasado todo la noche con los nervios de punta, temía la reacción de Hugo, pero ahora por fin había dicho lo que callaba su corazón y se sintió un poco más libre, como si se quitara un peso de encima.
“Te amo Hugo” repitió y antes que la última vocal saliera de su boca ya Hugo la devoraba salvajemente.
Cuando sus labios chocaron fue como sentirse en casa otra vez, su beso no era delicado, no, era salvaje, arrasador, cargado de deseo.
Sara lo abrazó con fuerza con miedo de fuera un sueño y el escapara, mientras que las manos de Hugo comenzaron a recorrer todo su cuerpo, la ropa comenzó a sobrar y el calor en la habitación a subir, después de tanto tiempo sin verse sus cuerpos se adaptaron como si fueran uno solo, como si fueran dos partes de un todo que habían sido separadas a la fuerza y por fin había encontrado su camino de regreso, ellos no volvieron a hablar, pero las palabras sobraban cuando sus gemidos y caricias decían todo lo que estaban sintiendo.
Luego de unir sus almas y cuerpos, se quedaron abrazados, tumbados en el suelo, Sara tenía su cabeza sobre el pecho de Hugo mientras disfrutaba del rítmico latido de su corazón. Estaban en silencio, pero no era un silencio incómodo.
“Yo también te amo” le dijo Hugo y la presionó contra su pecho.
La pareja necesito unos cuantos minutos de más para conseguir vestirse y ponerse presentables otra vez, como si el rubor en las mejillas de Sara fuera fácil de ocultar.
Cuando por fin regresaron a la azotea con el resto de los invitados se vieron en la necesidad de separarse para cumplir con su trabajo, atender clientes, responder preguntas, pero, aunque sus cuerpos se habían alejado sus miradas no, y Hugo seguía a Sara por toda la sala, era como un imán que seguía atrayéndolo.
En un momento la perdió de vista por conversar con un inversionista y cuando la busco la encontró sentada mirando el cielo, pensó en acercarse, pero alguien se le adelantó, al principio no sabía quién era porque estaba de espalda, pero luego reconoció al hombre, no era otro que José y un sabor amargo se extendió por su garganta.
Sara se sentía cansada después de tanto tiempo de pie trabajando y organizando el evento, las últimas semanas fueron una tortura, pero eso no era lo que la tenía tan agotada, si no el encuentro íntimo con su esposo.
Se había sentado un segundo a descansar y no pudo evitar mirar el cielo, siempre le habían gustado las estrellas, y esa noche estaban preciosas.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar