Sus mil secretos
Capítulo 1290

Capítulo 1290:

Para no alertar innecesariamente a nadie, Salvador no dijo que intentaba encontrar el veneno en la leche. En lugar de eso, actuó preocupado por cómo estaban todos allí. Les dijo que si había algo a lo que no estuvieran acostumbrados, se lo comentaran a él.

Sus acciones se ganaron el favor de los concursantes, que pensaron que los Mill eran muy hospitalarios.

Salvador comprobó todas las habitaciones, pero no pudo encontrar ningún problema en ellas. Informó a Cornelius de los resultados de la investigación.

«¿Dónde más no has registrado en la Residencia Mill?», preguntó Cornelius tras meditarlo.

«Aparte de tu habitación y la del Señor Mill, sólo queda la de la Señorita Queenie», respondió Salvador.

Puesto que Cornelius y su padre no harían daño a Arielle, la única sospechosa era Queenie.

Respiró hondo, sin creer que su hermana pudiera hacer algo tan vil.

«Salvador, pásale esta medicina a Queenie y dile que se la he recetado especialmente. Dile que se lo ponga en la pierna durante una hora, una vez por la mañana y otra por la noche». Cornelius presionó los puños. «Si encuentras algo raro, no la encubras».

Sabía que Salvador siempre les había adorado a él y a Queenie como si fueran sus hijos. Si Queenie era la culpable de sabotear a Arielle, temía que Salvador sintiera lástima por Queenie y la encubriera.

Salvador asintió, consciente de la gravedad del asunto. Si Queenie era realmente la culpable, definitivamente no se pondría del lado del mal y la protegería.

Con la medicina en la mano, Salvador llamó a la puerta de Queenie. Donovan abrió la puerta y le invitó a pasar.

Queenie miró confusa a Salvador cuando entró. Al fin y al cabo, rara vez entraba en sus habitaciones.

«Señorita Queenie, el Señor Cornelius ha preparado especialmente para usted este medicamento. Dice que debe aplicárselo una vez por la mañana y otra por la noche». Ignorando la mirada perpleja de Queenie, Salvador colocó la medicina en una mesa cercana.

Cuando Queenie oyó que Cornelius le había preparado la medicina para la pierna, bajó la mirada hacia sus piernas. «Dale las gracias a Cornelius de mi parte, Salvador».

Después de pedir ayuda a tantos expertos, sus piernas seguían sin curarse.

Aunque ya se había dado por vencida, Cornelius seguía esforzándose por su bien. A Queenie se le llenaron los ojos de lágrimas de gratitud hacia Cornelius.

«No hace falta que le des las gracias al Señor Cornelius. Mientras pueda curarte las piernas, estará muy contento», dijo Salvador.

Mientras hablaba, seguía observando la habitación y tratando de ver si había algún olor extraño.

«Sin duda cooperaré con Cor y haré que mis piernas mejoren». Si había alguna posibilidad de volver a ponerse de pie, cualquiera estaría dispuesto a intentarlo.

A Salvador le dolió el corazón cuando vio el aspecto abatido de Queenie. Se adelantó para comprobar cómo tenía las piernas. Sin embargo, antes de llegar hasta ella, un olor casi indiscernible le llegó a la nariz, lo que hizo que se quedara helado. Huele igual que el veneno que el Señor Cornelius me pidió que comprobara.

«¿Salvador?»

Al ver que Salvador estaba clavado en su sitio, aturdido, Queenie le llamó.

Salvador volvió inmediatamente en sí al oírla. Fingiendo que no había descubierto nada, le explicó con una sonrisa: «De repente he recordado que no he hecho algo que me pidió el Señor Cornelius. Tengo que ocuparme de ello ahora. Acuérdate de ponerte la medicina en las piernas».

Antes de que Queenie pudiera reaccionar, dio media vuelta y se marchó. Donovan se había marchado cuando abrió la puerta a Salvador. Cuando volvió, Salvador ya se había ido.

«Señor Cornelius, hay olor a esa medicina en la habitación de la Señorita Queenie». Salvador no se atrevió a ocultar la información. Tras salir de la habitación de Queenie, fue directamente a ver a Cornelius y le contó lo que había descubierto.

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Nota de Tac-K: Ánimos en sus actividades lindas personitas, que les vaya súper bien, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (ɔO‿=)ɔ ♥

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