Sus mil secretos -
Capítulo 1518
Capítulo 1518:
Era la primera vez que Cindy se asustaba tanto de una mujer, hasta el punto de que todo su cuerpo temblaba incontrolablemente.
Miró a la mujer que tenía delante y trató de controlarse.
“Te diré lo que es, siempre que prometas enviarme a Manchernius sana y salva, además de concederme una suma lucrativa’’.
Lejos de enfadarse por la amenaza de Cindy, la mujer se limitó a reírse de su descaro.
Miró directamente a los ojos de Cindy y siguió riéndose. Cuanto más se reía, más miedo sentía Cindy.
“Tienes agallas, ¿Verdad? ¿Para amenazarme e incluso intentar negociar conmigo?’’ Tras una sonora carcajada, la mujer dirigió una mirada desdeñosa a Cindy.
“¿Sabes que eres la primera persona que se atreve a decirme eso a la cara?”
A Cindy se le pusieron los pelos de punta, casi haciéndole saltar el corazón del pecho. Cindy abrió la boca, pero no salió ninguna palabra.
En ese momento, la invadió un arrepentimiento instantáneo. Debería haberle contado a Arielle lo que sabía y luego haber conseguido que me enviara de vuelta a casa. No me importa aunque tenga que ir entre rejas.
Por desgracia, entonces tenía otros motivos…
Sin otra opción, se armó de valor y respondió: «Este secreto es muy importante para ti. Si muero, no sabrás nada. De hecho, no serás capaz de imaginar lo que podría ocurrir después’’.
Al oír sus palabras, la mujer entrecerró los ojos y dirigió una mirada aguda a Cindy. ‘‘Dilo’’, bramó.
“¿Estás de acuerdo con las condiciones que te he puesto?” preguntó Cindy con cautela.
La mujer asintió sombríamente y Cindy respiró aliviada.
¡Menos mal que había dicho que sí!
De repente, se acordó del incidente en el que la habían dr%gado.
Llena de curiosidad, Cindy preguntó: ‘‘Espero que no estés tramando dr%garme de nuevo justo después de que te lo confiese’’.
Entonces, Cindy dirigió a la mujer una mirada dudosa.
‘‘Permíteme recordarte que será tu fin si muero. Tu secreto saldrá a la luz y la gente irá a por ti’’.
“Si te retrasas más, te enviaré al infierno». Su feroz reprimenda asustó mucho a Cindy.
“Te creeré por una vez’’. Cindy la miró y añadió: ‘‘Tu subordinado me secuestró de Arielle, ¿Verdad? Aunque no sé cómo ha llegado hasta aquí, sí puedo decirte que Arielle es la hija que dio a luz mi hermana. Es la princesa de Turlen’’.
“¿De qué estás hablando?” La incredulidad se reflejaba en el rostro de la mujer. “¿Cómo es posible?”
‘‘En efecto, Arielle es la niña que dio a luz mi hermana. Es la princesa de Turlen», repitió Cindy.
¿No había muerto la niña entonces? ¿Cómo ha podido ocurrir?
Miró fijamente a Cindy y la amenazó con voz gélida: ‘‘¡Si vuelves a mentirme, me aseguraré de que tengas una muerte horrible!’’
Cindy tembló y tartamudeó temblorosa: ‘‘M-Mi vida está en tus manos. Nunca tendría el valor de hacerlo’’.
“Llévatela y vigílala», ordenó la mujer en voz baja.
Inmediatamente, alguien se acercó y se llevó a Cindy.
‘‘Arielle… Arielle…’’ la mujer murmuró el nombre de Arielle enésimas veces mientras un destello de malicia brillaba en sus ojos.
¿Qué princesa? No es digna de ser la princesa de Turlen, pues no es más que la descendiente de una mujer de Chanaea. No merece el gran título de princesa. La Princesa de Turlen debe ser como Aaron, la personificación de la elegancia distinguida y la nobleza; una turleniana pura de sangre. ¿Quién se cree Arielle que es?
‘‘¡Que venga alguien de inmediato!’’, gritó, y un subordinado se acercó. Inmediatamente, le dio unas instrucciones con una mirada despiadada en los ojos.
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