Regresando de la muerte
Capítulo 1901

Capítulo 1901

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Sigrun se plantó delante de Susan con los brazos cruzados y le contó aquella impactante noticia mientras ponía cara de triunfo.

Susan se quedó totalmente atónita.

Se quedó mirando a Sigrun sin comprender, como si hubiera estallado una bomba en su mente. En un abrir y cerrar de ojos, todo pensamiento se desvaneció y su mente quedó en blanco.

¿Compromiso? ¿Así que se van a comprometer?

«Además, ¿Pensabas preguntarle a Kurt sobre la visita de Ian al psicólogo? Efectivamente. Era el mismo psicólogo de antes. Susan, es realmente increíble que siga sintiendo algo por ti después de borrar sus recuerdos».

«¿De qué estás hablando?»

Mientras estaba totalmente conmocionada, Susan se oyó a sí misma hacer esa pregunta.

Sin embargo, a renglón seguido, Sigrun le asestó otro golpe fatal.

«Pero no seas tan engreída. Quería borrar todo lo negativo sobre ti, así que, después de que el psicólogo le restaurara la memoria, ahora recuerda todo su pasado contigo».

Una vez más, le dijo con saña a Susan aquella brutal verdad.

Al final, ella seguía llegando al extremo. Al principio era una chica llena de pasión y entusiasmo por la vida, pero tras escuchar a escondidas la conversación de la noche anterior, su mentalidad empezó a torcerse.

Era como si algo que inicialmente le pertenecía le hubiera sido robado de repente por otra persona y ya no fuera suyo.

Quería vengarse, casi enloquecía con sólo pensarlo, y estaba desesperada por recuperarlo todo.

Al final, Susan no recordaba cómo se había marchado.

Lo único que recordaba era que estaba vagando sin rumbo por el arcén de la carretera con su mochila cuando por fin se le aclaró la mente. Justo entonces, un Land Rover gris plateado se detuvo junto a ella.

«¿Qué ocurre, Señorita Limmer? ¿Por qué caminas sola por el arcén?».

Cuando bajó la ventanilla del coche, apareció el semblante increíblemente apuesto de un hombre epeo. No era otro que Vincent.

Susan se mordió el labio con fuerza, y sus ojos se enrojecieron en un instante.

No es que le gustara llorar, pero su corazón estaba sufriendo terriblemente. Ahora que estaba en tierra extranjera, en cuanto alguien le mostrara un ápice de preocupación cuando ella aparentemente no podía ver ni un solo rayo de esperanza en el mundo entero, se derrumbaría inevitablemente.

Al final, se subió al coche de aquel hombre.

No se imaginaba que, nada más salir, apareció un Lamborghini rojo. Al ver la escena ante sus ojos, Sasha, que iba en el asiento del copiloto, se quedó muy sorprendida.

«Dios mío, ¿Qué estaba pasando ahí? ¿Era el novio de Susan?» Le brillaron los ojos y se incorporó.

La persona que conducía a su lado no era otro que Ian.

Aquella mañana se había tomado una licencia para acompañar a su madre a divertirse en la ciudad, y se marcharon después de que lo hicieran Kurt y Vivian.

Por desgracia, fue testigo de tal incidente.

«¡No!»

Lo rechazó, con una mirada glacial.

Sasha se volvió inmediatamente hacia él.

“¿Cómo lo sabes? ¿Le conoces?”

“¡No!» gruñó Ian.

Esta vez, su actitud era aún peor. De hecho, era un calco de Sebastián cuando éste cogió una rabieta con Sasha.

Sasha no siguió insistiendo en el tema, pero sacó el teléfono e introdujo la matrícula que había memorizado. En un santiamén, apareció una letanía de información en su teléfono.

«¡Vaya! ¡En realidad es subteniente, y los miembros de su familia son auténticos aristócratas!».

Mientras escaneaba la información, se sentía cada vez más jubilosa.

Inmediatamente, envió un mensaje a Sebastián a su casa.

Le envió un mensaje: Cariño, ¡Adivina lo que he visto aquí!

Sebastián respondió: ¿Qué pasa, cariño?

En vista de su pésima actitud de ayer, ese día su tono fue especialmente amable.

Sasha le comunicó la noticia de inmediato.

Tecleó: Mira, éste es el coche en el que se acaba de subir Susan. ¡Qué impresionante! Acaba de llegar, pero ha conseguido captar la atención de un chico tan guapo y con un excelente pasado familiar.

Sebastián se quedó sin habla.

Pasó un largo rato antes de que volviera a enviar un mensaje exasperado.

Envió un mensaje: Muy bien, tu misión es visitar a Ian, cariño. ¿Cómo se encuentra? ¿Se encuentra bien?

Sasha respondió: Bueno, si preguntas por esto, no está muy bien emocionalmente. Ayer le tomé el pulso. De todas formas, le voy a sacar para que se tome un respiro.

Sebastián se hizo eco: ¿Un respiro?

Explicó Sasha: Sí, un respiro. Así podré saber más sobre su situación. No olvides que una vez estudié psicología. Por aquel entonces, incluso aprendí de un renombrado profesor de Jetroina por tu bien.

Al ver eso, el hombre no dijo nada más, limitándose a recordarle que tuviera más cuidado y le informara con prontitud si había alguna novedad. Luego, dio por terminada la conversación.

Sasha colgó igualmente el teléfono.

Un rato después, un mapa de la ciudad pasó por su mente. Calculó que iban a llegar a un centro comercial, así que sugirió: «Ian, quiero ver una película contigo. ¿Te parece bien? «De acuerdo», aceptó Ian.

Por el momento, reprimió a la fuerza las emociones que llevaba dentro y que estaban a punto de estallar.

Diez minutos más tarde, los dos llegaron al mayor centro comercial de la ciudad.

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