Sus mil secretos
Capítulo 1252

Capítulo 1252:

En un instante, los deliciosos sabores del ravioli irrumpieron en su boca.

Podía saborear los jugos infusionados de cebolla y gambas mientras las capas de sabores se deslizaban gradualmente por su boca. En ese momento, la punta de su lengua sintió una sensación que nunca antes había experimentado, haciendo que sus ojos se iluminaran.

¡Este ravioli es de otro mundo! No me extraña que Susanne esté tan segura de que soy incapaz de reproducir este sabor.

Penélope no podía creer cómo algo tan sencillo podía saber tan delicioso. En consecuencia, quedó asombrada por la habilidad culinaria de quien los había hecho.

«¡Estos raviolis son increíbles! ¿Quién es el chef que los ha hecho? Nunca había probado unos raviolis tan deliciosos».

Penélope no podía ocultar su asombro.

Cuando se dio cuenta enseguida de la mirada orgullosa de Susanne, le vino un nombre a la cabeza.

«¿Es la Señorita Moore quien los ha hecho?».

«¡Así es!» Susanne levantó una ceja. «¿Sabes ahora lo grande que es el abismo que les separa a las dos?».

Asintiendo con la cabeza, Penélope no consiguió esbozar una sonrisa a pesar de intentarlo desesperadamente.

No hay forma de que pueda superar a Arielle cuando se trata de cocinar. ¿Y en otra cosa? En cuanto a la apariencia, la popularidad de Arielle en el mundo del espectáculo empezó por su aspecto, y no por nada la llaman la «diosa del pueblo». Aunque hoy me haya pasado media hora maquillándome, es imposible que pueda superar la belleza natural de Arielle.

A la hora de comparar capacidades, la familia de Penélope se arruinó durante su primer año de universidad, lo que provocó que abandonara los estudios por no poder pagar la matrícula.

En cuanto a Arielle, no sólo se graduó en la Universidad Maxwell, sino que además era la presidenta del renombrado Grupo Sann.

En aquel momento, Penélope se llenó de desesperación al darse cuenta de que no tenía nada que Arielle pueda envidiar de ella.

Cuando Susanne se percató de la expresión de Penélope, su humor se animó junto con su apetito. Empezó a devorar su plato de raviolis.

Cuando terminó, recordó que no había visto a Arielle ni a Vinson.

Después se miró hacia Geoffrey y le preguntó: «¿Dónde están Sannie y mi hijo?».

Sannie era el apodo de Arielle. Desde que a Susanne le pareció que sonaba más íntimo, siempre se dirigía así a Arielle. De ahí que los criados supieran naturalmente quién era Sannie.

Geoffrey respondió cordialmente: «El señor y la Señora Nightshire han salido».

«¿Tan temprano? ¿Juntos?»

«No.» Geoffrey negó con la cabeza. «El Señor Nightshire salió primero, diciendo que tenía algo que hacer en la oficina. La Señora Nightshire podría haber ido al plató, pues hace poco le han dado un papel en una película dirigida por Sam Sleight».

«¿Ah, sí? Sam es un director con talento. Parece que mi nuera va a dar gloria a la familia en un campo completamente nuevo.»

Cuanto más pensaba Susanne en ello, más contenta se sentía. Dio instrucciones a Geoffrey: «Como hoy estoy de buen humor, invita a mis amigas a una partida de cartas».

Aunque Susanne no sabía qué le pasaba a su hijo, una buena noche de sueño permitió que la claridad volviera a su mente.

Al fin y al cabo, ella conocía a su hijo mejor que nadie. A pesar de su lengua afilada, tenía un corazón blando. Aunque siempre tenía una expresión indiferente, en el fondo era alguien amable y leal.

Por lo tanto, confiaba en que, una vez que Arielle y Vinson resolvieran los problemas que tuvieran, la dama muy maquillada que tenía delante desaparecería de la mansión sin que ella moviera un dedo.

Con ese pensamiento en mente, Susanne dio esquinazo a Penélope e hizo que Geoffrey preparara su partida de cartas.

«¡Enseguida!» reconoció Geoffrey y salió con el pretexto de llamar a las amigas de Susanne. Sin embargo, no hizo la llamada tras salir. En lugar de eso, se dirigió al invernadero de los terrenos de la mansión.

.

.

.