Sus mil secretos
Capítulo 1452

Capítulo 1452:

Los Wilhelm habían planeado darse una ducha rápida antes de regresar al laboratorio. Tras oír la conversación de los estudiantes sobre la herida de Arielle, decidieron ir corriendo a casa para ver cómo estaba su hija adoptiva.

En la Mansión Paelsford, Arielle acababa de terminar de construir una estructura de Lego con Pat cuando empezó a sonar su teléfono.

Comprobó el identificador de llamadas y sus ojos se arrugaron con una sonrisa. «Hola, mamá».

«San, me he enterado de que te has hecho daño. ¿Qué te ha pasado? ¿Es grave? ¿Dónde estás ahora?”

El aluvión de preguntas de Andrea hizo que los labios de Arielle se curvaran con una sonrisa. La preocupación de la mujer mayor le reconfortó el corazón.

Arielle le aseguró: «Estoy bien. Es una herida leve en el brazo. Se recuperará en un par de días. No te preocupes».

«¿De verdad estás bien?» Andrea siguió adelante sin esperar la respuesta de Arielle: «No importa. Dinos dónde estás. Tu padre y yo iremos a ver cómo estás. Sólo eso nos calmará los nervios».

«Estoy en casa. Pat dice que hace unos días que no vienes a casa y está enfadado porque no le has llamado para contárselo». Arielle sonrió mientras miraba a Pat que tenía un puchero a su lado.

Andrea se dio una palmada en la frente como respuesta. Exclamó: «¡Vaya! Estábamos tan ocupados que nos olvidamos por completo de Pat».

Al día siguiente, Arielle se despertó en brazos de Vinson. Ella había dispuesto que él durmiera en la habitación contigua, pero él se había colado en su dormitorio mientras la asistenta dormía profundamente.

Buscó a tientas el teléfono en la mesilla de noche. Cuando vio la hora, le dio un codazo a Vinson en el estómago y le susurró: «Vinson, son casi las cinco. Deberías volver a tu habitación antes de que te vea alguien». La voz de Arielle era tierna y espesa por el sueño.

Vinson ya estaba despierto antes de que Arielle se levantara. Rodeó a su mujer con los brazos y le presionó la barbilla contra la oreja. Con su barítono rico y magnético, murmuró: «Pero no quiero irme».

Estaba demasiado cómodo en la cama con Arielle en brazos, y no deseaba marcharse. Estiró el brazo, le cogió la mano y se la puso sobre el cuerpo. Arielle se despertó al instante y retiró la mano como si estuviera escaldada. Su cara se puso roja como un tomate.

«¡Vinson!», gritó avergonzada.

Vinson se dio la vuelta y presionó el cuerpo de ella contra el suyo. Sus ojos oscuros rebosaban ternura, y Arielle se sonrojó aún más al encontrarse con su mirada.

Su rubor era como una hierba gatera para él. Vinson no pudo resistirse a inclinarse para capturar sus labios en un beso voraz.

Arielle gimió involuntariamente, lo que sólo sirvió para aumentar su deseo. Hábilmente, Vinson empezó a desnudarla.

Más de una hora después, Vinson sacó a Arielle del cuarto de baño y la ayudó a cambiarse. Luego le secó el cabello con cuidado.

Los repetidos bostezos de Arielle llevaron a Vinson a engatusarla: «Deberías dormir un poco más».

«Vale». La respuesta de Arielle fue amortiguada al taparse la boca para bostezar.

Vinson sonrió satisfecho y la llevó a la cama. Tras arroparla, la besó ligeramente en la frente y salió de la habitación.

Por suerte, las criadas se afanaban en el piso de abajo, así que nadie prestó atención a los dormitorios de arriba.

Cuando Vinson regresó a su habitación, sacó el teléfono y llamó a Harvey, indicándole que regresara a Chanaea. Harvey frunció el ceño cuando recibió la llamada de Vinson.

Respondió: «Creo que es mejor que les espere aquí».

A Harvey le preocupaba dejar a Arielle y a Vinson solos en Turlen. Después de todo, no habían descubierto la identidad del agresor de Arielle, y le preocupaba que se metieran en más problemas sin ayuda a la vista.

Las cosas serían diferentes si Harvey se quedara atrás. Había aprendido turlenés de Xavier y había conocido a su amigo Dillon. Los tres salían con frecuencia y habían establecido una amplia red en la zona. Si Arielle y Vinson tuvieran problemas, Harvey podría aprovechar fácilmente sus contactos para salvarlos.

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