Reina de un momento a otro -
Capítulo 3
Capítulo 3:
POV Angelica
Debe sentir que me tenso, porque voy a morderlo, pero se retira justo a tiempo.
Maldita sea.
“Guarda eso para más tarde, mi pequeña diablilla”
Abro y cierro la boca, con su beso que aún persiste.
No tengo la oportunidad de decir algo inteligente antes de que me suelte las caderas para girarnos hacia el público silencioso.
Todos empiezan a aplaudir cuando Antonio me toma de la mano para guiarme de nuevo por el pasillo.
Miro a mi hermana, que tiene los ojos muy abiertos por la sorpresa.
Ya somos dos.
Doy un paso en falso y casi tropiezo con mis estúpidos tacones.
Antonio me suelta la mano y me rodea la cintura con el brazo, atrayéndome hacia él para que no me caiga.
“Puedo caminar sola”, digo en lugar de darle las gracias.
“¿De verdad?”
Chillo cuando me levanta en sus brazos mientras salimos de la iglesia.
“¿Nos vamos?”
Oh, cielos. Claro que nos vamos.
Antonio no responde a mi pregunta.
Claro que no.
No responde a nadie.
El gran y temible Antonio Palermo.
Mi padre incluso le tiene un poco de miedo.
No es que lo admita, pero lo noto.
He aprendido a leerlo con los años.
Es parte de mi supervivencia, en realidad. Un hombre abre la puerta trasera de la limusina que espera afuera.
Antonio me deposita adentro antes de empujar el resto de mi vestido detrás de mí.
Voy a estar sola con él.
La otra puerta se abre y se desliza a mi lado.
Cuando cierra la puerta, me sobresalto.
La lampara está levantada.
Ahora sí que estamos solos.
Miro a Antonio, que vuelve a mirarme fijamente.
Esta vez lo veo bien.
Es aún más guapo que en la foto que vi de él, pero también es más intenso.
No entiendo su mirada.
“No puedes matarme”, le recuerdo.
Sus labios se mueven.
“No voy a matar a mi esposa”
Claro, porque eso es todo lo que realmente soy.
Mi uno de los dos propósitos en la vida lleno.
Estoy casada, y ahora debo darle herederos.
“Entonces, ¿Qué vas a hacer conmigo?”, preguntó.
El miedo vuelve a surgir dentro de mí.
Lo odio.
El miedo y sentirme tan impotente.
No creo que pueda soportar otra paliza.
Todavía tengo las marcas persistentes de la última que me propinó mi padre.
No puedo olvidarlo porque el maldito corsé al que estoy atada me presiona.
El dolor sordo persiste con cada respiración que hago.
No responde a mi pregunta.
La parte de atrás de la limusina se llena de silencio, lo que me pone más nerviosa.
Empiezo a preguntarme si sabe siquiera qué hacer conmigo.
POV Antonio:
Desvía la mirada y vuelve a mirarme, como si no pudiera evitarlo.
Su corazón se acelera y traga con fuerza.
Está asustada.
Tiene miedo de mí. Aunque estoy
perfectamente feliz de infundir miedo a todos los demás, por alguna razón, no quiero que me tenga miedo nunca.
“No voy a matarte, Angelica. Tampoco te haré daño. A menos que quieras que lo haga”
Me meto en el bosque de tela que rodea su cintura y la agarró, tirando de ella hacia mi regazo.
“¿Por qué querría que me hicieras daño?”
Parpadea.
Le pasó la nariz por el cuello hasta la oreja y se la mordisqueo.
Se retira.
“¿Qué estás haciendo?”
“No puedo evitarlo”
La agarró por el cuello, la atraigo hacia mí y la besó de nuevo.
Me golpea el pecho, pero no cedo.
La beso, lamiendo la costura de su boca.
Cuando abre los labios para protestar, introduzco la lengua en su interior.
Un escalofrío la recorre y deja de atacarme.
Su lengua acaricia tímidamente la mía.
Su cuerpo se ablanda bajo mi contacto.
Quiero arrancar toda esta p%ta tela y dejarla en la nada, luego abrirle las piernas y montarla sobre mi p$ne.
Maldición, qué espectáculo sería.
Pero no puedo.
A pesar de su lengua afilada, es inocente.
Nunca la han besado.
Me doy cuenta. Y maldición si eso no acaricia la parte animal de mi naturaleza. Es mía, completamente mía.
Me dirijo a su garganta, lamo su suave piel y luego desciendo, besando su pecho y la parte superior de sus pechos, donde surgen del vestido.
“¡Oye!”
Se pone rígida y se aparta demasiado rápido.
Voy demasiado rápido con este Angelica asustadizo.
Me obligo a aflojar con ella, a soltar mi fuerte agarre a su cintura.
Se retuerce en mi regazo y mi p$ne se estremece.
Parece sentirlo, porque sus ojos se abren de par en par y mira hacia abajo.
“Es tuyo, Angelica. Puedes tenerlo cuando quieras”
“¿Qué?”
Se baja de mi regazo.
“No quiero eso”, dice sin aliento.
“¿Estás segura?”
“Sé que no quiero eso”
Recoge la tela de su vestido y lo amontona delante de ella como una valla hinchada.
“Entonces, si deslizara mi mano por tu muslo hasta tu v$gina, ¿No lo encontraría húmedo para mí?”
Me inclino más hacia ella.
Se le corta la respiración.
“No puedes hablarme así”
“¿No puedo hablar de tu v$gina resbaladizo y de lo delicioso que será cuando lo lama y lo chupe hasta que te corras?”
Sus mejillas se enrojecen mientras me mira boquiabierta.
“Eso nunca va a ocurrir”
“¿Nunca?”
Sonrío.
“Ya estamos casados, Angelica”
“¿Así que ahora te crees mi dueño?”
Levanta la barbilla.
“No es así”
“Me perteneces tanto como yo a ti”
“¿Qué?”, dijo en un tono burlón.
Parecía que esto le parecía una broma.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar