Sus mil secretos -
Capítulo 1721
Capítulo 1721:
«¡He dicho que no soy yo!»
«Búscalo. ¡Rápido!» Norma ordenó ansiosamente.
¡Estaremos como muertos si esto se filtra!
Torsten llamó a Morse de inmediato e interrogó al hombre sobre lo que había sucedido aquella noche, y Morse informó de todo en consecuencia.
«Entonces, ¿Dices que alguien te dejó inconsciente?». preguntó Torsten.
Morse asintió. «Sí. La dr%ga era muy potente. No nos despertamos hasta la mañana siguiente».
«Esta persona debe de ser un experto en dr%gas», intervino Norma con la cabeza gacha.
Tenía unos cuantos sospechosos en mente.
«Registren el lugar ahora mismo y vean quién posee tal dr%ga. Cualquiera puede ser ahora un sospechoso potencial, así que compruébenlo todo. No dejen piedra sin remover», ordenó Torsten.
Morse empezó a rebuscar en los dormitorios.
«¿Qué haces, Morse?», gritaron otros investigadores, que se acercaron a detener a Morse cuando el hombre irrumpió.
Entre ellos había un investigador alto y delgado al que Morse le caía mal porque Torsten favorecía a Morse. Estaba celoso de Morse porque el profesor siempre le llevaba a los experimentos.
¿Por qué siempre recibe un trato especial cuando todos fuimos contratados al mismo tiempo?
«Esta es la orden del Profesor Hoffmeister. Puedes hablar con él si no estás contento. Ahora, ¡Apártate!» Morse agarró al hombre alto y lo empujó a un lado para continuar su búsqueda.
Sabiendo que eran las instrucciones de Torsten y que no podía desafiar su orden, el hombre que desafió a Morse se enfurruñó en una esquina y miró con odio a Morse.
No dejes que te ensucie, Morse, o haré que el profesor te eche.
Los cuatro hombres del dormitorio acataron el registro al ver cómo Morse trataba al hombre alto. Cuando Morse por fin se fue, empezaron a cotillear entre ellos sobre él.
Ni que decir tiene que Morse no tenía ni idea de lo que decían de él. Aunque lo supiera, no le importaba.
Tras terminar el primer dormitorio, pasó al segundo, donde se alojaban los dos cocineros. Como nadie en la base sabía cocinar, habían invitado a una pareja para que les preparara la comida.
El matrimonio había aceptado la oferta porque les habían prometido una buena remuneración y atractivos beneficios. Por eso llevaban más de diez años en la base, a pesar de que no les dejaban visitar a su familia ni a sus hijos.
«¿Qué está pasando?», preguntó la esposa cuando vio entrar a Morse con cara seria.
Antes de que Morse pudiera responder, el marido dijo: «Debe de haber ocurrido algo grave. Deberíamos cooperar».
La mujer se calló al instante cuando su marido dijo eso.
En cuanto a Morse, siguió buscando la dr%ga en el local y se marchó al siguiente lugar cuando terminó. Su búsqueda fue inútil.
«¿Hay algún sitio que te hayas dejado?». preguntó Norma al enterarse de que Morse no había conseguido encontrar nada.
«Busqué en todos…» Morse se detuvo de repente.
«¿Qué lugar dejaste fuera?». inquirió Norma con urgencia.
«La habitación de la Doctora Moore…».
Norma hizo un gesto despectivo con la mano al oír aquello, pero Torsten se mostró escéptico. «Comprueba también su habitación. A fondo».
Al profesor le pareció que había gato encerrado, porque antes de que Arielle llegara a la base no había ocurrido nada parecido. Tampoco antes se había estropeado la cámara de vigilancia. Sin embargo, todo eso ocurrió después de la llegada de Arielle, y eso despertó sus sospechas.
Norma no dijo lo contrario, ya que Torsten insistió.
Cuando Arielle vio a Morse en la puerta de su casa, le hizo pasar sin problemas, sabiendo el motivo de su visita.
«¿Qué es esto, Doctora Moore?».
Mirando el paquete de polvos que tenía en la mano, Arielle frunció el ceño.
¿Cómo se me había podido pasar?
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