Tu y yo, para siempre -
Capítulo 255
Capítulo 255:
Rex, que al principio cierra los ojos para descansar, los abre al oírlo. Está un poco aturdido por el paisaje que le rodea, lo que le hace tardar un rato en distinguirlo. Entonces saca un montón de dinero de la cartera y se lo entrega: «Vamos».
El conductor coge el puñado de dinero, lo que le hace estallar de alegría.
Este dinero es más de un mes de su salario, «¡Gracias, Jefe! Adiós».
A Rex le duele la cabeza y no quiere oír ningún sonido. Frunce el ceño y agita las manos para indicar al conductor que se marche. Hasta que el coche vuelve a estar tranquilo, se estira.
Rara vez ha bebido antes; esta circunstancia es aún más rara. En este momento, el coche se llena de una intensa escena alcohólica mezclada con el olor de su perfume, que huele mal.
A Rex no le importa el invierno que hay fuera de la ventanilla; se limita a abrirla y dejar que entre el viento gélido. Sin embargo, no alivia su embriaguez, sino que agrava la sensación de dolor de cabeza. Tuerce las cejas y simplemente empuja la puerta para salir.
El hombre alto se apoya en la puerta del coche. Busca a tientas una caja de cigarrillos y saca una rama, pero se le cae accidentalmente al suelo. Molesto, saca otra y finalmente la enciende.
Se dice que el alcohol no emborracha a un hombre si no está de humor. Hoy ha ido al club Rojo y no pensaba volver. Ya que ha comprado vino, ¿Por qué no se emborracha?
Es ridículo que piense que lo olvidaría todo después de beber mucho. Pero poco esperaba que cuanto más borracho estuviera, más claros serían los recuerdos. Al final, la cara y el nombre de Lily pasaron ante él, como en una película.
Cuando amas de verdad a alguien, puedes sentirte solo. Ya había visto antes esta frase sin darse cuenta, y solía parecerle una tontería. Pero ahora lo comprende profundamente.
Este es el caso.
Deja escapar una leve sonrisa como si se estuviera burlando de sí mismo, o algo así. Un vaho blanco sale de su boca y pronto desaparece.
En medio de la noche, hay un coche de lujo y una figura esbelta pero alta. Las parejas que hacen footing y pasan a su lado miran de vez en cuando de reojo, como si se preguntaran por qué está aquí un hombre así.
Cuando Lily vuelve del exterior, ha visto una imagen semejante.
¿Por qué está aquí?
Inconscientemente, quiere alejarse, pero cuando ve las colillas en el suelo y su paso flácido, no puede mover las piernas.
Ha bebido y bebido demasiado. En circunstancias normales, es imposible ver a este hombre en semejante estado.
Ya es de noche, y viene a buscarla en este estado de embriaguez.
¿Podría ser que condujera hasta aquí?
Tales pensamientos pasan por su mente, lo que hace que Lily se enfade y a la vez se inquiete. Se adelanta y se sitúa a dos pasos de él. Al principio, el hombre no levanta la cabeza, como si no le importara quién es. Al cabo de un rato, por fin mira hacia ella y se queda atónito cuando ve quién es la persona que se acerca.
¿Cómo puede ser ella?
Rex mira fijamente a Lily. Justo cuando Lily cree que va a acercarse corriendo, el hombre vuelve a bajar la cabeza.
Es tarde, y ni siquiera sabe que viene hacia aquí, así que ¿Cómo puede ser ella, es una ilusión? Porque la echa tanto de menos que hasta el sueño puede aparecérsele cuando está borracho.
Mientras Rex se burla solo, esta «ilusión» se acerca para mirarle a los ojos.
«¿Qué haces aquí?»
La dulce voz se mezcla con la ira y el interrogatorio. Este sonido le resulta de lo más familiar.
Rex se pone nervioso; levanta la cabeza de repente y extiende sus largos brazos para tocar la mejilla de la mujer. Esta sensación real le recuerda que no todo es una ilusión; ella está aquí.
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