Sus mil secretos
Capítulo 1535

Capítulo 1535:

Tras intercambiar miradas, la muchacha y el anciano se apresuraron a entrar en la casa de madera. Les recibió la visión del hombre, hasta entonces inconsciente, tosiendo sin parar.

Entonces, ella le puso rápidamente la mano en el cuello antes de rozárselo con un movimiento descendente para ayudarle a respirar mejor. Sólo cuando dejó de toser, cesó la acción calmante.

En ese momento, el hombre de la cama abrió lentamente los ojos. Con la vista borrosa, pudo distinguir vagamente a la chica que tenía delante.

Inmediatamente, frunció el ceño. “¿Quién es? ¿Por qué está tan cerca de mí?”

“Estás despierto. ¿Tienes hambre? ¿Tienes sed? ¿Te encuentras mal en algún sitio?», preguntó la muchacha con urgencia.

Su voz era tan clara como el piar de un pájaro, y cuando llegó a sus oídos, no pudo evitar que su impresión de ella cambiara a mejor.

Tras forzar los ojos para abrirlos, por fin pudo ver bien el aspecto de la muchacha.

La chica que tenía delante parecía tener unos dieciocho o diecinueve años. Tenía los ojos grandes y el cabello castaño ondulado. Si no fuera por la ropa barata que llevaba, habría parecido una princesa.

“Agua…” El hombre sólo consiguió pronunciar una palabra antes de que su garganta se sintiera como si le hubieran prendido fuego. A su pesar, frunció el ceño.

Cuando la muchacha oyó sus palabras, se acercó rápidamente a la mesa de madera y le llenó un vaso de agua.

Cuando se dio cuenta de que no podía beber del vaso porque estaba tumbado, puso el vaso en el taburete lateral y le ayudó a levantarse. Como el hombre acababa de despertarse y aún se sentía débil, la muchacha se mordió el labio y dejó que el hombre se tumbara sobre ella como apoyo mientras ella se sentaba en la cama. Luego, cogió el vaso y se lo acercó a los labios.

Los dos estaban tan cerca físicamente que el hombre pudo oler el agradable aroma de la chica.

En el segundo siguiente, miró fijamente el vaso y se quedó helado. Era la primera vez que alguien le trataba así.

“¿No tienes sed? Date prisa y bébetelo», le instó la muchacha con voz suave.

El hombre recobró el sentido y se terminó el agua.

«¿Quieres más?», le preguntó la muchacha cuando se dio cuenta de que se había bebido el vaso en un santiamén.

Sin embargo, el hombre negó con la cabeza. La muchacha guardó el vaso y le ayudó a tumbarse de nuevo en la cama.

En ese momento, el anciano entró desde fuera. Cuando vio que el hombre herido estaba despierto, suspiró aliviado para sus adentros.

Ha tenido suerte.

Por otra parte, cuando el herido vio al anciano, un sentimiento de confusión surgió en su pecho. Sólo entonces empezó a estudiar su entorno. Al darse cuenta de que estaba en una pequeña casa de madera, abrió los ojos con asombro.

¿Por qué estoy aquí?

“¿Dónde estoy?», preguntó perplejo.

“Estamos en una isla», explicó la muchacha antes de que el anciano pudiera hablar. Luego le preguntó con curiosidad: «¿Quién eres? ¿Por qué acabaste herido en las aguas?».

Ante la mirada inquisitiva de la muchacha, se limitó a negar con la cabeza. Su coche había chocado con algo antes de caer por el acantilado, por lo que se había desmayado en él.

Cuando recobró el conocimiento, ya estaba en la casa de madera.

“¿Cuánto tiempo llevo aquí?”

‘‘Cuatro o cinco días’’, respondió la chica mientras inclinaba la cabeza hacia un lado.

¿Cuatro o cinco días?

Los ojos del hombre se abrieron de golpe.

¿Tanto tiempo? ¿Me ha estado buscando alguien?

La chica negó con la cabeza. No lo sé. Hay poca gente que pueda venir a este lugar’’.

Al instante, el hombre se quedó callado. Se preguntó cómo estaría Arielle después de tantos días.

Sólo pensar en Arielle era como una roca que le aplastaba el pecho. Apenas podía respirar bajo su peso.

…

Mientras tanto, la Reina Madre, que se encontraba en palacio, estaba completamente furiosa y arrojó al suelo los documentos que tenía en las manos.

“¿Qué han dicho? ¿Cómo han descifrado el mensaje? ¿Por qué nadie lo interceptó?’’

.

.

.