Segunda oportunidad
Capítulo 202

Capítulo 202:

A la mañana siguiente, me levanté y abrí la puerta del dormitorio justo cuando Derek salía del estudio.

Lo miré durante un breve instante, luego aparté la mirada sin ninguna emoción y bajé las escaleras. Todavía estaba enfadada. Probablemente él también lo estaba.

El olor a comida cocinada llegó hasta el salón. Becky asomó la cabeza desde la cocina y dio un vistazo entre Derek y yo.

«Tú puedes dormir un poco más. Te llamaré cuando el desayuno esté listo». Llevaba puesto mi delantal, como si nada desagradable hubiera ocurrido la noche anterior.

Sin embargo, a diferencia de ella, tanto Derek como yo aún nos sentíamos agobiados por el incidente. Esta chica era tan considerada y sensata, que sabía que eso sólo me hacía quedar peor. Estaba siendo poco razonable.

No tardó mucho en terminar de cocinar. No podía soportar tratar a Becky como una criada. Después de todo, yo era quien le había ofrecido quedarse. En todo caso, esto sólo empeoraría la situación. Así que me dirigí a la cocina para ayudarla a servir la comida.

Los fideos que había preparado tenían muy buen aspecto. Justo cuando iba a recogerlos de la encimera, ella eligió ese momento para añadir sopa a cada tazón.

No sabía si era un despiste o si lo había hecho a propósito, pero Becky acabó vertiendo una cucharada del líquido caliente en el dorso de mi mano.

Grité y retrocedí. Mi piel estaba totalmente escaldada. Derek no tardó en acercarse y agarrarme la muñeca. Inspeccionó mi mano quemada, con el ceño fruncido.

¿Estaba preocupado por mí? La verdad es que no lo sé.

Me condujo hasta el fregadero y me puso la mano bajo el grifo. Detrás de nosotros, Becky seguía disculpándose fervientemente.

«¡Lo siento mucho, Eveline! Fue un accidente, lo juro. No era mi intención en absoluto. Tú, cielos, ¿Necesitas ir al hospital?».

Sus palabras me sonaron hipócritas y perdí el apetito en ese momento. Un poco de sopa también había salpicado mi ropa, y aproveché la oportunidad para una excusa para irme.

Retiré mi mano del agarre de Derek. «Voy a cambiarme de ropa».

Entonces, huí escaleras arriba tan rápido como pude. Acababa de quitarme la ropa sucia cuando la puerta del dormitorio se abrió de repente. Sólo llevaba el sujetador y las bragas.

Derek mantuvo sus ojos en los míos mientras entraba y cerraba la puerta tras de sí.

Rápidamente metí la mano en el armario y cogí la primera camiseta que encontré.

Me esforcé por ponérmela, mis dedos se volvieron torpes por los nervios que sentía. Lo intenté dos veces y fracasé.

Finalmente, Derek se acercó a mí y me sujetó las manos. «No te muevas».

Sacó un abrigo del armario y me lo puso. Luego, tiró de mí para que me sentara en el borde de la cama. No dijo nada durante todo el tiempo, me aferré a los bordes del abrigo y lo envolví con más fuerza.

Estaba definitivamente enfadada, todavía, y no estaba dispuesta a permitirle ver mi cuerpo desnudo.

Para mi sorpresa, sacó de la nada una bolsa de hielo y la aplicó gentilmente a mi mano quemada.

La sensación de frío me tranquilizó y me hizo sentir mejor de inmediato, aunque sólo fuera un poco. Pero como seguía enfadada con él, me esforcé por mantener una expresión indiferente.

Derek levantaba la bolsa de hielo durante unos segundos antes de volver a ponerla contra mi piel, probablemente pensando que no podría soportar el frío prolongado.

«¿Todavía te duele?», preguntó suavemente, con los ojos fijos en mi mano.

Miré al suelo y me quedé obstinadamente en silencio. Sin previo aviso, me cogió la barbilla entre los dedos y me levantó la cabeza para que nuestros ojos se encontraran.

Cuando me lavé esta mañana, lo primero que noté fue lo hinchados que se habían puesto mis ojos. Ahora que me miraba tan de cerca, también debía notarlo.

Tiró la bolsa de hielo a un lado y me cogió el rostro con ambas manos mientras se acercaba. Cerré los ojos instintivamente, sólo para sentir sus labios presionados contra mis párpados, uno tras otro.

«Me equivoqué, ¿Ok? Todo es culpa mía».

Deseaba que pudiera ser más firme, de verdad. Pero sonaba derrotado, su voz ronca y débil, yo simplemente me eché a llorar.

Derek siguió besando mi rostro, atrapando mis lágrimas antes de que llegaran a mi barbilla.

«No llores, por favor. Lo siento. Es culpa mía». Después de un rato, pude reunir las fuerzas suficientes para apartarlo. Me enjugué los ojos y le miré fijamente mientras se llenaban de nuevas lágrimas.

«Es tan fácil decir que lo sientes. ¿Crees que un puñado de palabras es suficiente para borrar el daño que has causado a alguien?»

Derek se mordió el labio y levantó la vista para mirar el techo. «Eveline, creo que entiendes por qué reaccioné así».

Resoplé y logré una sonrisa amarga. «Claro, por supuesto que lo entiendo. Tú estabas furioso conmigo por haber roto el marco de la foto. ¿Y por qué no ibas a estarlo? Está claro que Sybil siempre ha estado en tu corazón. Incluso ahora, ella es más importante para ti que yo, ¿No es así? Lo entiendo todo perfectamente».

Derek apoyó sus manos en mis hombros y ladeó la cabeza.

Parecía cansado e impotente.

«Eveline, ya te he dicho que lo que tuve con Sybil es cosa del pasado. Y Becky… no es más que una pobre chica desafortunada. De verdad que pensé que, como estabas dispuesta a tenerla en nuestra casa, ya habías acabado con tus inseguridades.»

«Bueno, no lo he hecho». Sacudí la cabeza, aun sabiendo que estaba siendo patético. «Me arrepiento de haberla acogido. Sigo pensando que ella te seducirá tarde o temprano. Hay tantas chicas por ahí como ella, desafortunadas y que no tienen a dónde ir. ¿Por qué no las invitas a todas a tu casa, entonces?». Derek frunció el ceño.

Fue ayer mismo cuando le había pedido a Becky que se mudara con nosotros, y ahora estaba creando problemas de la nada. Sabía que estaba siendo poco razonable, irracional incluso. Pero por mi vida, no podía comprender por qué estaba actuando así.

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