Regresando de la muerte -
Capítulo 1874
Capítulo 1874
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Dentro del restaurante de Adalyn, Vivian, que acababa de empezar a comer, frunció el ceño al ver que sólo eran cuatro.
«¿Dónde está la Tía Susan? ¿Por qué no está aquí?»
«¿Hmm?»
Extendiendo los cubiertos, Kurt la miró.
“¿No la has avisado?»
«No lo hice. ¿No se supone que está con Ian? Ian, ¿No le dijiste a la Tía Susan lo de comer aquí?»
Vivian miró a Ian, que se había sentado frente a ella.
En lugar de responder, la mirada de éste se desvió en dirección a Sigrun.
Evidentemente, era ella quien lo organizaba todo.
En ese momento, empezó a eludir su responsabilidad.
«Yo pensaba que la habías informado. Como no lo has hecho, la llamaré ahora mismo».
Sacó el teléfono de inmediato.
Sin embargo, Vivian ya estaba molesta. Es el primer día de clase de la Tía Susan y ya hemos cometido un error por descuido. ¿Qué pensará cuando se entere? Seguro que se entristece.
Poniéndose en pie, Vivian decidió recoger a Susan ella misma.
En cuanto salió, Kurt se fue con ella, dejando a Ian y Sigrun en la mesa del comedor.
«Ian, yo…»
«¿No te pidió que reservaras para comer? ¿Por qué no lo hiciste?”, preguntó Ian con una mirada indiferente.
A Sigrun le sorprendió que hubiera sacado el tema del incidente por la mañana. Había supuesto que no le importaba, como muchas otras cosas de su vida.
Al darse cuenta de que había recordado claramente el asunto, su rostro perdió todo el color.
«Ian, lo siento. Simplemente pensé que no tenías intención de comer fuera, así que decidí no reservar. Después de eso, supuse que Vivi se lo habría dicho cuando nos invitó aquí». A continuación, se hizo el silencio.
En ese momento, Ian se puso en pie mientras una mirada sombría brillaba en sus ojos.
Al final, después de que Vivian encontrara a Susan, ella y Kurt llevaron a ésta a comer juntos en la cafetería de la escuela.
Aunque el sencillo comedor no era tan lujoso como el de la casa de Adalyn, la desesperación que Susan había sentido antes se alivió un poco ante aquel cálido gesto.
«Tía Susan, la próxima vez deberías venir directamente a mí. Ian no se molesta por nada y deja que Sigrun se ocupe de sus asuntos, como un niño que no ha crecidoMmm…»
Antes de que pudiera terminar, Kurt le había metido un trozo de filete en la boca, dejándola sin habla.
Maldita sea, ¿No se da cuenta de que estoy hablando con la Tía Susan?
Susan siguió comiendo en silencio.
Kurt tampoco dijo una palabra. No fue hasta que Vivian se marchó a lavarse las manos cuando dirigió su mirada hacia Susan, que se sentía abatida.
«Sigrun es alguien que el Viejo Señor Jadeson encontró para él. Durante el último medio año ha estado cuidando de él».
«En ese caso, ¿Qué pasa con él?”, preguntó finalmente Susan.
Cuando levantó la cabeza para mirar a Kurt, éste pudo ver el color ceniciento de su rostro.
Kurt enarcó una ceja.
“¿Él? ¿Cómo voy a saberlo? Susan se quedó perpleja.
«Tal vez, ella haya crecido en él como lo hiciste tú cuando le cuidaste entonces. O quizá se haya acostumbrado a estar a su cuidado. En cualquier caso, ¿Cómo voy a saber lo que le pasa por la cabeza?».
El tono de Kurt era indiferente hasta el punto de sonar un poco frío, como para expresar su exasperación por la pregunta.
Si realmente quiere reconciliar la relación, ¿Qué importa el compromiso? ¿Va a echarse atrás por ello? Si eso es lo que piensa, preferiría que Sigrun estuviera con Ian el resto de su vida. Como mínimo, será mucho más feliz con alguien que no se amilana ante los obstáculos.
Susan lo miró sin comprender, pues no sabía cómo describir sus sentimientos.
Lo único que sentía era una creciente sensación de aislamiento.
Sólo entonces se dio cuenta de que las complejas emociones que había sentido anteriormente no eran nada comparadas con sus sentimientos actuales.
Así es. ¿Cómo puedo rendirme sólo por esto? Ni siquiera están casados todavía, ¿Verdad? Mientras no lo estén, aún tengo esperanzas. Le demostraré que soy la que pertenece a su corazón.
Susan se secó las lágrimas y empezó a devorar la comida.
Cuando volvió a ver a Ian por la tarde, notó la mirada de disculpa en sus ojos, aunque no sacó el tema de la comida.
«La próxima vez, acude a mí si necesitas algo”.
“De acuerdo».
Susan se sintió mejor al instante.
Durante los días siguientes, iría y vendría de la Facultad de Contabilidad a la de Finanzas. Tal como había prometido, Ian dejaba lo que estuviera haciendo cada vez que ella venía a verle.
En consecuencia, Susan estaba contenta con cómo estaban las cosas.
Por desgracia, no podía decirse lo mismo de Sigrun.
«Abuelo, desde que vino Susan, no deja de estar al lado de Ian. Aunque es su tía, me impide pasar tiempo con él. ¿Puedes trasladarla de algún modo fuera de la universidad?»
«De acuerdo. Lo haré enseguida».
Simpatizando con su nieta, Lucius Lightburn accedió de buen grado a la petición.
Sin embargo, en cuanto terminó la llamada, su esposa le recordó: «Susan es descendiente de Louis Limmer y es alguien importante. ¿Estás seguro de que quieres meterte con ella?».
«¿De qué tienes miedo? Aunque sea miembro de la Familia Limmer, sólo lo es de nombre, pues no tiene ningún poder significativo. Además, no voy a meterme con ella. ¿No puedo encontrarle un colegio mejor que en el que está ahora?». Lucius no le dio mucha importancia al asunto.
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