Un año para separarme
Capítulo 82

Capítulo 82:

El sábado en la noche, en el primer restaurante inaugurado por Sara se celebraba una fiesta, los ejecutivos del Grupo Moretti festejaron el cierre de un acuerdo de millones de euros.

Bebían comían y disfrutaban de la noche con jóvenes damas de compañía. Hugo había asistido a celebración, pero cuando vio el ambiente perdió el deseo de quedarse allí, pero los ejecutivos no le permitieron irse demasiado pronto y lo invitaron a beber un par de copas.

Hugo se sentó y de inmediato una de las chicas se acercó y se dejó caer sobre sus piernas, Hugo intentó quitarla, pero la chica se sentó a horcajadas y entrelazó sus brazos detrás de su cuello.

En ese momento las puertas del local se abrieron y Sara entró con su esbelta figura, cada uno de sus pasos denotaba elegancia, el vestido se ajustaba a su perfecta figura y resaltaba sus curvas, observó la escena frente a ella y sintió deseos de vomitar, pero fingió calma.

“Vaya, vaya, vaya, pero que tenemos aquí. Los altos ejecutivos del Grupo Moretti y su Presidente, veo que están bien acompañados, solo que no recuerdo que estas fueran sus esposas”.

“Pero que rayos estás diciendo, aquí no pasa nada, vete de aquí que eres apta para estas reuniones, ya no tienes nada que ver con nuestro presidente, fuera, el local hoy está cerrado”.

Le gritó uno de los ejecutivos. Hugo iba a regañarlo por hablarle así a su exesposa, pero Sara se le adelantó.

“¿Quién dice que no puedo venir a mi propio restaurante? Creo que los únicos que se tienen que marchar son ustedes”.

Les habló con calma mientras sonreía.

“Pero que tonterías estas diciendo”.

Volvió a hablar el hombre mientras tras golpeaba la mesa.

“Déjenla hablar, es evidente que algo quiere”.

Habló por primera vez Hugo y clavó sus profundos ojos en la mujer en la puerta, Sara sacó unos documentos y los arrojó sobre la mesa.

“Este restaurante me pertenece, bueno este y todos, los contratos fueron firmados conmigo no con el Grupo Moretti, él local lo compré con mi dinero y yo hice todo el trabajo, así que no veo porque no puedo venir a mi restaurante. Y como ya les dije una vez, están invitados a retirarse, este no es un lugar para que traigan a sus amantes”.

Dijo esta última frase mirando a la mujer que aún continuaba en las piernas de Hugo y se negaba a pararse.

“Hagan lo que dice”. Ordenó Hugo, pero mientras tras el resto se paraba para irse él se quedó sentado y abrazó a la chica en sus piernas.

“Me refería a todas las amantes”. Puntualizó Sara.

“No veo ninguna amante aquí, solo estamos un hombre soltero, una hermosa chica soltera y tú”. Su voz era tan fría como el hielo y sus ojos estaban oscuros.

“Claro que es una amante, porque hasta donde yo recuerdo no has firmado el divorcio, ni lo llevamos a legalizar, así que legalmente seguimos siendo marido y mujer”.

“Eso no es ningún problema. Mañana mismo vamos y firmamos lo que haga falta en la notaría para hacer legal nuestra separación”. Gruño Hugo poniéndose de pie y dejando caer a la chica.

“Lo siento, no tengo tiempo, soy una mujer muy ocupada”. Respondió Sara observando sus uñas con indiferencia.

“Creo que por el momento seguiremos casados. Hasta pronto, Cariño”.

Sara había tomado la decisión de conquistar a su esposo, si él había podido luchar por ella, ella también podía hacerlo, ya se había enamorado de ella una vez y ella ni quiera había intentado seducirlo, ya veremos cuanto tiempo podía durar en caer otra vez a sus brazos.

Sara estaba lista para comenzar a pelear otra vez, pero en esta ocasión el premio sería el corazón de su esposo.

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