Sus mil secretos
Capítulo 1033

Capítulo 1033:

Al mismo tiempo, el chef también estaba evaluando a Arielle.

¿Así que esta belleza de rasgos faciales tan exquisitos como una muñeca de porcelana es nuestra nueva jefa? ¡He oído que ha sido capaz de ayudar a impulsar el negocio sin ni siquiera estar aquí! Maldita sea, ¡Su aspecto contrasta tanto con esta grasienta cocinita! ¡Debería estar protagonizando películas en vez de dirigir un restaurante!

«¡Hola, jefa! Me llamo Glenn Quigley», dijo el chef tras salir de sus pensamientos.

«Hola, Chef Quigley. Me llamo Arielle Moore», contestó ella mientras se adelantaba para estrechar la mano de Glenn.

Glenn le tendió la mano instintivamente, sólo para darse cuenta de que aún la tenía cubierta de grasa de haber cocinado antes.

Pensando que a Arielle le daría asco, Glenn estaba a punto de retirar la mano cuando ella la agarró y la estrechó.

«¡Tu reputación te precede, Chef Quigley! ¡He probado muchos de tus platos y me encantan! Es un honor conocerte por fin en persona».

Su actitud humilde y desenfadada sólo hizo que Glenn se sintiera mucho más cohibido.

Retiró rápidamente la mano y le entregó a Arielle unas toallitas de papel. «Lo siento, tengo la mano muy grasienta. Toma, límpiate».

Arielle se limitó a hacerle un gesto con la mano y dijo: «¡A los que trabajan en la cocina no les asusta mancharse un poco de grasa!».

Luego desvió la mirada hacia los fogones. «¿Es ése el nuevo plato que estás haciendo?», preguntó.

“¿El stroganoff de ternera?”

¿Sólo he preparado la mitad de los ingredientes y ya sabe lo que voy a hacer?

«¿Sabes cocinar?» preguntó Glenn sorprendido.

«Se podría decir que sí. ¿Qué te parece si pruebo a hacer stroganoff de ternera y lo pruebas?» sugirió Arielle con una sonrisa.

La mirada de Glenn se tensó al instante al oír aquello.

Como era un cocinero muy tradicional, sólo aceptaba aprendices varones.

Nunca aprobaba que las mujeres trabajaran en la cocina, aunque fuera su jefa.

Dejando escapar una tos, dijo con mirada severa: «No creo que debas estar en la cocina. Deberías ir a trabajar a la caja registradora con el gerente».

¡Una mujer de negocios como ella no debería tontear en la cocina!

«¡Señorita Moore, creo que debería venir conmigo a la oficina!». El gerente bajó entonces la voz hasta convertirla en un susurro. «El Chef Quigley suele ser un tío muy majo, pero se pone de mal humor cuando se trata de comida. No quiere que nadie interfiera en su cocina. A mí, por ejemplo. Antes pensé en ayudarle a calentar el aceite en la sartén porque sus aprendices aún no habían vuelto, pero en vez de eso me echó una bronca de mil demonios».

Antes de que Arielle pudiera decir nada, Glenn tomó la palabra.

«¿Crees que estoy sorda o algo así? Lo he oído».

El gerente sólo pudo rascarse torpemente la cabeza como respuesta, pues no creía que el chef tuviera tan buen oído a su edad.

«Chef Quigley, ¿Me dejas probar? Considéralo como si yo te recompensara por tu duro trabajo, ¿Vale?». preguntó Arielle con una sonrisa.

Dejando escapar una tos, Glenn respondió: «De acuerdo, si insistes. Puedes probar a hacer una ración para no desperdiciar los ingredientes».

Es imposible que una princesa tan hermosa como ella pueda preparar algo decente. Probablemente sólo sea curiosa y se aburrirá después de hacerlo una vez.

Como Glenn le había dado permiso, Arielle se puso rápidamente un delantal y fue a preparar los ingredientes.

Glenn se puso entonces a su lado con las manos a la espalda y una expresión sombría en el rostro.

«Ya ves, Chef Quigley. La Señorita Moore sí que parece una chef con delantal!», exclamó el gerente.

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