Un año para divorciarme -
Capítulo 111
Capítulo 111:
Sara tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no salir corriendo a abrazar a su amado, sabía que su padre la observaba, leyendo cada uno de sus movimientos, por lo que se limitó a seguir comiendo y fingir indiferencia diferencia.
“Adviértanle que se vaya si no quiere sufrir las consecuencias” rugió su padre.
“Y si no entiende oblíguenlo a montarse en un avión y háganlo desaparecer”.
“No” dijo Sara con firmeza ganadose la mirada de su padre.
“Él está aquí por mí, soy yo quien debería resolver este problema”.
Limpio su boca con la servilleta y salió de la mansión seguida por su familia que la vigilaba de cerca, no dudó cuando estuvo frente a Hugo y pegándose a su papel le dijo.
“¿Qué haces aquí?”
“Vine por ti” respondió Hugo de manera dulce.
“No te pueden obligar a casarte con quien no quieras, vuelve a casa conmigo”.
“Esta es mi casa, y nadie me está obligando a nada, me voy a casar porque así lo quiero, y cuando llegue ese día entraré a la iglesia con una sonrisa en el rostro para unir mi vida al lado del hombre que elegí, así que te puedes ir, no tienes nada que hacer aquí”.
“Pero creí que tu y yo…”
“Creíste mal, soy una Ferrán y a nosotros solo nos interesa el dinero, estoy aquí para ganarme mi lugar en la familia y recuperar lo que es mío, ahora lárgate y deja de molestarme, nada me va a hacer cambiar de opinión”.
“Eres una maldita mentirosa” gritó Hugo y se marchó acelerando el coche y casi atropellando a los custodios.
Cuando Sara entraba, su padre puso una mano sobre su hombro.
“Bien hecho hija, estoy muy orgulloso de ti”.
Sara no dijo nada y se marchó a su habitación. La siguiente semana fue un caos total, las acciones de la empresa seguían bajando y su hermano no hacía otra cosa que reclamarle y culparla, las peleas eran interminables y la crisis que azotaba la empresa no tenía precedente, al ver que Sara se negaba a ayudar a Andrés no le quedó más remedio que hacer uso de su última carta.
Augusto Ferrán, el abuelo de Sara, Andrés recurrió a su padre con la esperanza de que Augusto lo ayudara a convencer a Sara de salvar la empresa, pero la respuesta de Augusto cuando se reunieron no era lo que él esperaba.
“Sara ha demostrado ser más capaz que este inútil” dijo señalando a Andres.
“Creo que deberíamos darle a Sara la oportunidad de liderar la empresa, que sea la Presidente y nos salve de este problema”.
Andrés lo consideró un segundo, Sara permanecía recta sin dar a demostrar la mínima emoción mientras que Andrés observaba a su padre con cara de cachorro abandonado, suplicando que no le quitara su lugar.
“Está bien” dijo Andrés por fin
“Pero con la condición de que sea solo temporal, si no se le da bien el trabajo en 3 meses, tiene que renunciar”.
“Está bien” estuvo Sara de acuerdo sin dudarlo.
Andrés comenzó a quejarse y protestar y su padre le hizo una seña y lo calló con una mirada.
“Sara, cariño, acompáñame a caminar un poco por el jardín, hace mucho no te veo”.
Sara acepto dejando a su padre y hermano solos, pero luego de alejarse un poco le dijo a su abuelo.
“Creo que deje mi teléfono dentro, voy a buscarlo ahora vuelvo”.
Sara regresó al estudio de su padre y se escondió detrás de la puerta escuchando. Regresó porque sabía que cuando estuvieran solos planearían algo.
“Padre, como puedes darle todo nuestro trabajo a ella así tan fácil, no puedo permitirlo”.
“Tranquilo hijo, primero necesitamos que ella resuelva los problemas de la empresa y cuando estemos fuera de peligro la sacamos del puesto, por supuesto que no voy a permitir que una mujer se siente en mi silla, la presidencia solo te corresponde a ti, hijo mío”.
Sara no necesito escuchar más, con eso fue suficiente para confirmar sus sospechas, ellos intentaban engañarla.
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