Capítulo 138:

Kate observó la espalda de Jaden y se burló, pensando en que sólo había venido a verlo por obligación. Ahora que se estaba recuperando, se aseguraría de que volviera a sumirse en el profundo sueño del que acababa de despertarse. Una sonrisa malvada se dibujó en su rostro mientras salía de la habitación.

Nick se sorprendió cuando Kate se marchó apenas cinco minutos después. Había esperado que se quedara más tiempo, tratando de interpretar el papel de buena esposa de su padre. Estaba claro que la había subestimado, pero se sintió aliviado de que se marchara; no quería que le hiciera daño a Jaden.

«Nick, tengo una emergencia en la oficina, así que voy a volver», anunció. «Encárgate tú de las cosas aquí, hijo. Tengo que asistir a la fiesta empresarial anual en Dublín, donde se anunciará la empresa ganadora. Sé que no estarás allí, así que me encargaré por ti. Cuida de tu padre y de ti mismo». Le palmeó la espalda antes de salir.

Mientras observaba su figura en retirada, Nick volvió a entrar en la sala. Vio que su padre se había dormido y decidió no molestarle, cerrando la puerta tras de sí.

Kate sonrió al entrar en su despacho, satisfecha de no tener que hacer nada más; Jaden la había acompañado él mismo. Como si quisiera verle, pensó.

Fue directamente a su despacho y llamó a su jefe de proyecto para hablar de la reunión. Tras una breve puesta al día, le informó de que cinco empresas habían pasado el corte y estaban en la lista de finalistas, pero que el nombre ganador se anunciaría en la fiesta de empresa del día siguiente.

Contenta por haber llegado entre los cinco primeros, Kate le felicitó y le aconsejó que llegara pronto para acompañarla a la reunión.

Cuando se marchó, Kate sonrió pensando en Rodden. No lo había visto en los dos últimos días, desde el incidente de la oficina, y se sentía culpable por haberlo arrastrado a su conflicto con Amanda.

Amanda había dejado de contestar al teléfono, ya que se había ido a la mansión, y Larry tampoco lo cogía después de decir que volvía a Dublín con Blake. Esto la irritaba sobremanera.

Echó un vistazo al circuito cerrado de televisión de su despacho y vio a Rodden ocupado en su mesa. Una sonrisa anhelante se dibujó en su rostro.

Sin embargo, antes necesitaba hablar con Larry, así que intentó llamarle de nuevo, pero su teléfono seguía sin estar disponible.

Se levantó despacio y se dirigió al despacho de Rodden. No llamó a la puerta y entró sin más, pero él no estaba allí.

Miró a su alrededor y pensó que debía de estar en el lavabo. Abrió la puerta y encontró a Rodden de pie, de espaldas a ella, orinando. El lavabo era un poco más pequeño que el suyo, pero bastante acogedor.

Cerrando la puerta tras de sí, se puso de puntillas y lo abrazó con fuerza por detrás. «¡Oh, Rodden, has vuelto! Te he echado tanto de menos. Por favor, perdóname por lo del otro día», susurró, apretando los labios contra su espalda.

Rodden se puso rígido un momento, sobresaltado por su repentina presencia. Se había concentrado en enviar un mensaje de texto a su ayudante y no se había dado cuenta de que Kate había entrado. Frustrado consigo mismo por su descuido, se dio la vuelta con cuidado y devolvió el abrazo a Kate, asegurándose de esconder el móvil en el armario superior del cuarto de baño.

«Yo también te eché de menos, Kate. No te disculpes. No me encontraba bien, así que no pude venir. Pero hoy es el último día de mi contrato aquí y tenía que estar presente», dijo Rodden con una dulce sonrisa.

«¿Último día? ¿No vuelves mañana?» dijo Kate nerviosa, incapaz de soportar la idea de que se fuera.

«Nunca he dicho eso, pero antes de firmar más contratos, quiero visitar a mi madre. Hace mucho que no la veo. Después, decidiré qué hacer», respondió Rodden con sinceridad.

«¿Tu madre? Tienes madre y nunca me lo has dicho». exclamó Kate.

«Bueno, nunca preguntaste, Kate. No creí que fuera importante. Eres la vicedirectora general y supuse que pequeños detalles como éste no te preocuparían», dijo Rodden con rotundidad.

Kate percibió el abatimiento en su voz y le cogió la cara entre las manos, mirándole con cariño. «Sí, si se tratara de cualquier otro empleado, quizá no importaría, pero tú eres especial para mí. Eres mío y tengo todo el derecho a conocer cada detalle de tu vida».

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