Sus mil secretos
Capítulo 409

Capítulo 409:

Era un papel en blanco.

Arielle volvió a dejar el papel en el podio y regresó a su asiento.

Donovan estaba desconcertado.

Recordaba claramente que aquel era el papel con la estrella. ¿Se había equivocado?

No quería que sus élites perdieran el tiempo en el concurso de talentos, y por eso intentó tenderle una trampa a Arielle, ya que ella no estaba interesada en aprender. Por desgracia, fue un error garrafal.

Ugh. Supongo que tiene suerte, pensó Donovan.

Después de Arielle, una chica regordeta se acercó al podio y, con sus manos temblorosas, dibujó su destino.

Desplegó el trozo de papel, y la estrella que apareció en su vista le heló la sangre.

¿Qué? ¿Yo? Las probabilidades de conseguir la estrella…

Esta joven era dolorosamente tímida. Hablar con un desconocido la haría sonrojarse fácilmente, ¿qué más actuar delante de cientos de personas? Se moriría de la vergüenza.

«Señor B-B-Baxter, ¿puede alguien a-actuar en mi lugar? Realmente no tengo ningún talento». Consiguió reunir algo de valor para decir eso.

«Siempre y cuando alguien esté dispuesto a hacerlo», respondió fríamente Donovan.

Ella se quedó helada. ¿Y quién va a hacer eso? ¡Todos tenemos miedo de actuar!

No tuvo más remedio que aceptar su destino con los ojos inyectados en sangre.

Donovan no mostró ninguna simpatía y empezó a hojear los papeles de su clase. «Bien, todo está preparado para la fiesta de los novatos. Así que ustedes dos, entréguenme un informe sobre sus actuaciones para mañana al mediodía. Tengo que enseñárselos al comité. A continuación, vamos a trabajar en Ustranasion. Préstenme toda su atención y tomen notas, ya que he incluido algunas preguntas de examen de la Universidad de Maxwell».

Incluyendo a Arielle, todos abrieron sus libros.

Para alguien que se había criado en el extranjero, estos libros de texto eran como libros para niños, y eso apagó por completo el entusiasmo de Arielle. Imitó a Henry y a Jared descansando.

Al verlos pegar sus mejillas a los pupitres con los ojos bien cerrados, Donovan sólo pudo fruncir las cejas y sacudir la cabeza.

Con esta actitud, sería un milagro que duraran más de un mes aquí. Tal vez sea una bendición, ya que son las espinas entre mis rosas.

Los dejó estar y continuó: «Tienen que memorizar estos verbos…».

Durante la clase, Wendy se asomó a Arielle sólo para encontrarla durmiendo. La miró con total desprecio.

He oído que si no consigue entrar entre los veinte primeros en un mes, tendrá que hacer las maletas. ¡Voy a ver que eso ocurra!

Luego se dio la vuelta y se concentró en la lección.

Había una cosa diferente en la Universidad de Jadeborough. Todos los estudiantes de primer, segundo y tercer año debían asistir a sesiones de autoaprendizaje por la mañana y por la tarde.

Estas sesiones eran en general bastante relajadas. Lo único que tenían que hacer los alumnos era repasar un poco y quizás prepararse para las próximas lecciones, todo a su propio ritmo. Sin embargo, para la clase preparatoria, las sesiones de autoestudio eran conferencias.

Donovan había estado dando conferencias toda la tarde, y estaba empezando a pasarle factura a su garganta.

*¡Ring!*

Por fin sonó el timbre, lo que le hizo soltar un suspiro de alivio. Se dio cuenta de que no había forma de llevar el curso él solo. Necesitaba la ayuda de otros profesores, al menos durante unas cuantas clases, mientras se centraba en las matemáticas avanzadas y otras asignaturas importantes.

La Universidad de Jadeborough se enorgullecía de las matemáticas avanzadas y era más indulgente con otras asignaturas.

Donovan tomó un sorbo de agua y dio por terminada la lección.

«Hemos terminado por hoy. Vuelvan a repasar los apuntes de la lección y si encuentran algo que necesite más aclaración, mándenme un mensaje cuando quieran. Aquí tienen mi número».

Anotó su número en la pizarra, y cuando terminó de escribir y se dio la vuelta, los tres estudiantes que estaban durmiendo ya se habían ido.

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