Sus mil secretos -
Capítulo 1246
Capítulo 1246:
«De acuerdo». Después de hablar, Arielle empujó el pecho de Vinson y dijo: «No descubras tu tapadera. Vete ya».
«¿Irme?» Vinson frunció el ceño. «¿Qué quieres decir? Me costó mucho venir aquí a hurtadillas y sólo me he quedado un rato. ¿Por qué me persigues?»
«¿Y qué si te estoy echando?». Arielle se burló y espetó: «¡Vete a dormir con la Señorita Little!».
Al instante, Vinson le besó los labios.
El apasionado beso hizo que Arielle se sintiera un poco mareada, como si flotara en el cielo.
El beso duró un buen rato antes de que Vinson la soltara de mala gana.
«Tengo muchas ganas de seguir durmiendo aquí…». Su voz era profunda y sexy, pero a la vez sonaba como un niño con una rabieta.
Arielle empezaba a cambiar de opinión respecto a conseguir que Vinson se marchara.
Por alguna razón, su cuerpo se sentía extremadamente caliente, mientras que el de Vinson se sentía muy frío.
Sintió el impulso de seguir acercándose a él.
Mientras reflexionaba sobre este pensamiento, presionó inconscientemente su cuerpo contra el de Vinson.
Vinson tragó saliva mientras le advertía: «Si sigues estando tan cerca de mí, no podré contenerme…».
«Mm…», murmuró Arielle.
Su voz era como la mecha de un fuego artificial. Vinson apenas podía controlarse.
«Sannie…» Su voz se hizo más grave y ronca. «Estarás en peligro, ¿Sabes?».
Él era el peligro.
No pensaba hacer nada cuando viniera a verla, así que no llevaba ninguna medida de seguridad. Si lo hacían sin más…
Bueno, estaba más que encantado de hacerlo. Sin embargo, también sabía que Arielle no pensaba quedarse embarazada por el momento.
Cuando dijo eso, Arielle no se apartó de él. En lugar de eso, se acercó aún más.
Vinson se dio cuenta de que algo iba mal.
Normalmente, cuando advertía así a Arielle, ella habría huido inmediatamente en lugar de acercarse a él.
«¿Sanie?»
Cuando Vinson tocó la cara de Arielle, descubrió que le ardían las mejillas.
Sorprendido, preguntó: «¿Tienes fiebre?».
«No…» Arielle aún controlaba su racionalidad.
Respiró hondo, reprimió el impulso de acercarse a Vinson y se sentó derecha. Cuando le tomó el pulso, se quedó atónita.
«¿Qué ha pasado? Al observar la expresión de Arielle, Vinson preguntó: «¿Estás enferma?».
Arielle se mordió los labios mientras su mirada se posaba en el vaso de leche de la mesa, que ya había terminado de beber.
En aquel momento, se había dado cuenta de que la criada que le había enviado el vaso de leche actuaba con demasiado entusiasmo. Parece que le han echado leche.
«A ese vaso de leche le pasa algo».
Vinson tampoco era tonto: enseguida comprendió a qué se refería.
¡Alguien ha dr%gado a Arielle!
«¿Quién ha sido?», preguntó Vinson apresuradamente. «¿Te lo ha dado Geoffrey?».
«No…» Arielle sacudió la cabeza y recordó: «No armes jaleo. Creo que la persona que echó la bebida espera que nos reconciliemos. Probablemente sea idea de mamá».
Una idea surgió en la mente de Vinson. «Entonces… ¿Debería quedarme?».
Arielle lo fulminó con la mirada. «Si no te quedas, ¿Vas a enviarme al hospital? En ese caso, ¿No quedará todo al descubierto?».
Vinson asintió antes de inmovilizar a Arielle bajo su cuerpo.
«Entonces, actuaré como tu antídoto».
Arielle se sonrojó. Antes de que pudiera decir nada, Vinson ya había sellado sus labios.
Su beso era tan dominante que era como si quisiera devorarla.
«Mmm…»
Arielle no pudo evitar que sus gem!dos se escaparan de sus labios.
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