Sus mil secretos
Capítulo 1597

Capítulo 1597:

Si Linda no hubiera oído esos ruidos procedentes del teléfono, se habría alegrado mucho de oír que iba a volver, pero ahora le parecía irónico. Ella estaba trabajando duro para él, pero él estaba allí tonteando con otra mujer.

Aunque no estaba contenta, no tenía derecho a controlarle. Al fin y al cabo, sólo era una de sus muchas mujeres. Sin embargo, ella había sido la única en servirle en la oficina, pero obviamente, ese ya no era el caso.

«¿Me has oído?” El Duque frunció el ceño impaciente al no oír respuesta de ella.

‘‘Si, te he oido. Vuelvo ahora mismo’’.

Deprimida, le contesta y cuelga la llamada. Luego se dirigió a la habitación donde estaba Susanne. Mientras miraba a Susanne, recordó la dureza de su voz cada vez que mencionaba a Susanne y a Vinson.

Sacó una pistola del bolsillo y estaba a punto de disparar a Susanne cuando la puerta se abrió de repente.

“Escapemos por la ventana. Llegarán en cualquier momento’’. Mientras un hombre fornido hablaba, la levantó y la colocó en el alféizar de la ventana. Antes de saltar por la ventana, Linda apuntó a Susanne con la pistola y presionó el gatillo una vez. Luego, saltó junto con el hombre.

En cuanto Vinson y Arielle bajaron del coche, oyeron un disparo. Ansiosos, corrieron al interior. Los vecinos de los alrededores también lo oyeron y salieron de sus casas, mirando a su alrededor con curiosidad.

Con los ojos inyectados en sangre, Vinson les preguntó en qué unidad se alojaba Linda.

Como Linda era la única extranjera que vivía allí, no era difícil encontrar su casa.

Al poco rato, un joven los condujo a su casa.

Vinson y Arielle se apresuraron a entrar en busca de Susanne. Cuando la vieron con una herida de bala en el pecho, la cogieron en brazos y salieron corriendo. En ese momento, tenían que conseguir ayuda para ella, ya que el tiempo era crucial.

Sin embargo, como estaban en un barrio marginal, los coches tenían dificultades para entrar en el lugar. Por ello, Vinson tuvo que cargar con su madre y corrió durante tres minutos hasta llegar a donde tenían aparcado el coche.

‘‘Ve tras los secuestradores de mi madre’’. Tras dar la instrucción a Rayson, Vinson y Arielle llevaron a Susanne al hospital, donde la enviaron enseguida a urgencias. Arielle se cambió y entró, ya que era ella quien iba a realizar la operación.

En circunstancias normales, no se animaba a los familiares a operar a un paciente. Sin embargo, Arielle no quería que nadie más que ella lo hiciera, pues confiaba en poder salvar a Susanne.

Respiró hondo y comenzó la operación. Su voz tranquila y serena llenó el quirófano, mientras todos los demás médicos y enfermeras trabajaban con ella durante la operación.

Tres horas más tarde, la operación estaba terminada, e incluso los últimos puntos los dio ella misma. Al fin y al cabo, la paciente operada era su suegra, y ella tenía que hacerlo lo mejor posible.

Con los ojos llenos de lágrimas, miró a Susanne, que yacía en la mesa de operaciones. La bala no le dio en el corazón por muy poco. De lo contrario, ni siquiera los dioses podrían salvarla.

Por suerte, el tirador erró el tiro.

Pronto se abrió la puerta del quirófano y Susanne fue empujada a la sala de observación cercana, donde no se permitía la entrada a los familiares.

«Sannie, ¿Cómo está mamá?” Al ver que Arielle salía del quirófano, Vinson se adelantó rápidamente y preguntó.

Aunque pareciera tranquilo, en realidad estaba a punto de volverse loco de preocupación. Sabía que si algo malo le ocurría a Susanne, nunca podría perdonárselo.

«La operación ha ido bien», contestó Arielle y continuó después de dudar un poco. “La bala no le dio en el corazón. Estará en observación durante un día. Si todo va bien, será trasladada a una sala normal’’.

Un escalofrío recorrió la espalda de Vinson al oír cómo su madre se había librado de la muerte por los pelos.

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