Un año para divorciarme -
Capítulo 104
Capítulo 104:
Sara abrió los ojos y lo primero que vio fue rosa, toda la habitación era de color rosa y entonces la reconoció, estaba en su habitación de niña, con paredes rosas, estantes llenos de muñecas, una pequeña biblioteca y un escritorio, todo rosa.
Sara recordaba la cantidad de veces que había suplicado que le permitieran remodelar el cuarto, pero su padre se negaba alegando que ese color era el que mejor iba con ella. Debido a esta obsesión que tenía su padre con el rosa Sara odiaba ese color, por eso cuando escapó de casa se pasó 3 años vistiendo de colores oscuros, no usaba maquillaje y trataba de vestir tan poco femenina como podía, solo comenzó a usar vestidos nuevamente cuando conoció a Hugo.
Se levantó de la cama y tomó un baño, sabía que en cualquier momento su padre aparecería y ya tenían suficientes motivos para discutir, no quería agregarle más razones, le parecía escuchar sus regalos de ocasiones anteriores.
«No estás presentable Sara, las chicas siempre tienen que lucir hermosas”.
«Esa no es forma de sentarse Sara, baja las piernas, espalda recta y sonríe”.
«No puedes correr Sara, las damas tienen un andar elegante y sofisticado”.
Así había sido toda su infancia, nunca había tenido amigas, no podía jugar con sus hermanos porque eran juegos de niños, su único entretenimiento había sido estudiar, leer y aprender, hasta que los periódicos la comenzaron a llamar prodigio, chica genio y futura heredera, entonces su padre le prohibió cualquier otro tipo de educación y asistir a la universidad, le dijo que su único deber era casarse y atender a su esposo.
Sara había soportado toda su vida la actitud machista de su padre, habría aceptado no luchar contra sus hermanos por la empresa, pero lo que sí no aceptaría nunca era que la obligarán a casarse con alguien a quien no conocía, así que cuando tuvo la primera oportunidad escapó, decidió estudiar, demostrarle a toda su familia que ella servía para algo más que ser esposa y ama de casa, se propuso ser la mejor en lo que hacía y triunfar por si sola.
Muchas cosas habían pasado desde la última vez que ella estuvo en esa habitación y aunque el lugar seguía exactamente como antes, ella había cambiado y ya no era la misma. Ahora era una mujer independiente y enamorada y haría todo lo que fuera necesario para volver con su esposo, no importa quien se cruzará en su camino ella lo aplastaría.
Cuando terminó su baño Sara fue al closet escogió el vestido más simple que encontró y de color más fuerte, un rojo sangre, se puso tacones y se sentó a maquillarse, veinte minutos después la puerta se abrió y entró una pareja de entre cuarenta y cincuenta años.
Andrés Ferrán seguía justo como ella lo recordaba, entró caminando con la espada recta, barbilla alta y paso firme, en cambio Sofía se veía un poco mayor, más deteriorada, en cuanto vio a su hija corrió a abrazarla.
Sara había extrañado a su madre, por supuesto que sí, la quería mucho, pero su madre había elegido tener una vida de florero ser un simple adorno y lucir encantadora, nada más y Sara no estaba de acuerdo con eso.
Sofía beso por todas partes a su hija, le acarició el cabello y la revisó de cerca para asegurarse de que estaba bien, Sara le regaló una débil sonrisa y secó las lágrimas de su madre, le hubiese encantado estar entre sus brazos el día entero, pero la voz de su padre interrumpió el dulce momento.
“Ya fue suficiente mujer, deja el drama”.
ordenó y no tuvo necesidad de repetirlo, porque Sofía se alejó de su hija como si fuera alada por unos hilos invisibles, se paró al lado de esposo y seco sus lágrimas.
“Me alegra verte de nuevo en casa” volvió a hablar mirando a su hija.
“También me alegro de verlos” respondió Sara mirando a su madre.
“Si ese fuera el caso habrías regresado antes a vernos. Y no tendríamos que obligarte a volver”.
“Si no hubieras intentado casarme contra mi voluntad no hubiera huido” alegó Sara.
“Siempre tan contestona, es que no te puedes quedar callada una vez”.
“Si tuviera la razón no te contradeciría padre”.
“Ya basta, no es momento de discutir” intervino Sofía
“Solo vinimos a invitarte a cenar, te esperamos en quince minutos en el comedor”.
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