Un año para divorciarme
Capítulo 116

Capítulo 116:

El avión de Hugo aterrizó en el aeropuerto al anochecer, pero cuando se disponía a marcharse unos agentes de la Aduana lo interceptaron.

“Buenas noches, me permite sus documentos “.

Hugo suspiró y saco su pasaporte. El agente vio el nombre y la foto.

“podría por favor acompañarme”

“De que trata esto, no me pienso mover hasta que me den una explicación”

“Lo sentimos señor, pero recibimos una llamada anónima diciendo que usted es sospechoso de traer drogas, debemos revisarlo, así como el avión y sus pertenecía”.

Hugo no podía creer lo que escuchaba.

“Yo no soy ningún mafioso, soy un empresario y necesito marcharme ahora mismo”.

“Ya le dije señor que debe acompañarme, no me obligue a detenerlo bajo arresto”.

“No pienso ir a ninguna parte, debo hablar con mi mujer”.

el policía hizo unas señas y otros cuatro agentes más se acercaron. Hugo se defendió, pero al final le pusieron las esposas y se lo llevaron.

Lo obligaron a desnudarse, le hicieron análisis de sangre y orina, lo pasaron por un rayo X y luego de un par de horas le permitieron hacer solo 1 llamada, quería hablar con su esposa, pero ya era tan tarde asi que prefirió no molestarla, en su lugar llamo a Alejandro y lo amenazó con matarlo si no lo sacaba de ahí.

El vuelo de Alejandro fue largo y cuando llegó fue que pudo conseguir que liberarán a Hugo. Al final estuvo encerrado en un calabozo 16 horas y cuando Alejandro lo vio su estado era lamentable y su cara decía que podía asesinar a alguien en cualquier momento.

Tenía pensado ir directamente a ver a Sara, pero Alejandro le aconsejo que tomará un baño primero y luego fuera a ver a su esposa con ropa limpia y no apestando a calabozo. Por una vez Hugo obedeció sin gruñir y después de un baño en un hotel cercano partió a la mansión que le había regalado a su esposa.

Lo primero en llamar su atención fue que no había guardias en la entrada y la reja estaba abierta, como si lo estuvieran esperando. Hugo fulminó a Alejandro con la mirada y este rápido corrió a justificarse.

“Yo no le he dicho a nadie que usted venía”.

Hugo no sabía si creerle al traicioneros de su secretario.

Cuando el coche por fin se detuvo frente a las puertas de la Mansión, estas estaban cerradas, no se veía una luz en el interior o si quiera un empleado y al parecer la mansión estaba abandonada, la idea de que Sara podía haber huido le pasó por la mente oprimido su corazón. Sus pasos fueron más acelerados al igual que el latido de su corazón, dudo antes de girar el pomo de la puerta, y este cedió con facilidad.

Cuando Hugo vio el interior de la mansión creyó que sus ojos lo traicionaron, los muebles habían desaparecidos, los cuadros y no quedaba nada de las cosas que el había dejado antes de marcharse, en cambio la sala completa estaba repleta de juguetes, casas de muñecas, carros, robots y más muñecas, apenas había por donde caminar y en las paredes solo colgaba un cuadro de 2 metros, un gigante ultrasonido, del cual él no entendía nada pero aún así conmovió, de pronto todas las luces se encendieron y parada en el centro de todos los juguetes estaba Sara con un pequeño peluche blanco que abrazaba una prueba de embarazo y en la etiqueta decía.

Felicidades, vas a ser papá.

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