Un año para divorciarme -
Capítulo 18
Capítulo 18:
Luego de Sara montara en el coche, Hugo dio la vuelta y se sentó a su lado, tomó la mano de Sara y entrelazó sus dedos. Sara se disponía a protestas cuando Hugo abrió la ventanilla del coche y con la mano dijo adiós a las chicas de fuera, pero antes de cerrar la ventanilla del carro besó la mano que tenía aguantada de Sara.
En cuanto estuvieron completamente solos Hugo soltó el brazo de Sara y se sentó lo más lejos que pudo de ella. Sara sonrió cuando vio su cambio de actitud.
Este hombre en lugar de empresario debería haber sido actor, se le da muy bien, pensó
La pareja continuó en silencio el resto del viaje, no se hablaban, no se miraban. La situación era tan tensa detrás que Alejandro sentado de piloto tenía escalofríos de vez en cuando.
Cuando por fin llegaron a su destino Sara salió del coche, se quedó mirando la hermosa villa ante de ella, ya la había visto antes, cuando Rafael se le obsequio como regalo de bodas, pero Sara no lo vio necesario, teniendo en cuenta que su boda era falsa , nunca se consideró la dueña de la villa, por lo que decidió no vivir ahí, además de que le quedaba muy lejos de Universidad
“¿Qué hacemos aquí?“ preguntó mirado con odio a Hugo.
“Es evidente lo que hacemos. Fuiste a mi empresa porque querías comportarte como una esposa, pues este soy yo siendo un esposo, te busque al acabar las clase y te traje a nuestro nuevo hogar, aquí vamos a vivir como todas las parejas casadas”.
Sara se escandalizo al escuchar aquello, pero no fue lo que más le sorprendió, si no el enorme bulto de equipaje en la entrada de la casa.
“¿Qué es eso?“ señaló lo que observaba con tantas dudas.
“Eso es mi equipaje, la villa está sucia así que no lo pudieron acomodar. Y tú como buena esposa te encargarás de las labores domésticas”. Sara miró la villa, miró el equipaje y luego miró a Hugo.
“Pero la Villa tiene quince habitaciones, dieciocho salas de baño, cuatro cocinas…“
Sara planeaba seguir enumerando las partes de la Villa pero Hugo la interrumpió haciendo un gesto desinteresado con la mano dando a entender que no le importaba.
“Solo quiero regresar a casa con mi esposa después del trabajo, así que espero que cuando regrese todo esté listo”.
No esperó respuesta, dio la espalda y subió a su coche, Sara hizo una rabieta como niña de cinco años, dando patadas al piso, tomo una piedra y la lanzó al coche que se marchaba. Hugo no pudo parar de sonreír al verla por el retrovisor y luego dirigiéndose a Alejandro dijo.
“Pon de nuestra gente en la entrada que la vigile, no permitas que nadie pueda entrar a ayudarla. Si quiere ser mi esposa va a pagar por ello”.
Cuando Hugo se marchó Sara se dejó caer al piso frustrada sacó su teléfono y llamó a una compañía de limpieza, pero una hora después la compañía le dijo que no le habían permito la entrada a la Villa.
Sara maldijo mil veces a ese hombre, al final, derrotada, decidió darse por vencida y limpiar, no le quedaba de otra. Era horario de almuerzo pero Sara aún no cenaba nada, pidió algo para llevar pero tampoco lo dejaron entrar. Sacó su teléfono y envío un mensaje
Si quieres que trabaje al menos deberías permitirme alimentarme o eres un explotador, maldito capitalista.
Hugo estaba solo en la oficina y sus labios se curvaron un poco hacia arriba, una muy sutil sonrisa de la que nadie fue testigo. Luego marcó un número ordenó que dejaran pasar la comida.
Luego de alimentarse Sara se sintió con fuerzas para afrontar la tarea que tenía pendiente. La verdad ella ya había tenido un trabajo de medio tiempo con una empresa de limpieza, así que estaba preparada para lo peor.
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