Capítulo 18:

POV Angelica

“Antonio no teme que lo mates mientras duerme. Será leal porque es un hombre de palabra pero también por amor”

Ahí va ella con esa palabra de nuevo.

Incluso hace ese suspiro soñador para enfatizarlo.

“Esto no es amor”

“¿De verdad? Porque anoche, cuando jugamos al ajedrez, no dejó de hablar de ti. Angelica esto, Angelica lo otro…”

“¿En serio?”, la miró de reojo.

Ella asiente de arriba abajo.

“Es dulce lo abiertamente cariñoso que es contigo también. Diciendo a sus hombres que no te toquen o miren. No como algunos hombres que fingen que no existes”, escupe su chicle con rabia de repente.

“¿Alguien finge que no existes?”

Pensé que tal vez la había visto mirar a Gilly un par de veces, pero no estaba segura.

Antonio también había mencionado algo sobre que él la evitaba también, pero realmente no había pensado nada al respecto.

Ahora que veo su reacción, empieza a tener sentido.

Esto puede ser interesante.

“A ningún hombre se le permite saber que existo”

Carina se levanta de su silla, ajustando su bikini rosa intenso.

Es pequeña, pero todavía tiene algunas curvas.

Me ha prestado uno de sus bikinis, pero me queda muy ajustado.

Casi se me salen los pechos.

Me pongo una bata para bajar a la piscina porque soy un poco cohibida.

Sobre todo con el moretón que aún tengo en el costado.

Odio sentirme avergonzada por ello, mi padre es el que debería estarlo.

Cuando salimos a la piscina, los guardias se alejan más.

Todos nos dan la espalda.

“Creo que todos los hombres sabrán que existes con ese bikini”, le aseguro.

“Parece que no”

Se ajusta los tirantes de la parte superior.

“¿Quieres ir por algo de comer? Te enseñaré la biblioteca”

“¿Hay una biblioteca?”

Me levanto de la tumbona y tomo la bata antes de que pueda decir nada más. Carina no se molesta en cubrirse.

Prácticamente salta por el patio y entra en la casa.

Tengo la sensación de que si lo hiciera me metería en un mundo de problemas.

No estoy segura de si eso es algo bueno cuando se trata de mi nuevo esposo o algo malo.

POV Antonio Mis reuniones han terminado, por fin, y estoy a punto de salir de mi despacho cuando recibo un mensaje de Butcher.

Agarro mi teléfono y lo llamó.

“¿Algo pasó?”, le pregunto.

“Los dos últimos tipos dijeron que Constantine lo preparó hace semanas”, dijo él.

“Quizá cuando vio mejor su balance”

La voz de Butcher es baja, oxidada, como siempre.

Alguien g!me débilmente en el fondo.

“¿Mantienes uno vivo?”, pregunto.

“Por ahora. Es el último general que tengo bajo mi cuchillo. Cuando termine con él, lo quemaré con el resto”

“Bien. Cualquiera que haya participado en esto, que se haya atrevido a venir por mi esposa, quiero que envíes sus cabezas a su amo”

“Ya estoy trabajando en mi colección”

Butcher suelta una carcajada.

“Sube a la casa cuando termines. O tal vez mañana. Quiero que conozcas a mi esposa”

“Gilly dijo que te desmayaste por ella en cuanto la viste”

Puedo sentir su sonrisa.

“¿Desmayado?”

Pongo los ojos en blanco.

“Gilly está tan lleno de m!erda”

“¿Entonces no estás enamorado?”, él se burla.

“No he dicho eso”

Sonrío, solo pensando en mi querida Angelica.

“Termina”, le digo antes de que a Butcher se le ocurran más réplicas de tipo sabelotodo.

“Hasta mañana”

Me meto el teléfono en el bolsillo y me dirijo a la parte trasera de la casa, pero cuando llego, Angelica no está en la piscina donde la había visto por última vez.

Fue inteligente al cubrirse con una bata.

Puede que haya salvado la vida de algunos de mis soldados, porque si hubiera pensado que uno de ellos estaba mirando su piel desnuda…

Probablemente les hubiera rompido el cuello.

Es entonces cuando oigo voces procedentes de la biblioteca.

“No, había un manga que leí en la escuela y que mis amigos se pasaban. ¡Eso fue asqueroso! Se%o con zombis y todo tipo de mierdas salvajes”

Carina se ríe.

“¿Así que supongo que lo leíste todo?”, se reafirma Angelica.

“Oh, definitivamente”

Entro y me detengo.

Angelica está recostada en el sofá de cuero, con la bata debajo.

Sus pechos se hinchan sobre la parte superior del bikini que debe ser dos tallas más pequeña para ella, y maldición, la tela apenas cubre la dulce extensión de piel entre sus muslos.

Mi p$ne está en plena atención, y no puedo mirar nada más.

Solo a ella.

Solo a mi Angelica.

Me abalanzo sobre la habitación y la saco del sofá, la envuelvo en mis brazos y salgo con ella.

“¡Oye!”

Se esfuerza por sujetar el libro que tiene en las manos mientras la risa de Carina me sigue por el pasillo.

“¿Qué estabas haciendo?”

Aprieto los dientes, con la mandíbula apretada mientras subo las escaleras de dos en dos.

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