Un año para separarme
Capítulo 63

Capítulo 63:

“Qué bueno que regresaste cariño, te extrañaba tanto”. Emily abrazo y beso en la frente a su madre, de pronto se sintió culpable por ser tan mala hija y no venir a visitarla más seguido, se fijó en su madre y notó que estaba más delgada, también tenía unas visibles ojeras.

“Perdóname por no regresar antes mamá, estaba ocupada”.

“No pasa nada cariño, lo importante es que estas aquí”. Aleida se aferró a su hija y entraron abrazados a la Mansión Esteban.

Su esposo se encontraba sentado en la sala con un pipa en la boca mientras ojeada un periódico, en realidad no tenía cabeza para concentrarse en las letras, había escuchado a una de las empleadas avisándole a Aleida que Emily estaba llegando, Estaban era un hombre de cincuenta y cinco años.

Emily había sido su hija menor y la que había tenido ya avanzado en años, por eso siempre le había consentido y malcriado, pero debido al mal gusto amoroso de su hija él estaba muy enfadado, así que cuando supo que ella regresó una parte de él quería correr a ver a su pequeña, pero su orgullo no se lo permitió, por lo que sólo le quedó sentarse y fingir que leía el período mientras fumaba su pipa.

Cuando Aleida y Emily entraron a la sala alzo los ojos del periódico y fingiendo indiferencia dijo.

“Parece que la oveja descarriada regresó a casa. Donde dejaste tú perrito faldero”. Emily sabía a quien se refería, así que simplemente contestó.

“Ya no estamos juntos”.

“En serio” los ojos de Esteban se iluminaron y casi se levantó de un salto del asiento, luego respiró profundo y recuperó la calma para seguir aparentando indiferencia.

“Al fin te diste cuenta que era un bueno para nada, pero bueno lo importante es que estas aquí, bienvenida”. Emily conocía perfectamente a su padre y sabía que solo estaba fingiendo, así que para ahorrarle trabajo fue hasta donde estaba y lo abrazó.

“Yo también te extrañé papá”.

La familia estuvo reunida conversando el resto de la tarde, cuando llegó la noche y la cena estaba servida se sentaron a comer. Unos minutos más tarde un joven de veintisiete años entró al comedor, usaba un traje de negocios y su rostro mostraba cansancio, pero al ver a Emily sonrió.

“Hermanita que bueno que estas aquí, que alegría me da verte. Espera un momento, regresaste por el matrimonio, no puedo creer que lo aceptaste”.

Elías hablaba emocionado como una carrerilla sin frenos y no fue capaz de notar que el rostro de todos en la mesa había cambiado.

“¿Matrimonio? ¿De qué hablas?”

“De tú matrimonio con la Familia Bianchi. ¿No viniste por eso?”

“¿Bianchi? ¿Quieres que me case con Tobias?”

“No, con su hermano mayor, Martin”.

Cuando Emily escuchó esto por fin entendió todo, Martin estaba buscando la forma de tenerla entre sus garras y no pararía hasta conseguirlo.

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